La histórica sala La Paloma, patrimonio de Barcelona / PABLO MIRANZO

La histórica sala La Paloma, patrimonio de Barcelona / PABLO MIRANZO

Ciutat vella

La Paloma volará tras la pandemia

El histórico local del Raval, que lleva 14 años cerrado, reabrirá como sala de baile con orquesta

18 diciembre, 2020 00:00

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A finales de los 70, en La Paloma, la histórica sala de música y baile de Barcelona, los clientes tenían motes. El local vivía una época dorada y cada tarde se llenaba. Muchos de los habituales tenían entre 70 y 80 años. Estaban 'el Tarzán', 'la Artista', 'el Tigre' y 'la Alcaldesa de la Paloma'..., recuerda Mercè March, madre del actual propietario, Pau Solé March, y alma mater del centenario negocio durante cuatro décadas.

"'El Tigre' era un enterrador del cementerio de Montjuïc, un señor muy bajito que siempre vestía con traje y una bufanda de color blanco. Solía bailar solo, rodeado de otra gente, y cuando lo hacía en pareja siempre se buscaba a alguien más joven", dice Mercè. Por aquellos años, los clientes habituales de La Paloma tenían su asiento fijo y cuando llegaba una persona nueva, 'la Alcaldesa de la Paloma' le decía dónde se tenía que poner... Otro personaje famoso era 'el Sheriff'. "Venía con su sombrero y su estrella en el pecho y simulaba atracar las entradas", comenta Mercè entre risas.

CERRADA DESDE FINALES DE 2006

Ahora, la situación es muy distinta. El histórico espacio lleva cerrado desde finales de 2006. Este Fin de Año se cumplirán 14 años. El Ayuntamiento de Barcelona lo clausuró por ruidos tras unas quejas vecinales, y desde entonces La Paloma no ha vuelto a levantar el vuelo . A lo largo de estos años, este periodista ha anunciado su reapertura en distintos medios. Siempre ha acabado pasando algo que lo ha evitado. La última ocasión fue en enero de este año. La apertura era inminente, pero la pandemia lo frustró. "Si no llega a ser por el coronavirus, ya funcionaría", subraya Mercè. Ahora dice que abrirán así que puedan, tras la pandemia del Covid-19.

A nivel técnico, la sala está pendiente de una última inspección –que no se pudo hacer en primavera– para recibir el visto bueno definitivo. La propiedad ha hecho todas las reformas para operar de nuevo: la obra de insonorización de todo el edificio, el cambio de las puertas de emergencia, la reforma del vestíbulo, la renovación de la instalación eléctrica... "Con la adecuación de la licencia, hemos tenido que hacer muchos mejoras, todo muy costoso".

HACER SUBIR Y BAJAR LA LÁMPARA CENTRAL

"Lo hemos ido haciendo poco a poco, con los años. Somos una familia, no una multinacional". Ahora queda ignifugar las sillas de terciopelo rojo y renovar las luces y el equipo de sonido. Mercè también quiere instalar, con el tiempo, un motor a la gran lámpara central para que se pueda mover. "Yo ya no lo conocí, pero décadas atrás se podía subir y bajar. Cada noche, cuando estaba a punto de cerrar, se tocaban los tres últimos tangos y la lámpara iba bajando. Así se sabía que la velada finalizaba".  

Mercè March, 'alma mater' de La Paloma / PABLO MIRANZO

Mercè March, 'alma mater' de La Paloma / PABLO MIRANZO


La idea de Mercè es que La Paloma, con un aforo para 1.000 personas, reabra como sala de baile con orquesta. "La idea es abrir con la formación ya en marcha y montarla con gente del Taller de Músics, una docena incluidos los cantantes". Las partituras serán las clásicas de La Paloma, con boleros, chachachás y tangos, y piezas más actuales. "Queremos que toquen también música para escuchar, para que los clientes puedan hablar mientras toman algo", explica Mercè. 

A esta oferta se sumará aquello que vaya surgiendo. Mercè avanza que quiere recuperar las tardes de La Paloma, y deja la puerta abierta a organizar veladas de boxeo o funciones teatrales. Lo que está descartado es que haya sesiones de discoteca con discjockeys hasta altas horas de la madrugada, el motivo del cierre en 2006. La sala seguirá acogiendo fiestas particulares y rodajes, por lo general de anuncios. Cuando La Paloma reabra tendrá una plantilla de unas 20 personas.

