El dinero, el amor y el sexo mueven el mundo. Lo sé yo, lo sabe usted y, sobre todo, lo sabe Jaume Graells, un histórico del PSC de L’Hospitalet que hace unos meses tuvo un delirio de grandeza y ha dinamitado el buen gobierno de la segunda ciudad más poblada de Cataluña.

L’Hospitalet, a la sombra de Barcelona durante décadas, ha forjado un sentimiento de pertenencia muy arraigado desde la restauración de los ayuntamientos democráticos. El PSC siempre ha sido el partido hegemónico, ya sea con mayorías absolutas o simples, y sus alcaldes han tenido un largo recorrido: Juan Ignacio Pujana (1979-94), Celestino Corbacho (1994-2008) y Núria Marín (desde 2008). La estabilidad de su política local, por ejemplo, contrasta con las eternas turbulencias de Badalona, población que solo ha tenido una mayoría absoluta en cuatro décadas y con Xavier García Albiol (PP) en la alcaldía tras la dimisión del socialista Álex Pastor después de una borrachera mal gestionada en plena reclusión por la crisis del coronavirus.

Los logros de L’Hospitalet, históricamente, han sido utilizados por la oposición de Badalona para atacar al alcalde de turno y para denunciar que las poblaciones del Barcelonès Nord deberían tener un mayor protagonismo en el AMB. El pasado febrero, sin embargo, la estabilidad hospitalense empezó a resquebrajarse. Comenzó un show con tintes costumbristas que acumula tres detenciones por parte de la Policía Nacional, varios registros, una auditoría, una investigación por una trama de presunto desvío de subvención pública y tres renuncias.

En una ciudad con una densidad muy alta, con una población inmigrante muy superior a la media (ecuatorianos, marroquíes, peruanos, colombianos, dominicanos y chinos, principalmente) y muy castigada por la crisis económica de 2008, el deporte es un instrumento de integración imprescindible. Y su gestión recae en el Consell Esportiu, una entidad privada que recibe ayudas públicas, con seis de sus 12 representantes del Ayuntamiento de L’Hospitalet. Entre ellos, el denunciante Graells.

Representante del sector más catalanista de L’Hospitalet, Graells conocía perfectamente el funcionamiento del Consell Esportiu: sus órganos de gobierno, la dedicación vocacional, en muchos casos, de sus trabajadores y colaboradores, los pequeños gastos de muchas actividades, los pagos a árbitros, etcétera. En esta actividad, muchos abonos todavía se hacen en efectivo y en algunos, posiblemente, no se practiquen las retenciones correspondientes, pero acusar al Consell Esportiu de tener una doble contabilidad es otra cosa. Y, mucho más, si la denuncia responde al deseo no correspondido de su compañera sentimental de percibir un salario mayor que el de sus compañeros por su cara bonita.

Graells dice que tiene pruebas del delito, pero calla que Mercedes Hernández, su pareja, se apropió, presuntamente, de un ordenador portátil que contenía mucha información sobre la contabilidad del Consell Esportiu. Su reacción y ataques a sus antiguos compañeros responden, únicamente, a su deseo de satisfacer, económicamente, a la extravagante Mercedes, de quien se dice que es una persona de pocas luces y trato avinagrado pero muy ambiciosa, que alcanzó cierta notoriedad en el programa Cita a Cegues de 25TV.

El martes, Graells presentó su dimisión como teniente de alcalde y su futuro en el Ayuntamiento es incierto (aspira a seguir en el grupo socialista, sin competencias). Horas más tarde, Cristóbal Plaza y Cristian Alcázar anunciaron sus renuncias al Consell Esportiu mientras dure la investigación y el primero, además, renunció a sus responsabilidades como concejal de deportes. La tercera víctima es Eduardo Galí, director de la entidad, y sin vocación política alguna.

La crisis abierta por Graells también se explica por algunas discrepancias en el PSC de L’Hospitalet por motivos generacionales y, sobre todo, por la disputa para relevar a la actual alcaldesa. En la lucha por la primera secretaría de los socialistas en L’Hospitalet se enfrentaron Alcázar y Fran Belver, yerno y suegro, que se tiran los trastos por la cabeza y con victoria del primero en otro capítulo folklórico de la política local. De Alcázar (en el PSC desde hace 16 años) se destaca su formación y su oratoria, y estaba llamado a ser el sucesor natural de Marín a corto o medio plazo. Su futuro, hoy, es incierto. Demasiado. La avaricia y los delirios de grandeza del macho Graells han puesto patas arriba al gobierno municipal. La firmeza de Marín, al menos, ha parado el golpe, a la espera de noticias.