Napoleón decía que si quieres que algo se demore crea una comisión. El Ayuntamiento de Barcelona cual discípulo aventajado del Emperador ha optado por crear no una, sino dos. Ambas con un mismo objeto sorprendente y contradictorias con el fin perseguido que no es otro que alcanzar la simplificación y la agilidad administrativa.

Todo empezó cuando en el pasado mes de octubre el pleno municipal acordó, a instancias del PP, constituir una comisión de estudio y propuesta. Para sonrojo público esta comisión ha tardado cuatro meses en designar a su presidente y aún está por determinar su composición restante y cuándo celebrarán su primera reunión para establecer futuros calendarios de trabajo y de comparecientes y posteriormente poder formular conclusiones para después elevarlas a un ulterior pleno municipal.

A ello deberá añadirse, pese a los meses transcurridos y a los que transcurrirán, que las propuestas acordadas deberán ser próvidas en expedientes administrativos que requerirán informes y, algunos periodos de información pública, e incluso se precisarán de nuevos acuerdos municipales para ser aprobados para que, por fin, algún día sean realidad o no.

No contentos con lo anterior, a nuestros munícipes no se les ha ocurrido nada mejor que constituir una segunda comisión para lo mismo, instada por Junts per Catalunya, y así fue aprobado en el último pleno municipal celebrado hace unos días. Aquel principio, básicamente penal, “non bis in ídem”, al final nos es penado administrativamente con dos comisiones iguales para hoy. Es decir, no se ha constituido aún la primera comisión creada hace más de cuatro meses y ya aprueban una segunda. En una su objeto es “la revisión normativa para eliminar aquellos trámites redundantes e innecesarios” y la otra pretende “reducir y simplificar la carga administrativa y modernizar su funcionamiento”.

Creo sería obligado que ambas comisiones se fusionaran en una sola, y dado que ambas se han aprobado para luchar contra la burocracia y en favor de la eficacia, habría resultado más certero todavía disolverlas antes de nacer. Tras su ya embarazosa inactividad de cuatro meses sería óptimo que los grupos políticos y el gobierno formularan ya sus actuaciones concretas sin precisar de más meses de demoras y audiencias de expertos para concretar sus propuestas.

Se supone que en las últimas elecciones municipales los candidatos y los partidos ya concurrían a los comicios con medidas rigurosas y detalladas en favor de la simplificación y de la eficacia municipal y que sus programas electorales fueron redactados tras un intenso diálogo con los actores sociales, económicos y ciudadanos de Barcelona.

Por lo tanto, en vez de constituir dos comisiones sería mejor presentar ya y aprobar propuestas de acuerdo concretas y poner en marcha las medidas de inmediato y asignándoseles los recursos humanos, técnicos y económicos necesarios.

La burocracia municipal lamentablemente es un impuesto añadido que deben pagar los emprendedores y los vecinos y un auténtico lastre para las actividades económicas e inversiones de ciudad generadoras de empleo y de riqueza y un engorro en demasiadas ocasiones para los ciudadanos cuando deben relacionarse con la administración.

Para impedirlo se quiere simplificar la administración y para ello no comparto que se promueven comisiones inoperantes e innecesarias y además duplicadas cuando sus conclusiones debieran estar ya redactadas y encaradas. Bien harían nuestros concejales en presentar propuestas concretas y útiles, y dejar de lado su minuto de gloria porque se les ha aprobado una comisión. Nos evitarían a los barceloneses la eternidad de tramitaciones administrativas que nos perjudican y fastidian a todos.