Varios cruceros atracados en el Puerto de Barcelona / PORT DE BARCELONA

Varios cruceros atracados en el Puerto de Barcelona / PORT DE BARCELONA

Economía

Cruceros (I): entre los millones y la congestión

El gran crecimiento de los cruceros en Barcelona plantea nuevos retos de movilidad y medio ambiente

1 marzo, 2017 21:57

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Hace ya muchos años que los cruceros forman parte del skyline de Barcelona. Hoteles flotantes que cada vez traen a más turistas a la ciudad y que, en consecuencia, están en medio de la polémica sobre la masificación de los barrios más céntricos y la política municipal de apostar por un turismo responsable. Como todos los debates sobre turismo, los cruceros crean controversias, algunas reales y otras sobredimensionadas.

En 2016, Barcelona recibió a 2,68 millones de cruceristas, un récord histórico que multiplica por cinco los datos del año 2000. Sin embargo, los pasajeros de puerto base -los que embarcan y desembarcan en Barcelona, que son 1,55 millones- se contabilizan dos veces, por lo que la cifra total de personas baja a los 1,9 millones.

Aun así, es un número muy elevado porque la mayoría de los cruceristas, sobre todo los pasajeros de tránsito -los que hacen escala en el puerto, que son 1,13 millones-, solo pasa una media de 4,3 horas en Barcelona. La gran afluencia de estos turistas ha disparado las críticas de asociaciones vecinales, que denuncian el colapso de ciertas zonas de la ciudad.

USO INTENSIVO DE LA CIUDAD

“Los cruceros de tránsito concentran a mucha gente en los mismos lugares, como la Sagrada Família o el Parc Güell. Es un tipo de turismo masificado y depredador que hace un uso intensivo de la ciudad y tiene un impacto económico reducido”, explica a Metrópoli Abierta el vicepresidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) y profesor de Economía Aplicada en la UAB, Albert Recio.

Tanto el Ayuntamiento como el Puerto de Barcelona son conscientes de esta situación y realizan reuniones de trabajo periódicas para encontrar un equilibrio entre los beneficios económicos y el impacto en el día a día de la ciudad. “Como puerto, los cruceros son una parte muy pequeña de nuestros ingresos. Nuestro esfuerzo para atraer cruceristas es en beneficio de la ciudad”, señala la jefa de Cruceros del puerto, Mar Pérez.

Terminal A de cruceros del puerto / PORT DE BARCELONA

Terminal A de cruceros del puerto / PORT DE BARCELONA


El impacto económico de los cruceros en Barcelona se estima en unos 875 millones anuales (2,4 millones diarios), según datos del puerto. Pero este impacto viene en su mayoría de los cruceristas de puerto base, ya que muchos deciden pasar dos o tres noches en la ciudad antes o después de coger el crucero, aunque a efectos estadísticos se computan como turistas normales.

Y precisamente son los pasajeros de puerto base los que quiere el consistorio. “Preferimos que el Puerto de Barcelona sea un puerto de base, no de tránsito, porque tiene un mayor impacto económico en la ciudad”, declara el regidor de Empresa i Turisme, Agustí Colom. El Ayuntamiento reconoce que la actividad de los cruceros ha crecido mucho en los últimos años y que no hay muchos estudios. “Los que hay son de parte interesada (como el del puerto) y a veces eso crea recelos”.

PERCEPCIÓN DISTORSIONADA

La jefa de Cruceros del puerto admite que monumentos como la Sagrada Família pueden saturarse, pero defiende que no es solo por culpa de los cruceristas. “Los pasajeros se reparten por toda la ciudad. Muchos de ellos son repetidores y las navieras buscan constantemente nuevos destinos para organizar excursiones, tanto dentro como fuera de Barcelona. No entendemos la demonización de este colectivo”. 

De los 30 millones de personas que cada año visitan Barcelona, los cruceristas representan el 6,3% del total

De hecho, de los 30 millones de personas que cada año visitan Barcelona, los cruceristas representan el 6,3% del total. “El desembarco de cruceristas suele dispararse en épocas en las que el turismo crece de forma general”, señala Colom, pero estos quizá se hacen notar más porque llegan en un barco de 300 metros de eslora y 20 pisos de altura. 

Además, la industria de los cruceros es un sector que trabaja a largo plazo y planifica las escalas con meses e incluso años de antelación, por lo que tanto el Ayuntamiento como el puerto pueden dedicar los recursos necesarios para preparar los desembarcos con tiempo.

MARGEN DE MEJORA

Como siempre, hay margen de mejora. El Ayuntamiento asegura que está en contacto “con las navieras para que los cruceristas no se acumulen en las mismas zonas de la ciudad”. En este sentido, la regiduría de Empresa i Turisme sopesa implicar a Bus Turístic para mejorar la distribución de los cruceristas y el Pla Estratègic de Turisme 2020 también incluye varias propuestas específicas para la gestión de los cruceros. 

El director de Promoción de Turisme de Barcelona, Josep Anton Rojas, considera importante que las navieras y las consignatarias (sus empresas representantes en los puertos) hagan un esfuerzo por “ampliar el portfolio de excursiones para evitar aglomeraciones”. Otra opción sería mejorar la oferta de excursiones fuera de la ciudad (actualmente ya hay a Montserrat, el Penedès o la Roca Village, por ejemplo), aunque para ello “las escalas en Barcelona deberían ser más largas”.

La FAVB pide que se “regule mejor” el turismo porque cada vez tiene más peso en la economía de la ciudad y es un sector volátil

Desde la FAVB también apuestan por fomentar los cruceros de puerto base como mal menor, pero piden que se “regule mejor” el turismo porque cada vez tiene más peso. “En este sector las cosas cambian muy rápido. Hay mucha especialización y competencia y puedes perderlo en poco tiempo”, advierte Recio.

LA CONTAMINACIÓN

La actividad de los cruceros tiene un fuerte impacto en el medio ambiente por las emisiones contaminantes que generan. Diversos grupos ecologistas, en colaboración con las asociaciones de vecinos, han denunciado los peligros que supone para la salud el uso de combustibles como el diésel marino, que contiene 100 veces más de óxidos de azufre que el diésel de los coches.

A pesar de que la industria naval está cada vez más concienciada, es un conflicto que viene de lejos y que tardará años en tener una resolución satisfactoria porque depende de múltiples administraciones y de la tecnología disponible. Puertos como el de Barcelona intentan ofrecer soluciones tanto a las navieras como a los ciudadanos, pero su margen de maniobra es limitado.

[La contaminación de los cruceros se trata en profundidad en la segunda parte de este reportaje, que puedes leer aquí.]