Lo que no consiguieron los colectivos antisistema -incluyendo el ayuntamiento que dirige Ada Colau- lo ha acabado logrando una epidemia de origen chino. Mañana debía tener lugar una reunión para decidir si tiraba adelante la edición de este año del Mobile en Barcelona o si más valía anularla ante el escaso interés de los invitados por acudir a ella. La lista de bajas se incrementaba cada día y tanta prevención, aunque tuviese un punto de histeria, aconsejaba plegar velas: ¿para qué sirve dar una fiesta si no viene nadie?

La excusa universal para la inasistencia era el coronavirus de marras, pero, teniendo en cuenta que Barcelona no ha sido (aún) víctima de la peste, todo sonaba a maniobra políticamente correcta para disimular las pocas ganas que tenían los invitados occidentales y asiáticos de cruzarse con los orientales procedentes de China (aunque algunos de ellos llevaran dos semanas encerrados aquí en plena cuarentena). ¿Quién les decía a los chinos que se quedasen en casa y no vinieran a Barcelona a pasarnos sus miasmas? Parece que nadie: de ahí esa alusión general al coronavirus, no fuesen a acusar a nadie de racismo.

Tal como estaba el patio, lo más razonable era dejar el Mobile para mejor ocasión, pero nuestro ayuntamiento, con la en principio opuesta a las insostenibles pompas y glorias del cónclave Ada Colau a la cabeza, apuró el tiempo antes de darse por vencido y encajar las pérdidas económicas que va a sufrir la ciudad. Como ser cuántico que es, Ada está a favor y en contra del gran evento anual barcelonés de la telefonía móvil. Por eso apoya el congreso alternativo y anti Mobile que debería celebrarse en paralelo al original y al que nuestro ayuntamiento da ánimos y dinero, demostrando que es perfectamente lógico desear una cosa y la contraria cuando se dispone de una alcaldesa que, al igual que el mayordomo que preside y no preside la Generalitat al mismo tiempo, es y no es independentista de manera simultánea. Una vez anulado el Mobile, ¿tirará igualmente adelante el aquelarre de los anti Mobile o habrá que devolver al ayuntamiento el dinero que éste ha donado para llevarse la contraria a sí mismo?

Ante la previsible anulación, los hoteleros estaban que trinaban, pues siempre aprovechan para subir sus tarifas en fechas tan señaladas (la excusa oficial, que nadie se tragaba, es que Barcelona no puede renunciar a una entrada de capital como la que aporta el Mobile). Los dueños de los prostíbulos, por lo menos, no buscaban excusas: la anulación del congreso implicaba una importante pérdida de ingresos para putas y camellos, pues ya se sabe que el congresista medio, cuando ha puesto tierra de por medio con la parienta, solo piensa en beber sin tasa y en vaciar la bolsa escrotal. Para los restauradores locales también pintaban bastos, pues ese congresista medio no suele hacerles ascos a las comilonas, sobre todo cuando se las financia su empresa. Sin el Mobile, los únicos que salimos ganando somos los ciudadanos de a pie, que ya no tendremos que cruzarnos por la calle con borrachos de cuyo cuello cuelga una acreditación que asegura que, en teoría, su portador ha venido a Barcelona a trabajar.

Puestos a dar ideas a Ada Colau, yo creo que ahora es el momento de convertir el recinto ferial donde suele situarse el Mobile en un nuevo CAP que, unido al que debería instalarse donde se pensaba edificar el Hermitage de Toyo Ito y al que habría de sustituir al MACBA tras la necesaria expropiación de ese equipamiento seudo cultural para pijos, convertiría Barcelona en la capital mundial de la salud de sus ciudadanos. Apoyar y denigrar el Mobile al mismo tiempo está muy bien, Ada, pero las cosas hay que llevarlas hasta sus últimas consecuencias. La coherencia ante todo.