Nadie ha hecho más que el nacionalismo para cargarse las instituciones y desproveerlas de toda autoridad.

No hace falta que vengan de Madrid a decirnos nada para darnos cuenta de que la mierda que tenemos aquí es de proporciones considerables. 

Los catalanes somos los primeros en sufrir el despropósito que supone la ida de olla del nacionalismo, y somos también los primeros interesados en acabar con él para que la convivencia y la normalidad vuelvan a nuestra tierra. 

Pero todavía queda algún destalentado que no se da cuenta de esta obviedad. Y ahí está el presidente Chorra, en su discurso de fin de año -¡ya podría ser el último por siempre jamás! - diciendo que tenemos que rebelarnos contra las injusticias del Estado y que reactivará las leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional. 

El que debería ser el presidente de todos se dedica a hablar solo para los pocos crédulos de su parroquia. Y es que le encanta que sus parroquianos lo paren por la calle para decirle lo bien que estuvo en Misa el domingo pasado. 

Hace poco parecía que los CDR le daban la espalda y sus círculos más próximos explican que vivía atormentado y sollozaba por las noches. 

Alguien tendría que explicarle que también somos catalanes -en nombre de esos de los que él habla- los primeros que queremos que saque sus sucias manos de nuestras instituciones. 

Que se lo recuerde a sus parroquianos cada vez que hable, que les diga que es contra nosotros contra quien tienen que rebelarse, que les diga que el Estado no ha hecho nada que no queramos más de la mitad de los catalanes. Que incluso nosotros, los otros catalanes de los que nunca habla, queremos que el Estado haga mucho más de lo que hace. 

Que les diga todo eso para que vean que el enemigo que han creado no vive fuera de sus pueblos, vive en su mismo bloque de pisos, y que lo vean para que poco a poco vayan descubriendo la inutilidad de esta guerra que han empezado. 

¡Por un 2019 libre de Chorras, chorradas y destalentados!