Ángel Villagrasa en una salida a la nieve / CEDIDA

Ángel Villagrasa en una salida a la nieve / CEDIDA

Gran Barcelona

Arranca el juicio del hombre que atropelló a su amigo y lo mató

Adrián le pasó por encima con el coche a su amigo Ángel a la salida de una discoteca de Cerdanyola en 2020

17 febrero, 2022 16:03

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El juicio del hombre que mató a un amigo suyo en julio de 2020 ha comenzado este jueves en la Audiencia de Barcelona con la presentación de los hechos a los nueve integrantes del jurado popular. El jurado será el encargado de valorar si los hechos quedan probados o no a partir de las pruebas que se presenten durante el proceso, que acabará el próximo 28 de febrero.

La Fiscalía pide 18 años de prisión y más de 200.000 euros en indemnizaciones para Adrián, que embistió dos veces seguidas su coche contra Ángel a la salida de una discoteca en Cerdanyola del Vallès.

SIMULACIÓN DEL ATROPELLO

El 12 de julio de 2020, Adrián H.M mató a Ángel Martínez, su amigo de la infancia cuando lo atropelló dos veces con su coche. Ocurrió una calurosa madrugada de verano tras una discusión entre ambos en una discoteca de Cerdanyola del Vallès. La muerte de Ángel a los 21 años, el mediano de tres hermanos, dejó a una familia destrozada. 

Sobre las 04.00 horas, Ángel, su hermano pequeño Jesús, de 18 años, y dos amigos más andaban por la acera de la calle de Montclar del polígono que acoge el barrio de la Farigola en la localidad barcelonesa. Poco antes, la víctima había discutido con su colega Adrián, después de que éste le faltara el respeto a Jesús y le golpeara, según Maria Luisa. El acusado del crimen y su amigo se separaron del grupo y abandonaron el club.

Entierro de Ángel Villagrasa en Ripollet / MARIA LUISA VILLAGRASA

Entierro de Ángel Villagrasa en Ripollet / MARIA LUISA VILLAGRASA

ATROPELLO POR LA ESPALDA

A las 04.20, Adrián se aproxima sigilosamente conduciendo su coche Fiat Punto con las luces apagadas hasta la posición de Ángel. Cuando detecta que su objetivo está separado del resto del grupo, pisa el acelerador subiendo su vehículo a la acera y atropella a su amigo por la espalda a 56 kilómetros por hora. La simulación policial del atropello muestra como el joven sale disparado, al menos, una decena de metros y se golpea fuertemente la espalda contra el suelo.

Si Adrián se hubiese marchado tras el primer atropello, probablemente Ángel seguiría vivo. Lo explica Álvaro Machado del despacho Vosseler, abogado de Marisa y acusación particular en el caso. Después del primer arrollamiento, el chico gravemente herido se levanta y empieza a andar dando tumbos. Mientras, el presunto asesino da la vuelta, vuelve a apuntar su vehículo contra su amigo y lo atropella por segunda vez, en esta ocasión a 66 kilómetros por hora. Ángel sale despedido a una altura considerable y su cabeza impacta contra el pavimento. Unos daños irreparables que le causarán su muerte pocas horas después en el hospital.

"ES UN CLARO CASO DE ASESINATO"

"Nos encontramos ante un comportamiento extremadamente peligroso y primario, que anuló toda posibilidad de huida y de defensa. La sociedad está en deuda con la familia de la víctima. Intentaremos, a través de todos los mecanismos legales habilitados, presentar al jurado un claro caso de asesinato y conseguir expulsar a este individuo fuera de la sociedad en la que, evidentemente, no puede estar", señala Machado.

Adrián tuvo la frialdad de circular, una tercera vez, por al lado donde yacía su amigo tirado en el suelo para comprobar su estado. Se quedó merodeando por el lugar y los Mossos lo arrestaron pocas horas después. 

De izquierda a derecha: Jesús, Marisa y Ángel / MARIA LUISA VILLAGRASA

De izquierda a derecha: Jesús, Marisa y Ángel / MARIA LUISA VILLAGRASA

PROBLEMAS ECONÓMICOS

La madre de Ángel sufre numerosos problemas psicológicos y físicos tras la pérdida de su hijo. Reclama asistencia médica las 24 horas, un servicio que no se puede costear. Sufre insuficiencia cardíaca y el sábado tuvo que acudir a un hospital tras sufrir un ataque. Tiene la tensión por las nubes y algunos músculos se le paralizan.

Su hijo era el principal sustento del hogar familiar en Ripollet donde vivía Marisa con Ángel y Jesús. El tercer hermano, el mayor, vive con su pareja y su hijo pequeño. Marisa denuncia su grave situación económica y sostiene que tiene muchas dificultades para comprar comida. "Desde que murió, no soy persona. No tengo ganas de reír y, cuando lo hago, me siento mal. Todo lo bueno me recuerda que él no lo podrá tener", explica.