Elefante en una gárgola del la Catedral de Barcelona / INMA SANTOS

Elefante en una gárgola del la Catedral de Barcelona / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

El elefante que sostiene el mundo desde la Catedral

Es una de las gárgolas más originales del templo, representa un paquidermo con un palanquín sobre el lomo y su significado sigue siendo un misterio

12 julio, 2021 00:00

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“Si la trompa se le rompiera, el mundo se hundiría” O eso dice la leyenda, aunque lo cierto es que ya se ha roto al menos dos veces, la última restauración se llevó a cabo en 1997… y, para bien o para mal, el mundo sigue igual. Este original ejemplar de paquidermo con palanquín forma parte, junto a la del toro y el unicornio, de la tríada de gárgolas más peculiares de las más de 160 que decoran la Catedral de Barcelona.

Su curiosa silueta se dibuja a contraluz sobre el ábside del templo y, encarada hacia el Palau del Lloctinent, no deja de sorprender a quienes por casualidad la descubren. Pero, ¿qué pinta un elefante en la catedral?

LAS GÁRGOLAS

Las gárgolas se empezaron a instalar en las iglesias góticas en el siglo XIII, en principio, para alejar de los muros el agua de la lluvia. Sin embargo, enseguida se se las supo aprovechar como elementos decorativos con finalidades vinculadas a la moral y a las creencias juedeocristianas. Un motivo que da que pensar, pues el elefante no es precisamente un animal muy conocido en la Edad Media, aunque Harun el Rashid, Califa de Bagdad, le regaló uno a Carlomagno el año 797 .

Al elefante se le han atribuido una enorme cantidad de símbolos en todas las mitologías antiguas. Si para algunos representa la templanza, para otros, la eternidad o la piedad, el soberano poder o los juegos públicos. Y siempre ha sido considerado como el animal más fuerte, así que no es extraño que en la tradición cosmogónica hindú exista la creencia de que el mundo está sostenido por un elefante. Además, este animal era el símbolo de la majestad del rey por el hecho de que nunca doblega las rodillas.

Y si a este poderoso paquidermo se le coloca un palanquín, como el que luce sobre su lomo la gárgola del Elefante de la catedral, bien podría representar una auténtica máquina de guerra: el mismísimo Anníbal así lo demostró, tal y como lo narra Judas Macabeu, en la lucha contra los persas.

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