Uno de los inmuebles okupados en la calle Mare de Déu del Carmel, en El Putxet / DAVID GORMAN

Uno de los inmuebles okupados en la calle Mare de Déu del Carmel, en El Putxet / DAVID GORMAN

Sarrià - Sant Gervasi

Malestar vecinal por dos inmuebles okupados en El Putxet

Residentes denuncian inseguridad e insalubridad seis años después de la primera irrupción en uno de los edificios de Mare de Déu del Carmel

24 abril, 2021 00:00

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Hasta seis años denuncian llevar soportando las molestias ocasionadas por un numeroso grupo de okupas que viven instalados a punta y punta de la calle Mare de Déu del Carmel, en los números 1 y 17. Primero entraron al edificio ubicado en el 17, que estaba en obras pero que quedó a medio construir. Es propiedad de la Sareb. Y hace pocos meses algunos de ellos se trasladaron al otro, situado a escasos 30 metros, en la esquina con la avenida de la República Argentina, y que antiguamente había sido una oficina del Banco Popular.

En una conversación con Metrópoli Abierta, el presidente de la Associació de Veïns i Amics del Putxet, Francesc Ribera, lamenta que “los vecinos no pueden más” por la “basura a punta pala y las ratas” que, afirma, aparecen cada vez con más frecuencia en la zona. A la suciedad hay que sumar los malos olores, señala el responsable de la entidad: “Hay un pozo al que van a parar los orines y las heces de todos ellos”, detalla. Una degradación de la que han protestado, en numerosas ocasiones, ante los responsables del distrito de Sarrià-Sant Gervasi y del Ayuntamiento de Barcelona. “No nos hacen caso”, se queja a este diario.

La fachada del edificio okupado en el número 17 de Mare de Déu del Carmel / DAVID GORMAN

La fachada del edificio okupado en el número 17 de Mare de Déu del Carmel / DAVID GORMAN


La versión del presidente queda ratificada por Xesco, residente del edificio que está justo en frente del número 17. “Llegué aquí en 1982 y era un barrio maravilloso. Ahora es lo nunca visto. Parece el Far West”, verbaliza con fastidio. Señala como responsables del deterioro a los okupas de Mare de Déu del Carmel, mayoritariamente originarios de Europa del Este y que se dedican a la chatarrería.

DENUNCIAN UN AUMENTO DE LA DELINCUENCIA

Asegura que la okupación de los dos edificios ha hecho aumentar la delincuencia en El Putxet. Relata robos, peleas y trapicheos: “Al parking nos han entrado ya dos veces y han roto los cristales de varios coches. Mi hija aparcaba la moto delante de casa y se la desmontaron entera. Unos encapuchados con mazos reventaron la oficina de Viajes El Corte Inglés de la esquina… ¡Pero aún hay más!”, exclama. “Hace poco había tres personas a navajazos, a las doce del mediodía, en el cruce entre Hurtado y Craywinckel, a dos calles del Tramvia Blau. Y he visto más agresiones. Por ejemplo, unos hombres corriendo a bofetadas a una mujer a plena luz del día. La policía no hizo nada. Además hay camellos y droga en el barrio como nunca antes. Mi hijo los ha visto vendiendo en los tres bares que hay aquí abajo”.

Más allá de la inseguridad, también protesta por la falta de higiene. Asevera que el personal municipal les confirmó que, los inquilinos del inmueble abandonado, “antes hacían sus necesidades en lo que iba a ser el hueco del ascensor” pero que “ya se ha llenado y ahora lo hacen en el patio”. Y ahí es donde todos los restos se acumulan, tal y como explicaba igualmente el presidente de la Associació de Veïns i Amics del Putxet. Denuncia que algunos lo hacen directamente en la calle, entre contenedores de la basura o contra la pared. “Todo esto ha provocado las plagas de ratas que corren por los tejados, y las plagas de moscas y mosquitos que hemos tenido en los últimos dos años”, enumera Xesco.

Otra perspectiva del edificio okupado en el número 17 de Mare de Déu del Carmel / DAVID GORMAN

Otra perspectiva del edificio okupado en el número 17 de Mare de Déu del Carmel / DAVID GORMAN


“Yo he llegado a ver coches negros que descargan gente nueva en el edificio, actúan como auténticas mafias”, cuenta a este diario. Xesco ha mandado cartas al Ayuntamiento, a la Generalitat y al Gobierno, en las que exponía los hechos y pedía ayuda. “Unos no contestan y los otros me dan largas. Albert Batlle, consejero del distrito, ni se dignó a leer mi último escrito. Me siento muy solo en esto”, reflexiona. Y es que a pesar de haber solicitado la intervención de las administraciones, asegura que nada ha ocurrido en los últimos años. Comenta que tiene “miedo” en su propio barrio: “Algunos de ellos ya me miran mal. Estoy preocupado y no quiero más movidas”.

