No me ha quedado claro cual es el futuro de Barcelona. ¿Ada Colau se presentará a la reelección como alcaldesa o se presentará a las elecciones sindicales de Élite Taxi? Es una incógnita que tendremos que asumir los ciudadanos de la capital en lo que resta hasta el 26 de mayo. Lo único claro es que Colau no se viste con abrigos de más de mil euros ni con calzado que sólo se vende en tiendas de élite. La alcaldesa no quiere competir en este campo con Elsa Artadi, quizás porque sabe que tiene la batalla perdida.

Otra cosa es Élite Taxi. Con apenas un puñado de seguidores, 2500 de 15000 taxistas, Colau y su compañero de lista -dicen las malas lenguas- el ex boixos nois, Tito Álvarez, se ha hecho con el sector, ha puesto de rodillas al conseller Damià Calvet y puesto en fuga a las VTC de Barcelona. Eso sí, la regulación de Colau no llegará hasta después del Mobile, no vaya a ser que se le rompa un descosido. Bastante tiene la alcaldesa, de izquierdas de toda la vida, con una nueva huelga de los trabajadores del metro, hartitos que la sensible alcaldesa no les tenga en cuenta ni para promover nuevos protocolos sobre el amianto.

Pues eso, Colau, que no tiene claro repetir como alcaldesa porque hasta los suyos han hecho sentir su voz, puede plantearse sustituir a Álvarez. Dirán ustedes que no puede ser porque Colau no es taxista. No se preocupen, Don Tito, tampoco. De hecho, no es taxista, nunca ha tenido licencia -sólo ha trabajado tres años en el sector- y por no tener no tiene ni carnet de conducir porque le retiraron los puntos. De esta guisa, la señora alcaldesa podría permutar su puesto con Álvarez. Un remake de “Tú a Londres, yo a California”, en versión barcelonesa “Tú al Ayuntamiento, yo al taxi”. Así todos contentos.

Dirán ustedes que esto que les cuento es una alucinación del que suscribe. No crean. Colau se ha preparado el terreno. Los VTC tendrán los seguros más caros, sus contratantes tendrán que esperar una hora, los conductores tendrán que pasar exámenes periódicos, regularán sus precios y les vigilarán en los días de descanso. O sea, Colau volverá al activismo, pero sin oposición. Así todo es mucho más fácil, dónde va a parar. La alcaldesa no se ha caracterizado por su altura de miras, por su búsqueda de consensos y ni mucho menos por escuchar, pero su descarada alianza en el conflicto del taxi con uno de los sindicatos “monopolistas”, dejando correr el rumor de la incorporación de Tito Álvarez en la lista de los Comunes, hace sospechar que su altura de miras está un poco por debajo de los túneles del metro. O eso, o la reina del taxi.