Algo mal estará haciendo el nacionalismo cuando son tantos los que cada 11S se marchan lo más lejos posible para no sufrir la que se ha convertido en la Diada del odio. Odio sutil pero odio al fin.

El mismo odio que se esconde detrás de cada lacito amarillo. Y es que si España es un estado represor, fascista, genocida, criminal y autoritario, ¿qué posibilidad hay de amar a los que defienden España? Solo cabe odiarles. No es posible entablar amistad con quien consideras cómplice de carceleros, genocidas y represores. 

Y por eso la Diada y los lacitos son otra expresión del odio nacionalista, porque nos convierte a los que no somos nacionalistas en algo malo, muy malo. Y por eso somos tantos los que cada 11S nos exiliamos, porque a nadie le gusta que le llamen cabrón y desalmado un día entero en las calles de su ciudad. Ya lo hacen el resto del año sus teles y periódicos. 

Pero los nacionalistas tienen ese complejo de Mesías que les hace decir: o estás conmigo o estás contra mi. Y mira por dónde, ni estamos con ellos ni estamos contra ellos. Lo único que queremos es torpedear, bombardear, destruir y aniquilar el Prusés. Queremos que los problemas importantes vuelvan a estar en la agenda política y mediática, y que se deje ya de fracturar a la sociedad por algo tan estúpido. 

Y en eso los políticos tienen gran parte de culpa. Y es que ellos gracias a esto viven muy, pero que muy bien. Por eso no desfallecen en la lucha. Pero los currantes que ayer estaban en la Diagonal seguirán viviendo igual que antes, haya o no independencia. Los mismos problemas, las mismas inquietudes, las mismas tristezas y las mismas alegrías. Y seguramente con algo menos de dinero y salud después de tantos esfuerzos inútiles. 

Por eso no celebramos la Diada en las calles, y por eso ponemos pies en polvorosa cuando llega el 11S. Porque por el amor que sentimos por nuestra tierra, por nuestras costumbres y tradiciones y por nuestra historia, nos duele mucho ver el atropello que cometen los nacionalistas día sí día también, incluso en el 11S cuando pisotean la memoria de Casanova, a quien dicen honrar. Estamos cansados de tanto odio, no se puede construir nada bueno cuando el motor es ese. 

Pero por suerte para unos y desgracia para otros, da la sensación de que cada vez consiguen engañar a menos gente para que salga a la calle. Lejos queda la Diada de 2014. Y aunque siguen siendo muchos, otros muchísimos están hasta el moño de los políticos que se han reído de ellos y les siguen tomando por imbéciles incluso desde Bruselas.

Así que nada, ayer fue un agradable día de familia y amigos, juegos de mesa, piscina, Ping pong y de estar espachurrado en el sofá hablando de todo y de nada. Algo parecido a lo que hace Puigdemont el resto del año, pero los canelones y las cervezas las pagamos de nuestro bolsillo. 

En cualquier caso, bravo por el que tuvo la magnífica idea de empezar a construir la República de nunca acabar el día en que se celebra un conflicto dinástico. No hay nada como empezar a construir la casa con unos cimientos fuertes.