Confieso que me estimulan la innovación, un cierto riesgo, y la posibilidad de descubrir cosas nuevas, pero también sé disfrutar de lo que podríamos denominar “garantías de calidad”. Cuando alguien, por estas fechas, entre julio y primeros de septiembre, pronuncia el conjuro mágico Mas i Mas Festival, parece que, de repente, los astros se alinean. Uno se pregunta: y este año, ¿cuáles son las maravillas que no voy a perderme por nada del mundo?

Homenajes, necesarios ejercicios de memoria y obligadas miradas hacia atrás, singularizan esta edición del festival que ya estamos disfrutando en Barcelona. Hasta el 2 de septiembre, más de 160 espectáculos a todo jazz, y mucho más y más, con un deseado arranque, un luminoso tributo a uno de los grandes, Charles Mingus, una apoteósica misa laica en el santuario del Palau de la Música Catalana.

Qué delicia esa actuación de la  Clasijazz Orchestra, una fiesta de la inteligencia y la sensibilidad al servicio de la interpretación de una pieza inédita de Mingus, su Epitaph. Incommensurables Wayne Escofery, Daahoud Salim, Perico Sambeat y Enrique Oliver. Y es que, con este, ya van veinte años del certamen barcelonés para melómanos, iniciados y absolute beginners.   

Recordando, mirando hacia atrás, escarbando en los cajones oscuros de otras Barcelonas vividas y amadas, celebramos, gracias al Mas i Mas, los cincuenta años de la añoradísima sala Zeleste, territorio fértil para aquella música laietana de los años setenta. En aquellos tiempos de efervescente creatividad, uno de los grandes legados fue el de Gato Pérez, cantante-felino prodigioso, al que conocí y reconocí siempre. Esa escena de la música laietana, con su emblemático epicentro en el Zeleste (sito en la antigua calle Platería, hoy Argenteria), reivindica y pone en valor a cantantes del nivelazo de Jaume Sisa y Pau Riba y a formaciones como la Orquestra Mirasol o la Companyia Elèctrica Dharma.

Pero es que no solo de jazz vive el ser humano… Ni este festival. Por los diferentes escenarios del Mas i Mas también desfilan propuestas de flamenco, soul, electrónica, rumba, r&b, funk y urban music. En la variedad está el gusto. Una paleta de colores pensada para todas las estéticas y preferencias. El Grupo Mas i Mas aloja la gran mayoría de estos 160 conciertos en sus propias salas, es decir, en el Jamboree, en el Tarantos (Sala 2), en la nueva Sala 3 o en el electrónico espacio del Moog. Evidentemente completan el circuito festivalero el Palau y la sala Paral·lel 62.

Historica y sociologicamente cabe destacar que en esta edición número 20, los conciertos están felizmente llenos, cosa que no pasaba en un verano cualquiera en Barcelona de hace veinte lustros. En la ciudad, por aquél entonces, no quedaba ni un alma. Grandes citas jazzisticas de este festival para no perderse: Jerry Bergonzi, Michael Kanan, Bill Charlap, el ya clásico Jordi Rossy, Martín Díaz, o por ejemplo Ramona Horvath & Nicolas Ragueau. En cuanto a otras estéticas, más allá del jazz, interesantes propuestas como Tandoori LeNoir (garantia sí o sí), Hip Hop Horns Brass Collective, Carmen Doorá o Flamenco Queer.

El 2 de septiembre el Mas i Mas bajará su persiana musical en la antigua sala Barts (hoy Paral·lel 62), rememorando la figura de otro gran músico que he conocido de cerca, el virtuoso guitarrista Jordi Bonell. Barcelona a ritmo de jazz, y mucho Mas i Mas… ¡Déjense llevar!