El coche, y la movilidad centrada en él, es casi sinónimo del ritmo de nuestra cultura industrial del siglo XX, de nuestra forma de vivir y de cómo hemos configurado los usos del tiempo, nuestras infraestructuras y nuestros espacios públicos. Sin embargo, sin entrar en debates del porqué, el cómo y el cuándo, es del todo cierto afirmar que estamos en los últimos años de esta cultura.

Esto es difícil para cualquier persona que ha sido socializada en la cultura del coche y es por este motivo que las empresas debemos realizar una tarea de pedagogía similar a la que deben realizar las administraciones públicas sobre la nueva movilidad del siglo XXI.

Nuestras ciudades serán un campo de batalla donde competirán nuevas formas de movilidad, que hoy la población ni imagina y están muy cerca de ser realidad: vehículo autónomo, drones etc.

En esta transformación, de la movilidad del siglo XX hacia una movilidad de cero emisiones del siglo XXI, Barcelona puede contar con una ventaja competitiva, y esa ventaja se llama 22@

El 22@ supuso en su momento adelantarnos como ciudad al cambio de modelo económico y prepararla para la cuarta revolución industrial hoy en marcha y por ello desde el 22@ aspiramos también a ser vanguardia, en Barcelona y a nivel global, de la nueva movilidad sostenible.

Aspiramos a ser un laboratorio urbano que experimente una movilidad sostenible, colectiva, respetuosa del espacio público, inteligente, amable. Una movilidad en definitiva que sea un elemento más que sume a la competitividad global de Barcelona.

Para ello, es necesario que expliquemos a la ciudadanía de forma pedagógica y aplicando medidas graduales el cambio económico, logístico, de usos sociales del tiempo y del urbanismo que vamos a experimentar durante los próximos años. Repito de forma gradual y pedagógica. Hoy en las conversaciones cotidianas la gente habla sobre los impuestos a la contaminación, sobre CO2 y el comercio de emisiones europeas, la generación de energía, el sharing de vehículos, la gestión de las plazas de aparcamiento y si la energía eléctrica hace que los coches sean más ecoeficientes o no, hemos pasado de discutir los límites de velocidad a incorporar la nueva movilidad de una forma asombrosa. 

En nuestro distrito, en el 22@ y como antesala de lo que debe pasar en toda Barcelona, necesitamos compromisos de las administraciones a largo plazo para empezar a hacer realidad esa nueva movilidad. Para avanzar en esa dirección, y después de la puesta en marcha de la plaza  de las Glòries como gran puerta de entrada al 22@ desde el norte, es imprescindible que se planifiquen, presupuesten y ejecuten las inversiones pendientes que garanticen un 22@ sostenible y adaptado a la nueva agenda urbana del siglo XXI com son la conexión del TRAM por la Diagonal, el desdoblamiento de esta infraestructura donde ahora hay vía única, ampliando la frecuencia de paso, la conexión de las líneas de metro 1 y 4, garantizando así una conexión circular en todo el distrito, o la ampliación del vestíbulo de la parada metro Glòries entre otros. 

Más allá del distrito innovador es imprescindible que las administraciones coordinen una agenda compartida para la implementación de la nueva movilidad sostenible para evitar la adopción de medidas unilaterales sin asegurar y garantizar el acceso de todos a las infraestructuras necesarias de transporte. De otro modo, la movilidad pasaría de ser un derecho a un privilegio. Una coordinación que debería plasmarse en una nueva ley catalana de movilidad y financiación del transporte público que regule también aspectos pendientes como las VTC o los vehículos de movilidad personal MVP. Una nueva legislación de movilidad basada en la seguridad, la sostenibilidad y la promoción económica. 

Que las prisas y los cálculos cortoplacistas de algunos políticos no dividan a la sociedad entre partidarios o no de la movilidad mediante medidas apresuradas y mal planificadas.