Lo que empezó en 2019 como la conversión de 11 escuelas de la ciudad en otros tantos refugios climáticos en aplicación de un programa europeo de la mano del Ayuntamiento de Barcelona y financiada al 80% con fondos comunitarios FEDER creció hasta los 159 el año pasado y a 197 este verano.

¿Cómo ha podido obrarse el milagro? Pues fácil. Si en sus inicios la transformación consistía en instalar una fuente de agua, algo de sombra en el patio del centro escolar, además de reforzar su aislamiento térmico y de añadir algo de vegetación en esos colegios, en 2021 el consistorio incluyó 46 parques y jardines en su mapa de albergues contra el calor; también 19 instalaciones deportivas, 40 bibliotecas, 34 equipos municipales de proximidad y nueve museos. Ahora, ha añadido otra tacada de 38 espacios.

El presupuesto del programa original es muy modesto. De los cinco millones de euros del coste presupuestado, la ciudad solo se hizo cargo de uno, y cabe suponer que la práctica totalidad de esa aportación se ha destinado a la cartelería que ahora señala como lugares al resguardo de las altas temperaturas las pocas plazas arboladas de Barcelona, bibliotecas o algunos museos. Aunque, ojo, que nadie se llame a engaño, que si paseando por la plaza Glòries uno se decide a combatir el calor en el Museo del Diseño debe saber que tendrá que conformarse con refrescarse en el vestíbulo, exactamente igual que antes de que la Casa de la Vila lo incorporara a su red.

La campaña municipal ha sido acogida con humor por la gente, a la que el intento de colar un poster como un cambio real mueve a risa. Pero Barcelona en Comú no debería porfiar en este tipo de bromas porque la gracia no impide el malestar, sino que más bien lo agrava.

Ada Colau es el principal capital político del espacio a la izquierda del PSC en Barcelona y también en Cataluña. Probablemente, esa es la primera razón por la que se presenta a un tercer mandato contraviniendo los estatutos de su partido, la marca catalana de Podemos.

Los resultados de las elecciones andaluzas son un aviso para la opción que lidera la alcaldesa. Si ese espacio político (Yolanda Díaz, Escuchar, Sumar) había perdido en Andalucía un 30% de apoyo popular entre 2015 y 2018, tras el 19J ya acumula un 48%. Y es que los electores tragan con muchas cosas, está comprobado, pero huyen de las divisiones, las rencillas, la falta de seriedad; del ridículo, en definitiva. Y convertir un programa comunitario en una herramienta de propaganda tan poco sutil es demasiado estrafalario.

Quienes diseñan las ocurrencias de la alcaldía –“un refugio climático a 10 minutos de casa”, dicen ahora-- deberían tener presente que Catalunya en Comú perdió el 40% de los votos entre 2017 y 2021. Y entre las dos elecciones autonómicas, en las municipales de 2019, el 17,5%.