Camino en el poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

Camino en el poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

Gran Barcelona

Así se vive en las 500 barracas de Montcada: El campamento chabolista más grande de Cataluña

Centenares de vecinos y vecinas habitan las chozas, que forman un barrio donde se pastorean cabras y se trabaja en un huerto

2 febrero, 2022 00:00

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A orillas del río Besòs, decenas de cabras pacen en la hierba bajo la atenta mirada de su pastora. La mujer, acompañada de dos perros y un hombre, guía al grupo con la ayuda de una firme vara. El hombre sostiene en brazos un bulto pequeño y negro. "Acaba de nacer", comenta el señor, que engancha a la cría de cabra por las patas delanteras mientras la madre lo sigue de cerca. La comitiva inicia el camino de vuelta lentamente y asciende por la ladera en dirección a su hogar.

Centenares de chabolas se levantan a escasos metros de la orilla del río. Se encuentran en el municipio de Montcada i Reixac y forman un poblado entero que se extiende kilómetros a la vista. Llegar no es tan fácil: las dos vías de entrada son, o bien por la carretera de Sant Adrià a la Roca, o caminando un kilómetro por el Besòs, al que se debe acceder sin ayuda de ninguna rampa de acceso. Son las 500 barracas de Montcada.

Un pastor con su perro y cabras en la orilla del río Besòs / PABLO MIRANZO

Un pastor con su perro y cabras en la orilla del río Besòs / PABLO MIRANZO

VERJAS Y BARRERAS DE ALUMINIO

Como en un laberinto, las chozas se levantan a un lado y al otro de lo que parecen caminos improvisados. Los caminos, de tierra o barro, se extienden de manera irregular y desembocan en encrucijadas que conducen a un lado o a otro del poblado.

Todas las chabolas parecen iguales, pero a la vez tienen elementos diferenciadores. Muchas de ellas constan de barreras o chapas de aluminio a modo de paredes. Otras están formadas por verjas a través de las cuales se puede atisbar el interior y, las más endebles, constan de cañas. La máxima protección de las viviendas: los candados de las "puertas", también de aluminio, o un aviso pintado que se repite en la mayoría de barracas: "Perro peligroso".

'Aquí no se roba', una pintada en una puerta del poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

'Aquí no se roba', una pintada en una puerta del poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

SILENCIO

En todo el poblado reina el silencio. Nada de actividad ni bullicio. La estampa contrasta con el concepto de "olla a presión", que es como definió la alcaldesa del municipio, Laura Campos, al poblado y a la gente que en él "malvive". Lo cierto es que la basura se amontona en numerosas partes de los caminos y el asfalto es inexistente. La edil, en anteriores declaraciones a la prensa, ha denunciado la precariedad en la que viven los habitantes de las barracas, "sin luz, ni agua".

Dos mujeres charlan tranquilamente en la puerta de una de las primeras barracas. "Yo vivo aquí desde hace tres años. Poco os puedo contar, solo que estamos muy tranquilos", comenta una de las amigas a Metrópoli. La mujer es reacia a contar más detalles de su estilo de vida y se aleja hablando por teléfono. Cuando atraviesa la puerta, deja entrever el interior de su parcela. Gallinas y gallos se pasean por el jardín, también algún gato, y su vivienda es una caravana. "Las dos personas que murieron vivían más adelante, por el árbol aquel grande que se ve desde aquí", indica la otra amiga.

Basura en los alrededores del poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

Basura en los alrededores del poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

"VENGO A VER A UN AMIGO"

Durante el recorrido por la zona donde el pasado domingo, 9 de enero, aparecieron los cadáveres de dos personas que vivían allí, sale al paso un hombre con dos perros. "Yo no vivo aquí, he venido unos días solo", dice mientras atraviesa la verja de una de las barracas. Justo enfrente, otro señor trabaja en un huerto. "No soy de aquí", comenta. Es la respuesta más repetida. "He venido a ver a una amiga", dice una mujer que pasea por allí. Otro hombre aparece en uno de los caminos, vaciando agua de un cubo e indica que lleva poco tiempo por la zona.

Parece que nadie vive en las 500 barracas e incluso el Ayuntamiento de Montcada desconoce la cantidad de gente que vive en las chabolas. Sus habitantes se esconden y se niegan a responder a las preguntas de este medio. "Me pilláis ocupado", responde un chico que llega en coche y empieza a descargar bolsas de la compra del vehículo.

Huerto utlizado por jubiliados en el poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

Huerto utlizado por jubiliados en el poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

MUERTE POR ENCENDER FUEGO

El foco sobre el poblado se puso a principios de enero, con la muerte de una pareja. Un hombre y una mujer de 40 y 42 años fallecieron por intoxicación de humo, al intentar encender un fuego para calentarse. Un accidente que se repite, tristemente, en asentamientos sin luz donde viven personas sin hogar. 

El suceso hizo saltar las alarmas, aunque el poblado empezó a extenderse en 2008. Actualmente, también es posible encontrar coches abandonados y cantidad de chatarra acumulada, "la pobreza en su máximo esplendor".

Entrada a una casa en el poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

Entrada a una casa en el poblado de chabolas de Montcada / PABLO MIRANZO

LA ALCALDESA PIDE AYUDA

La alcaldesa Laura Campos pide ayuda y reconoce no poder asumir la gestión de la situación. Para Campos, el barraquismo “no es sólo un problema social de infravivienda”, sino que “también se trata de un grave problema de medioambiente”.

El Consorcio del Besòs, que coordina los diferentes proyectos en materia de infraestructura y urbanismo o movilidad local, ha estimado el coste aproximado de derribar las barracas: solo la gestión de residuos costaría más de tres millones de euros. Una cifra, según la edil de Montcada y Reixac, que el consistorio no puede asumir. Por ello, Campos asegura que no es la primera vez que pide ayuda a las administraciones: GeneralitatÀrea Metropolitana de Barcelona (AMB) y Diputació.