La encuesta de Metrópoli Abierta trae cola. Y la trae por la airada reacción del candidato Manuel Valls. Su tuit indica, sobre todo, prepotencia. Esa que se adquiere en la cuna del jacobinismo más irredento. Las encuestas indican, siempre, tendencias. Unas tendencias que nuestra encuesta ratifica, y no es la única que envía al pelotón al candidato que vuelve a su ciudad natal después de probar la amargura del aceite de ricino en Francia.

La candidatura de Manuel Valls muestra síntomas de agotamiento. Quizás porque no consigue marcar la agenda, quizás porque su cacareada lista transversal no deja de tener tintes mediocres, con todo respeto para las personas que la forman. Casi se podría decir que para este viaje no hacían falta tantas alforjas porque los resultados de Valls son muy similares a la candidata Carina Mejías, que seguramente tiene menos glamour que el candidato francés, pero lo que sí tiene es tesón y ganas como ha demostrado en estos cuatro años.

Ciudadanos se lanzó a una candidatura en la que ha quedado desdibujado. Lo hizo al albur de su subidón en las elecciones, se daban por claros vencedores, y fichó a Valls, un candidato de relumbrón, aunque sería mejor decir que Valls fichó a Ciudadanos. Incluso mejor, Valls ha utilizado a los naranjas como un klineex, de esos de usar y tirar. Por mucho que Albert Rivera e Inés Arrimadas intenten apropiarse de Valls, éste se zafa de la aproximación a Vox y trata de marcar un perfil propio. Un perfil que le deja en tierra de nadie. Tanto, que ni consigue apropiarse de los votos de un Partido Popular que puede quedarse en una pura entelequia desapareciendo del consistorio de la capital catalana.

Ahora, para colmo de males, la errática política de Ciudadanos los ha desdibujado. Ya no son lo que eran. Ganar las elecciones en Cataluña no ha servido de nada y los ciudadanos de a pie le empiezan a pasar factura. VOX le come votos y el PP no cae en sus redes como soñaba el líder de los naranjas.

El sorpasso de Rivera sobre Casado se aleja a marchas forzadas, tanto como las expectativas de Valls a ser la candidatura más votada. El sueño de Valls se está convirtiendo en una pesadilla y todavía quedan dos meses de campaña. A Ciudadanos las campañas siempre se le han atragantado. Salen fuertes y a medida que pasan los días pierden fuelle. Valls dice que tiene encuestas que le dan mejores previsiones que la encuesta de Metrópoli Abierta. Puede ser. No seré yo quién lo niegue. Pero, un buen candidato reconoce sus puntos débiles y no menosprecia a medios independientes porque publican encuestas que no le gustan. Señor Valls, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Aplíquese el cuento. La prepotencia es mala consejera.