El otro día amaneció con el suelo cubierto de hojas doradas. Los árboles desnudos danzaban al ritmo de una brisa con ambición de viento y horizonte de tempestad. Muy bonito todo, hasta que cayó un chaparrón y se montó el pollo de costumbre, con charcos del tamaño del Mediterráneo, los desagües atascados y el asfalto, maltratado por la quema de contenedores, mostrando su peor aspecto. Aun así, la lluvia tiene su encanto si no tienes ropa tendida, incluso teniéndola. Sirve, metafóricamente hablando, para echar agua sobre el fuego y hace florecer los paraguas. Y los árboles desnudos brillan con gotitas de plata.

Mientras la naturaleza sigue su curso, la estulticia prosigue con sus cosas, insensible al desaliento. Tanto es así que en la avenida Meridiana, una de las principales puertas de la ciudad, un grupo de personas se reúne desde hace ya no sé cuántos días para interrumpir el tráfico tan pronto anochece. Dicen representar al pueblo, no sé qué pueblo, ni con qué derecho, ya puestos, y su propósito es joder a sus vecinos más pobres y a los trabajadores del ramo del transporte. Curiosamente, no cortan los accesos del túnel de Vallvidrera ni las principales arterias de la «upper» Diagonal, ni acampan en las plazas de Sant Gervasi, sino que van a tocar los cojones a un barrio obrero. Porque, eso ya hace tiempo que lo sabemos todos, no soportan tener que convivir con gentes de rango inferior que no quieren sumarse a la causa.

Todavía me tiene que explicar alguien para qué sirven los cortes de la Meridiana. De verdad, ¿qué consiguen con eso? Supongo que la respuesta es el gozo del onanismo político-colectivo de un grupo de desocupados que se aburría en casa. El corte de la Meridiana les proporciona un propósito en su vida, alimentado por la cursilería de una fe sentimental en una legendaria patria, muy alejada de lo racional y razonable que debe ser el ejercicio de la política. Desde aquí insto a las autoridades a buscar distracciones y actividades culturales para esa gente: excursiones a Montserrat, clubes de lectura (si leen, claro), torneos de petanca, agrupaciones corales o clases de macramé; algo, lo que sea, pero ya. Esa gente necesita una ocupación como el pan que come. El procés, como es bien sabido, es la mayor organización para la gestión del tiempo libre del país y hay que competir con ello. ¡Pongamos imaginación en este asunto!

Otra opción es dejarse de tonterías. Me sorprende que la policía todavía no se haya puesto seria con esa tropa que parece tomarnos el pelo día tras día, sin propósito alguno más que estar por estar. Pero me sorprende más que el Ayuntamiento de Barcelona no haya puesto el grito en el cielo, clamando un ¡Vale ya! Como digo a menudo, el procés toma la forma del pueblo contra la ciudad, expresión dotada de muchos significados.

Quizá la autoridad municipal no tenga la fuerza de la Brigada Móvil para poner orden, pero tiene un cuadernillo de multas. Está en vigor la Ordenanza de Medidas para Fomentar y Garantizar la Convivencia Ciudadana, que recoge en su artículo 36 las multas que le pueden caer a uno por impedir el libre tráfico de los ciudadanos en los espacios públicos. Por impedir el tráfico rodado, la multa va de los 200 a los 300 euros. Supongo que podrían sumarse más multas a ésta, por bailar sardanas sin permiso o cosas así, pero dejo eso a discreción de los urbanos, que conocen mejor que yo su oficio.

Sí, yo los freía a multas. Cada día. Me presentaba con el cuadernillo y hasta acabar con todas las hojas. Quizá persistirían igualmente los cortes en la Meridiana, pero la recaudación podría apaciguar la subida de impuestos en la ciudad y una cosa por la otra.

No crean que soy un desalmado. Las ordenanzas ofrecen otra opción a las personas que cometen esta infracción. Cito: "En todo caso, estas sanciones podrán ser sustituidas, de acuerdo con la legislación, por sesiones de atención individualizada con los servicios sociales o por cursos en los que se informará a las personas afectadas de las posibilidades de que las instituciones públicas y privadas les ofrezcan apoyo y asistencia social, así como se les prestará la ayuda que sea necesaria", y créanme, necesitan ayuda urgente.