UN VECINO HA TENIDO QUE IRSE

La situación habría llegado hasta el punto que Josep, otro de los vecinos de Mare de Déu del Carmel, afirma que no le quedó más remedio que irse del piso en el que vivía. “Me lo he vendido para marcharme de esta calle. Okupas, suciedad… ¡la degradación de aquella zona! Ahora vivo en la calle Balmes, delante del Mercado de Sant Gervasi”, narra para Metrópoli Abierta.

Harto de compartir en redes sociales las imágenes del deterioro, y pedir responsabilidades a las administraciones sin respuesta alguna, Josep decidió largarse. En su cuenta de Twitter permanecen las fotos que dan muestra del incivismo en la calle o de los vecinos limpiando las aceras “por la ineficacia de los servicios del Ayuntamiento”, según sus propias palabras.

Una vecina limpia la acera de la calle Mare de Déu del Carmel / CEDIDA

Una vecina limpia la acera de la calle Mare de Déu del Carmel / CEDIDA


"LOS SERVICIOS SOCIALES TIENEN QUE ACTUAR", EXIGE OTRO RESIDENTE

Distinta es la experiencia de otro vecino –que prefiere mantenerse en el anonimato– y que vive sobre las antiguas oficinas del Banco Popular, también okupadas desde finales de 2020. Recuerda que durante semanas tuvieron que soportar ruidos prácticamente a diario y hasta altas horas de la madrugada. El motivo, que algunos de los hijos pequeños de las familias instaladas en el local jugaban gritando y corriendo por las noches. Aunque las llamadas a la Guardia Urbana habrían conseguido acabar de raíz con el problema.

Para este hombre, el foco debería estar puesto sobre las condiciones precarias en las que viven estas personas y las actuaciones necesarias para revertirlo. “Lo que tendría que preocuparnos es la insalubridad, que finalmente ha provocado también mayor suciedad y presencia de ratas”, apunta. Y lamenta la falta de medidas de seguridad: “Al principio algunos vecinos decían que los habían visto entrar con bombonas de butano. Ellos dicen que no. Ahora sabemos que el dueño les paga la luz y el agua para que el tema no vaya a peor. Para nosotros es un consuelo, la verdad”, explica. En el otro edificio, el del número 17, no hay agua corriente y la luz está enganchada.

“Los Servicios Sociales tienen que actuar. Ahí hay niños muy pequeños a los que nunca nadie ha visto ir al colegio”, expresa a Metrópoli Abierta. “Educación para todos, sanidad para todos y también una vivienda. Yo no tengo ningún interés en que esta gente malviva en la calle, pero esta situación tampoco puede alargarse. Si aceptamos que venga cualquier persona de fuera, hay que garantizar que lo haga en condiciones. La Administración no puede decir que los ayudará en todo y a la hora de la verdad no hacer nada”, lamenta.

Las antiguas oficinas del Banco Popular, en el número 1 de Mare de Déu del Carmel, ahora okupadas / CEDIDA

Las antiguas oficinas del Banco Popular, en el número 1 de Mare de Déu del Carmel, ahora okupadas / CEDIDA


LA VERSIÓN DEL AYUNTAMIENTO

Desde el Ayuntamiento de Barcelona indican a este diario que se ha aumentado la presencia policial y se han intensificado las labores de los equipos de limpieza en la zona. La Associació de Veïns i Amics del Putxet pide que se desalojen los dos inmuebles, que se desinfecten y sean tapiados; pero las mismas fuentes municipales confirman que no pueden proceder sin que haya una resolución de un tribunal, y que cuando eso ocurra quienes deberán aplicarla serán los Mossos d’Esquadra y una comitiva judicial, en ningún caso el consistorio.

Mientras no se resuelva el conflicto, el Ayuntamiento defiende haber enviado a los Servicios Sociales para que atiendan a estas personas si lo necesitan. “Pero no podemos obligarles a aceptar nuestra ayuda si deciden que no la quieren”, remarcan desde la alcaldía.