La serie del momento es, sin duda, “Chernobyl”, que se puede ver en Netflix y que además la comenta un montón de gente, por ejemplo en Twitter o Youtube. Es muy recomendable, ciertamente, de principio a fin. Y hablando del principios, sus primeras frases son las siguientes: “¿Cuánto cuestan las mentiras? No es que vayamos a confundirlas con verdades. El peligro de oír tantas es que ya no reconozcamos la verdad. ¿Qué haremos entonces? ¿Queda algo que no sea abandonar la esperanza y contentarnos con cuentos? En esos cuentos, da igual quiénes sean los héroes. Queremos saber de quién es la culpa”. Principios (o todo lo contrario). Mentiras (incluso en boca de quienes decían venir a combatirlas). Cuentos (para justificar incluso lo injustificable). Héroes (venidos a menos). Y culpa (o, en política, responsabilidad). Parece que hablen del culebrón postelectoral en Barcelona, ¿verdad? 
Y lamentablemente, este sábado, culmen de la cosa, con un Quim Forn llegado de Soto del Real, en el pleno donde Colau se erige en alcaldesa con los votos de quienes estigmatizan el independentismo y a sus protagonistas (entre ellos, Forn, sufriéndolo en su peor versión). Y eso que Colau dice tenerle todo el afecto, algo que por cierto no le habría impedido en ningún momento tachar a Junts per Catalunya de entre los partidos con los que se podía hablar de cara a la investidura y a formar gobierno. Como si fueran Vox. Eso sí, el candidato que tildó “de las élites” y que lo era de Ciudadanos le va a dar los votos clave para hacerla alcaldesa, y aún nos querrán hacer creer que nadie de las respectivas casas ha hablado de ello y que la cosa va a ser gratis total. Mentiras, cuentos, héroes (en este caso heroínas que ya hace tiempo que dejaron de disfrazarse de ello) y culpas repartidas a la hora de generar más desafección entre una ciudadanía que, sin duda, ante tal panorama y ante tanta hipocresía, quizás ya no puede reconocer una verdad en el discurso político. ¿Quizás porque ni los más “puros” parece que la aprecien y respeten? 
Porque, efectivamente, ¿cuánto cuestan las mentiras? En lo factual, lo veremos en esta legislatura donde Colau será alcaldesa y eso no se lo quitará nadie, pero que veremos en el día a día a costa de sacrificar qué de su programa o de una mínima acción de gobierno real y de activación de la ciudad. En lo intangible, el coste de tanta mentira se dejará notar en clave de distanciamiento y de escepticismo ciudadano respecto de todo lo que nazca de boca de los políticos (del color que sean). Se ha empezado a cobrar ya, sin duda. Ha empezado a sumarse ya a los carromatos de decepción que ya se acumulaban. Y, ante tal panorama, ya ni falta harían los cuentos que nos explicarán estos días para mirar de justificar lo que Colau y los suyos están en todo su derecho de hacer pero no de hacernos pasar por lo más lógico y normal.