El presidente de Fomento del Trabajo, Josep Sánchez Llibre, ha organizado en la sede de la patronal catalana una serie de desayunos de trabajo, abiertos a la prensa, con los candidatos de las diferentes formaciones políticas a la alcaldía de Barcelona. Una cosa es no participar en política, como dice el dirigente empresarial, y otra que los empresarios no tengan información de primera mano. Los desayunos informativos, además, están presentados por nuestra compañera de Crónica Global, Cristina Farrés. Es decir, que los empresarios son solamente oyentes. Ni arte ni parte.

La serie de encuentros los inició la candidata de Junts per Catalunya Elsa Artadi, al día siguiente fue el candidato socialista, Jaume Collboni -acompañado por la ministra de Economía, Nadia Calviño, que no quiso estar ausente de este foro empresarial, importante para la ministra del ramo- y le han seguido Ernest Maragall, Josep Bou y Manuel Valls. La ausencia de la CUP es casi de libro aunque ha sido invitada su candidata, Anna Saliente, y, sobre todo, sorprende, la ausencia de la alcaldesa de Barcelona y candidata de los Comunes, Ada Colau.

Desde cierta izquierda dogmática y sectaria se repudia al empresariado. Como si los empresarios fueran un ente que sólo vota a la derecha, así sin matices y sin pluralidad. Cabría decir a quienes piensan así que lo hacen sin conocimiento de causa. Baste con mirar la Junta de Fomento para constatar perfiles progresistas o conservadores, unionistas o independentistas. Sin embargo, no hay peor ciego que el que no quiere ver y que los empresarios son “el enemigo público” lo ha demostrado Colau a lo largo de su mandato. En un infantilismo mediocre, la señora alcaldesa se refugia en ¡empresarios, caca!, los repudia y evita comparecer ante ellos, ella la reina de la transparencia.

Colau, la misma que se erige en la “reina del progreso social” ha sido incapaz de decir en estos cuatro años lo que dijo alto y claro el presidente de Foment cuando afirmó en el Cercle Financer de La Caixa, nada más y nada menos, que “la proporción existente hoy en las empresas en la retribución del capital y la retribución del trabajo no es la más adecuada. Los salarios deben permitir a las personas ganarse la vida. Es una obviedad que la crisis nos ha dicho que el contrato social que ha existido en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha quedado obsoleto. Hemos de formular un nuevo pacto social que mire al futuro”.

 Esta reflexión no es baladí y mucho menos si la realiza un dirigente empresarial porque pone el dedo en la llaga del problema social que se nos avecina en los próximos años. Que los jóvenes tienen un futuro incierto y que vivirán peor que sus padres. Para ello, la “maldita patronal” a la que odia Colau propone cambiar el modelo de relaciones productivas subiendo los salarios. Una osadía intelectual que mira al futuro con una mirada amplia. Otros prefieren mirarlo con miradas de vuelo bajo. Quizás porque no tiene nada que decir, la alcaldesa candidata prefiere vender humo que enfrentarse con un auditorio crítico. Las elecciones son el 26-M, aún tiene tiempo la señora candidata.