El diccionario de la RAE, que es machista y patriarcal, define así la palabra virus: “Del latín virus 'veneno', 'ponzoña'. 1. Masculino.  Organismo de estructura muy sencilla, compuesto de proteínas y ácidos nucleicos, y capaz de reproducirse solo en el seno de células vivas específicas, utilizando su metabolismo. 2. Masculino. Programa introducido subrepticiamente en la memoria de una computadora que, al activarse, afecta a su funcionamiento destruyendo total o parcialmente la información almacenada”. El Diccionario del IEC, que es más de lo mismo en catalán, añade: “Individuo de un grupo de agentes infecciosos submicroscópicos”. “Parásitos endocelulares de plantas y animales.” Y aporta como ejemplo 3: “Cosa muy nociva o maligna. El virus del racismo”. Del virus informático precisa: “a menudo se crea con intenciones destructivas o ilegales”.

Empecinadas ambas instituciones académicas reaccionarias en perpetuar la discriminación de género y en no incorporar el correcto lenguaje inclusivo, sus diccionarios no contemplan la variante femenina de virus, que sería virusa, ni tampoco su plural, virusas. Mas sin embargo, las virusas existen, se mueven y se empoderan de todo cuanto contaminan. En defensa de la perspectiva de género, es una tarea esencial de obligado cumplimiento comenzar a reconstruir los restos del mundo que quede después de la actual pandemia (palabra injustamente femenina que habrá que cambiar y masculinizar). En consecuencia, hay que investigar y aportar ejemplos y ejemplas de cepas de virusas detectadas en la Comuna de Barcelona. Con especial atención preventiva y profiláctica a las autóctonas y a las llegadas de las afueras de la antigua Ciudad Condal, que son variadas y mutantes.

En unas primeras y urgentes aproximaciones al asunto, ya se conocen los orígenes de algunas virusas de pura cepa catalana. Entre las brotadas en la capital provisional de Cataluña --hasta que le toque el turno a la Inmortal Girona-- destacan por orden onomástico: Clarícia Irresponsativa,

Eliminata Palurdina, Galàctica Pinçada, Laietana Reguanyada, Llauna Borrascosa, Nutria de Giscar, Mosca Terribilis y Mutxellis Budellera. Del Ampurdán proceden: Mala Veïna y Pillarda Cadaquensis. Del Alt Urgell: Esterilitzadora Capellera. De Anoia: Albarda Vergera. Del Bages: Acni Gabiaire. De Osona: Martella Rovinada. Del Vallès: Empaitabisbes Molinada. Y de Occitania, epicentro de la República Francesa Nórdico Catalana: Mirona Boieta.

Estas y otras, que serán censadas tarde y mal por los servicios que lidera la primera autoridad local, reúnen alguna de las siguientes características o sospechas: ser, decir, escribir, destilar o propagar, ponzoña, cizaña, bilis, maldiciones, mentiras, ácidos, infecciones, tóxicos y cosas nocivas, malévolas, destructivas o ilegales. El único antídoto conocido hasta hoy es que, si se muerden la lengua, se autodestruyen en su propio veneno, por eso se inmunizan siendo más lenguaraces, deslenguadas y maledicentes.   

Hasta aquí, todo lo anterior es ciencia ficción y cualquier parecido con hechos o personas reales es casualidad. Sin ánimo de injuriar ni de faltar el respeto a nadie, al contrario que las virusas. Se trata sólo de un subproducto informativo causado por el ejercicio de una libertad de expresión otra vez confinada y en cuarentenas más o menos indefinidas.