Los accidentes de bicicletas y patinetes eléctricos están aumentando ostensiblemente en los últimos años. Por un lado, es lógico porque el aumento de la circulación de estos vehículos se ha incrementado exponencialmente. Pero, por otro, se abre un interrogante. ¿Se conducen adecuadamente?

Mi particular respuesta es no. El Ayuntamiento dice que quiere recuperar la ciudad para los barceloneses reduciendo el volumen de tráfico rodado para hacer una ciudad más sostenible, y ha abierto carriles para bicicletas y patinetes para hacer más fácil su circulación. Sin embargo, el volumen de accidentes que aumenta en cada balance municipal indica que algo no funciona.

La calle no es suya, podría ser el común denominador. Las bicicletas y patinetes son vehículos, y como tales deben respetar las mínimas normas de circulación. Un simple paseo por Barcelona nos muestra un sinfín de desaguisados a los que hay que poner coto.

1. Los semáforos no se respetan, poniendo en jaque a los paseantes a los que el consistorio dice proteger y a los vehículos que en más de una ocasión se ven agredidos por estas acciones irresponsables.

2. Las bicicletas y los patinetes alteran, en función de sus necesidades, su posición en la vía pública. O sea, que son peatones atravesando a toda velocidad un paso de cebra para incorporarse sin solución de continuidad a su papel de vehículo. Si son vehículos deben comportarse como tales. El libre albedrío no tiene lugar.

3. La nueva configuración de la ciudad aumenta los atascos por la reducción de las vías, lo que obliga a patinetes y bicicletas a hacer verdaderas yincanas entre los coches con los riesgos que comporta. Los señores ciclistas y patineteros parece que están exentos de los problemas circulatorios.

4. El casco obligatorio no es una excentricidad.

5. Las bicicletas y los patinetes no pueden invadir las aceras. La realidad no dice que eso de no invadir aceras es una entelequia, y el peatón tiene que llevar las alertas encendidas en todo momento.

6. Los nuevos vehículos son para un solo ocupante. Sin embargo, es habitual ver a dos o tres personas en un patinete y no descarten que además vayan por la acera en actitud agresiva.

7. La velocidad máxima de los patinetes es de 25 kilómetros por hora. Casi la misma que un coche. Hagan la prueba y verán como los adelantan.

Seguro que podríamos encontrar más actitudes de esos que han llegado ahora a la gran urbe y se piensan que es una finca de su propiedad. Que peatones y coches deben ser erradicados y, además, con el visto bueno de las autoridades municipales. Si no pagas la zona azul o la verde, el Ayuntamiento es implacable. Si te saltas un semáforo, si conduces por la acera, si conviertes la calle en tu circuito de carreras personal, si no llevas casco, si te saltas los límites de velocidad, o si utilizas el ego vehículo y el ego peatón a tu antojo, no pasa nada. El porcentaje de multas ha crecido. Según los últimos datos del Ayuntamiento, hasta 66 vehículos de estas características son multados al día. Casi es una broma de mal gusto. ¿66? O hay dejadez o faltan policías. Esos policías que sí actúan con los coches. Si no hay una política de control y sanción esto puede ir a peor, y nos echaremos las manos a la cabeza cuando aumenten las víctimas de este tipo de accidentes. De momento, estamos haciendo el caldo de cultivo necesario. Deben saber que la calle no es suya.