El nacionalismo ha ganado muchas batallas en los últimos años. No se trata tanto de los éxitos electorales como del relato que se ha instalado en muchos colectivos sociales. Desde el primer minuto, la estrategia fue clara y se implementó con sumo detalle, perseverancia y determinación. Pongamos un solo ejemplo que ilustra el camino trazado: el presidente del Colegio de Médicos de Barcelona es Jaume Padrós, respetado profesional, que no esconde su vinculación con el nacionalismo, como ex diputado de CiU, capaz de alabar la fiesta de Sant Esteve como algo propio, singular y excelso que representa lo catalán, porque comer canelons ese día constata la superioridad del pueblo catalán. Anécdotas al margen, el dominio de los colegios profesionales ha sido total por parte del nacionalismo, de la misma manera que se ha hecho fuerte en el sector comercial, o, de forma más reciente, en el ámbito deportivo, como muestra la UFEC.

Se trata del ‘entrismo’ que practicaban los viejos troskistas. Hay que introducirse en los colectivos, en los organismos de la sociedad civil, para, poco a poco, dominar resortes desde los cuales ganar influencia y…votos.

Pero es algo más importante y menos perverso. Los partidos tienen la obligación, si realmente quieren ser relevantes, de contar con personas afines, de buscar la complicidad de ciudadanos que pueden compartir un mismo proyecto. Y necesitan profesionales que puedan ayudar en proyectos colectivos. Eso lo entendió y lo practicó CiU durante muchos años. Y quiso seguir el mismo camino el PSC en ámbitos como el cultural. Pero en el último decenio, y con el procés independentista como gran plataforma de movilización, algunos actores se han movido con celeridad y otros se han quedado un tanto al margen.

Es el caso de ERC, que se ha trazado un camino similar al de la vieja CiU. Los exconvergentes, ahora son muy, pero que muy independentistas, mantienen estructuras antiguas con antenas de otros tiempos y con nuevos elementos. Recuperemos a Padrós, en el Colegio de Médicos, y veamos figuras jóvenes, como Gerard Esteva, al frente de la UFEC. Los republicanos siguen la estela, y han logrado una gran influencia en el mundo de las cooperativas y en las pequeñas y medianas empresas, y en sindicatos como la UGT.

En una empresa que forma parte del paisaje familiar, como Abacus, han ganado posiciones. La codirección de la empresa es cosa de dos independentistas cercanos a la órbita republicana, Oriol Soler y Salvador García-Ruiz. Los dos logran cuantiosas subvenciones de la Generalitat para proyectos mediáticos de la cooperativa que todavía están por desarrollar. Esas subvenciones las reciben desde el departamento de Presidencia, en manos de ERC. Y los productos que impulsan desde Abacus no son neutrales. Incorporan una gran carga ideológica, como la revista Sàpiens, en manos de Som, de Oriol Soler, la cooperativa que se fusionó con Abacus aparentemente como socio menor, pero que lidera ahora la empresa resultante.

En esa batalla moderna por las hegemonías civiles, el PSC se ha quedado a medio camino. En el campo cultural ya no es la gran referencia. En el ámbito comercial, ha logrado algún triunfo, con el trabajo de Jaume Collboni, pero sigue lejos de muchos otros sectores. ¿No ha trabajado lo suficiente o no es consciente de que tiene un serio problema?

El poder se ocupa, gracias a los votos que se reciben en las elecciones. Pero la influencia social, el "entrismo" en la sociedad civil, garantiza apoyos a proyectos concretos e influencia a medio y largo plazo, se esté o no al frente de las instituciones. Los socialistas tienen opciones de lograr la alcaldía de Barcelona. Pero, ¿quién influye en una cooperativa que, a priori, compartía el progresismo del PSC y de otras formaciones como la antigua ICV? Abacus está ahora en manos independentistas. ¿Qué ha pasado?