Barcelona fue la primera. Más tarde le siguieron Valladolid y Valencia. Muchos otros municipios, como un goteo continuado, se inspiran en la capital catalana para pautar saludablemente y con efectividad el teletrabajo.

Apenas dos meses después de que la pandemia por el Coronavirus sacudiera nuestras vidas, en mayo de 2020, la Dra. Sara Berbel, psicóloga social e investigadora, a la sazón gerente municipal de Barcelona --que lleva la dirección ejecutiva de todas las gerencias, así como de los institutos y las empresas que forman el grupo municipal del Ayuntamiento de Barcelona-- firmó unas Instrucciones para proteger a los trabajadores públicos.

Horarios, recursos, herramientas de trabajo, quien las paga y formación específica quedaron especificadas en las Disposiciones, que especialmente regulan el derecho a la desconexión digital de las personas. Se subraya que el personal que teletrabaja tiene derecho a que se le garantice su derecho a desconectarse digitalmente fuera de las franjas de disponibilidad horaria obligatorias. No hay que enviar correos electrónicos ni mensajes de telefonía con temática laboral desde las 20:00 horas hasta las 07:30 de la mañana (momento en que empieza la franja de disponibilidad flexible del horario), ni en fines de semana o vacaciones, excepto en casos de necesidad o urgencia. Así mismo, las reuniones online deben celebrase en las franjas de disponibilidad obligatorias; es decir de 09:30 a 14:00 horas. Se indica también que los jefes deben de trasladar claramente las directrices del trabajo que hay que desarrollar, señalando los objetivos que alcanzar, a la vez que deben establecerse mecanismos para asegurar el contacto entre las personas, a fin de evitar el aislamiento ocupacional. Incluso señala que, en caso de dos progenitores, se considera conveniente que las medidas de flexibilidad horaria se soliciten por ambos, garantizando la equidad de género y manteniendo un equilibrio en el reparto de tareas domésticas y cuidados familiares. Les felicito, y ahora les cuento el porqué.

En el Observatorio de Liderazgo en la Empresa de la UPF-Barcelona School of Management, hemos investigado cómo hay que liderar presencialmente y en remoto en tiempos de pandemia.  Y hemos visto también qué repercusiones negativas conlleva la sobreconexión digital, especialmente para las mujeres, que, ingenuamente, retardan su vuelta a la oficina para poder cuidar a los suyos, perdiendo oportunidades de promoción laboral (que se desarrollan en lo presencial) y aumentando sus cargas de responsabilidad familiares. El 94,7% de todos nosotros atendemos mensajes laborales fuera de nuestro horario laboral, aunque ello no aumenta nuestra productividad. Justo lo contrario, estamos tan estresados y fatigados digitalmente, que la sobreconexión nos genera percepción de soledad emocional en una nueva investigación que acabamos de publicar.

Desconectar digitalmente puede reducir los niveles de ansiedad. Y es muy recomendable dejar de utilizar el móvil al menos dos horas antes de acostarse, ya que la frecuencia de onda de la luz azul que desprenden las pantallas sobreestimula el córtex y reduce la producción de melatonina que necesitamos para dormir bien. La luz azulada confunde al cerebro; actúa como si fuera de día y aparece el insomnio. Las alteraciones del sueño están relacionadas con la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas y el cáncer. Dormir menos de ocho horas diarias compromete el estado de alerta, el ánimo, la eficiencia y la productividad.

El teletrabajo ha sido una buena salida durante la pandemia, pero no es la panacea. Y es que no se puede construir una cultura de innovación trabajando totalmente desde casa: la creatividad baja, el trabajo en equipo se resiente y la adhesión o sentimiento de pertenencia a la empresa decae. Por algo grandes corporaciones como Google, Facebook, Twitter y Square de Sillicon Valley rectificaron su oferta inicial de teletrabajar indefinidamente y reclaman a sus empleados volver a la presencialidad; eso sí, con mayor flexibilidad horaria y en unas oficinas espaciosas, soleadas, dónde haya ámbitos para el encuentro personal informal y tiempos lúdicos. Ir a la oficina debe constituir en sí mismo una experiencia agradable.

La regulación legal del teletrabajo y el derecho a la desconexión digital deja su concreción a los acuerdos en las empresas, los convenios colectivos y los contratos personales. Hace pocos meses, hemos visto cómo países como Portugal y Bélgica prohíben a los jefes enviar mensajes a sus empleados fuera del horario laboral. Que desde hace dos años el Ayuntamiento de Barcelona sea pionero en preservar los derechos y la salud y el bienestar de las personas que trabajan en casa es una buena noticia.  Sería bueno que otras Administraciones públicas siguieran su ejemplo y, por supuesto, que un mayor número de empresas privadas vayan sumándose a la red NUST (nuevos usos sociales del tiempo) en Barcelona, cuyos premios ya han llegado a su décima edición.