VICTORIA EN LOS TRIBUNALES

El cierre de La Paloma acabó en los tribunales, y hasta en dos ocasiones la sala ganó al Ayuntamiento. En 2010, un juez anuló la orden de cierre. A grandes rasgos, el magistrado concluyó que las mediciones llevadas a cabo por el consistorio para acreditar el exceso de sonido no eran fiables y reconocía que la sala estaba bien aislada acústicamente. "Recientemente, ha sido el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña quien nos ha dado la razón". Por el camino, los propietarios y el Ayuntamiento han firmado las paces. "Renunciamos a cobrar daños y perjuicios y aceptamos hacer las reformas que nos pedían", afirma. 

DEL BARRIO CHINO AL RAVAL

En 1977, tras casarse, Mercè convirtió La Paloma en su segunda casa –o quizá la primera–, y ahí sigue. Está situada en el corazón del Raval, entre las calles de La Paloma, del Lleó y del Tigre, y a pocos metros de la ronda de Sant Antoni. "Cuando llegué era el Barrio Chino puro". De puertas para afuera, la sala parece una nave industrial cualquiera –antes de abrir como salón de baile fue la fundición Comas y en sus hornos se forjó el monumento a Colón–, pero cuando se traspasan las cortinas rojas de la entrada, por la calle del Tigre, la vieja nave se transforma en una joya artística y modernista.

SALA ABIERTA EN 1903 

La Paloma, patrimonio de la ciudad, destaca por una lujosa decoración de estilo francés, una gran lámpara dorada que preside la pista de baile y las pinturas del techo de Salvador Alarma y Miquel Moragas, autores de las pinturas del Liceu. Oficialmente, el local abrió en 1903. El nombre no está claro de donde proviene, pero la hemeroteca cuenta que se tomó de una de las tres calles que rodean el espacio.

Otras fuentes revelan que la persona que urbanizó la zona tenía en el solar tres perros, Paloma, Lleó y Tigre, y que se puso a la sala el nombre de uno de ellos. “A mi me contaron que los perros eran del guardián de la fundición”, relata Mercè. Su marido, sin embargo, aseguraba que su tío-abuelo bautizó las dos salas que tenía, La Paloma y Cibeles, con nombres madrileños en honor de su mujer, oriunda de Madrid. La Cibeles ya es historia. Estaba en la calle de Còrsega y ahora se ha convertido en pisos dotacionales municipales y equipamientos.

Techo de la sala La Paloma / PABLO MIRANZO

Techo de la sala La Paloma / PABLO MIRANZO


AIRE "VERSALLESCO"

A largo de su historia, La Paloma también se ha denominado La Camelia Blanca y Salón Venus Sport. El negocio lo iniciaron tres socios, pero acabaron cediendo el local a Jaume Daura, un empresario de bebidas gaseosas, en condonación de una deuda. Quien se hizo cargo de La Paloma fue Ramón Daura, el hijo más bohemio de Jaume y tío-abuelo del que fuera propietario y marido de Mercè, Pau Solé.

Daura residió en París y allí se inspiró para dar a la sala un aire "versallesco". Las obras se prolongaron dos largas décadas, desde 1903 hasta 1928. La decoración es obra Manuel Mestre. En 1915 se construyó la galería del primer piso con los palcos, con cuatro escaleras, una en cada esquina. En 1919 se añadieron las molduras y los relieves dorados. Y en 1928, se colocó la gran lámpara central.

GALERIA DE TIRO DURANTE LA GUERRA CIVIL

Durante la Guerra Civil, la sala fue incautada y se utilizó como galería de tiro. En la posguerra reabrió. Para evitar la censura franquista, Daura se inventó un personaje, 'La Moral', que se paseaba por la pista con un bastón para separar a las parejas que bailaban demasiado agarradas.

Mercè añora especialmente los primeros años que pasó en La Paloma, cuando el Raval era el Chino y revoloteaban por la sala 'el Tigre', 'el Sheriff', 'el Tarzán'... "Les llamábamos los "bailaores palomeros". Era gente sencilla que disfrutaba de la vida. En verano, se levantaba tarde y se iba a la Barceloneta a darse un baño, y por la tarde venía a La Paloma a bailar. Eran representantes de la Barcelona canalla. Perfectamente, estas personas podrían haber salido en una película de Fellini".