Una de las frases que el procés ha dejado para la historia dice así: Ara farem vacances, però quan tornem farem república. No creo que haga falta traducirla. No era un chiste, sino que la dejó ir en serio uno de esos próceres que ejercen de guía del pueblo, y la dijo en calça curta, con su gin tonic de veinte euros en la mano, dándole la espalda a una piscina que tiene en el jardincito de una casita en la Costa Brava, y uso los diminutivos con ironía, por si no se han dado cuenta. El personaje ilustraba así, en sus propias carnes y con sus propias palabras, tanto el clima de opresión y represión que sufre como la naturaleza revolucionaria del movimiento que acaudilla. Para más inri, no será ni ha sido ni el primero ni el último en lanzar diatribas patrióticas mientras se pega una vida padre.

En ésas estamos, en las vacaciones. No las mías, que aquí me tienen. Pero sí en las de ellos.

Vacaciones, y con tantas asignaturas pendientes. ¡Ay, la pedagogía moderna! Ahora mismo tenemos las Cortes Generales deshojando la margarita, para ver si tendremos o no tendremos gobierno cuando comiencen las clases. Visto desde fuera, da la impresión que los políticos españoles sacan nota en sacarse las pulgas de encima y pasarle el marrón a otro, pero suspenden en sentido de Estado, en negociación y, muchas veces, en respeto a la inteligencia. ¿Superarán los exámenes de septiembre? Dios dirá.

En Cataluña vamos a otro ritmo. De cara a la galería, el gobierno del muy honorable presidente Torra se ha colgado dos medallas de mucho lustre y tamaño en lo que va de curso. Una, al autorizar la venta al detalle de leche cruda. Otra, en la promoción de la ratafía. Muy sano todo. Lo demás sigue como siempre; es decir, no sigue. Por lo demás, el número de diatribas patrióticas procedentes de la Costa Brava y la Cerdaña va en aumento, como el tamaño de las piscinas y el número de gin tonics.

De tapadillo, la falta de presupuestos y la minoría parlamentaria de los amarillos obligará a «recortar» una vez más. Por ejemplo, 180 millones de euros en sanidad pública en lo que queda de año. Por el otro lado, parece que sobra el dinero para comprar los terrenos de no sé qué casinos a no sé qué banco por 120 millones. En fin, que me llegan noticias contradictorias, porque sobra para pocos y falta para muchos… y se van todos de vacaciones.

Pero les da igual. Comenzarán el curso que viene con una gran juerga. Como son procesistas, con una performance entre la plaza España y el Pueblo Español. Los participantes vestirán uniformes de color azul PP, muy propios. Luego seguirá la santa indignación por lo que diga el Tribunal Supremo, diga lo que diga, y se cocinarán nuevas elecciones a saber cuándo. La murga prevista, tan aburrida, tan deprimente.

Mientras tanto, en el Ayuntamiento de Barcelona, la alcaldesa repite.

El final de curso fue alborotado. Una tropa de abusones abucheó e insultó a la excelentísima señora alcaldesa, porque no soportaron verla recién elegida para el cargo por segunda vez. Eran procesistas y creían ver su patria mancillada por las manos de personas ajenas a su santa causa, colonos y tal. Muy democrático todo. La señora Colau echó unas lágrimas porque le sorprendió la verdadera naturaleza del procesismo. Luego colgó un lacito en el balcón para hacerse perdonar. Pero ¿por qué? ¿No ha aprendido todavía? La despreciarán lo mismo. ¿Todavía cree que ERC es guay, progresista y de izquierdas? ¡Señora…! Tanta candidez es enternecedora. Alguien tendría que recordarle quién era la señora Alamany y qué hace ahí.

Sí, Colau repite curso y tendrá que recuperar muchas asignaturas. En sus propias filas se lo recuerdan, y en las filas de los demás, también. No sé si ponerla a estudiar este verano, que buena falta nos hace a todos.