Políticamente no paran de advertirnos que la ciudad se prepara para "un otoño caliente". Exacto, como si los años anteriores se le hubieran antojado a alguien de fresquitos... La semana que viene se celebra la Diada Nacional de Catalunya y muchos volveremos a preguntarnos por qué los catalanes celebramos la fecha de una derrota. En mi caso, también me plantearé por qué en los sucesivos actos solemnes, mientras los mossos d'esquadra se engalanan su uniforme con espardenyes de veta azul, ningún representante público apuesta por este calzado tan patrio, elegante y cómodo en un día tan señalado y simbólico. Y no me refiero sólo a los independentistas. Porque si Inés Arrimadas en cada Feria de Abril se enfunda el atavío completo de flamenca; ¿por qué nunca le ha dado por vestirse de pubilla un 11 de septiembre? Claro que el traje de sevillana es uno de los atavíos folclóricos más bellos y apetecibles de lucir; pero la alpargata, la falda de lino con estampado floral o los mitenes (guantes de red) pueden tener también su rollo.   

Otro de mis habituales interrogantes ese día es por qué Cs y PP organizan la festividad entorno a paellas gigantes. Es el día de Catalunya, no de Valencia. Entiendo que la iniciativa gastronómica no es un guiño a los Países Catalanes... Entonces, ¿no sería más propio un pa amb tomàquet? 

Por la tarde, miles de ciudadanos llegados de todas partes de Catalunya se manifestarán como ya es tradición para pedir la independencia, convocados por la ANC, Òmnium y el AMI. La edición en que la camiseta corporativa pedía a gritos ser amarilla (#llibertatpresospolítics), será finalmente en un tono coral (ojo que produce un efecto tornasolado naranja...). Y otra vez, giré la etiqueta de la prenda para acallar mis dudas sobre si estaba hecha en Catalunya (sí, lo está). En otras ocasiones, fue polémico que las plataformas independentistas, teniendo una gran cadena textil en casa, se fueran a fabricar las camisetas reivindicativas de país a destinos tan lejanos y poco ecoéticos como Bangladesh… 

Si bien, este año el 11 de septiembre cae en martes. Eso da la posibilidad a que muchos barceloneses tengan la tentación de tomarse un puente y escaparse a la playa. Porque es cuando uno acaba de regresar de vacaciones cuando más anhela el descanso. Así que esa es la otra pregunta: ¿cuántos barceloneses aguantarán otra Diada en Barcelona?