El desgobierno municipal de Ada Colau y el PSC de Jaume Collboni se ha convertido en especialista en poner trabas complicando la vida a los barceloneses y creando problemas donde antes no los había.

Un ejemplo claro lo encontramos en el llamado urbanismo táctico, que están llevando a cabo a golpe de imposición en la ciudad. En lugar de solucionar y facilitar la movilidad, lo que está consiguiendo es complicarla rompiendo el equilibrio entre los diferentes agentes que se ven afectados por el mismo. Además de aumentar la peligrosidad vial para los peatones, bicicletas, vehículos de dos y cuatro ruedas y otras formas de movilidad que ya se están instalando como los patinetes eléctricos.

Muchas de estas actuaciones que se realizan bajo el paraguas del urbanismo táctico no han sido reivindicadas ni consensuadas por y con la ciudadanía, los vecinos, ni mucho menos con los expertos en urbanismo y movilidad con los que cuenta la ciudad, sino que en su mayoría lo rechazan. Por tanto, pierden todo el sentido colectivo para pasar a ser decisiones unipersonales del desgobierno municipal de los comunes y el PSC, que lo consiente sin rechistar.

Las decisiones que se tomen en la ciudad, referente a los aspectos urbanísticos, deberían estar consensuadas lo máximo posible con los grupos municipales y con las entidades y los vecinos afectados, y regirse por criterios técnicos y no puramente ideológicos. El modelo urbanístico de la ciudad debería responder a una visión a largo plazo de las necesidades de una Barcelona cuyos distritos y barrios deben estar mejor conectados. Por el contrario, responden a una política cortoplacista y a las necesidades electorales, ideológicas y prejuicios del desgobierno municipal. Por ello, creemos que en realidad se puede denominar a la política de urbanismo del desgobierno como "populismo táctico".

Esta semana nuestro grupo municipal ha vuelto a denunciar, con ejemplos en las calles, algunos de estos elementos urbanísticos que se han incorporado a la vida diaria de los barceloneses y que se han convertido en elementos extraños y peligrosos. Estos, en muchas ocasiones, dificultan la convivencia entre la ciudadanía y los diferentes tipos de vehículos. También han afectado a los comercios y restauradores, perjudicándolos en un momento en el que necesitan más apoyo que nunca a consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia.

En primer lugar, hemos puesto de manifiesto la peligrosidad que representan los llamados cojines berlineses y los bloques de hormigón o New Jersey que están proliferando como setas en las calles. Hemos pedido su retirada en las comisiones y en los plenos, consiguiendo un consenso y compromiso de todos los grupos para la sustitución de los segundos. Compromiso no cumplido por parte del desgobierno.

En cuanto a los cojines berlineses, Colau y el PSC se niegan a quitarlos aduciendo como justificación la velocidad a la que circulan los conductores, y por tanto, echándoles la culpa y cargando toda la responsabilidad sobre ellos. La realidad es que son dos elementos nuevos en la movilidad de la ciudad que ya han demostrado ser trampas mortales, tanto para los conductores como para los peatones. Producen atropellos e incidentes, tanto a personas mayores como a niños, que son los más susceptibles de padecerlos al tener menos posibilidad de reacción ante un peligro inminente.

Uno de los factores que se está introduciendo en la ciudad son los nuevos vehículos de movilidad personal (VMP) dando lugar a nuevas formas de movilidad, un ejemplo claro son los patinetes eléctricos y bicicletas. Ante esta nueva realidad que ha venido para quedarse, nuestro grupo municipal ha señalado la necesidad de modificar la ordenanza reguladora de estos vehículos, adaptándola y actualizándola a la normativa ya vigente. Es necesario que los conductores de estos vehículos reciban una formación adecuada y la máxima información por parte del Ayuntamiento. También la obligatoriedad de llevar casco y que tengan un seguro de responsabilidad civil, además de que se realice un registro de estos vehículos para poder identificarlos más fácilmente ante cualquier incidente. Algo que ya es habitual en otras ciudades europeas que han avanzado en esta materia.

Nuestro grupo municipal más allá de la crítica, siempre aporta y propone soluciones, que la gran mayoría de las veces ni tan siquiera son estudiadas por el desgobierno. Porque el sectarismo imperante en este desgobierno afecta a todas las áreas municipales, donde siempre priorizan su modelo, abocado al fracaso, frente a otras propuestas e iniciativas que buscan el consenso y mejorar el bienestar y la seguridad de los ciudadanos.

Sectarismo, populismo, politización de todos los ámbitos, rechazo a todo aquello que no comparten, en definitiva, autoritarismo.

La política de urbanismo y movilidad de este desgobierno municipal ha conseguido crear un problema donde no lo había, entrañando más inseguridad vial que antes, tanto para los peatones como para los conductores de cualquier tipo de vehículo.

Un desurbanismo desconectado de la realidad y necesidades de la ciudad, pensado a corto plazo, ideológico y politizado. Una desurbanística que no tiene en cuenta ningún criterio técnico ni rigor en su desarrollo, sin contar con los vecinos, sin consenso y de gusto estético más que discutible. Por todo ello pensamos que como mejor se define es como "populismo táctico".