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Ciutat vella

El dibujante Kap, en contra del desahucio de Can Lluís

El caricaturista pide salvar al histórico restaurante en una viñeta y carga contra los fondos buitre que se "cruspen Barcelona"

9 junio, 2021 00:00

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El dibujante Kap, conocido por sus publicaciones en medios como La Vanguardia, Mundo Deportivo y El Jueves, apoya a Can Lluís, el histórico restaurante que lleva más de un año cerrado tras ser desahuciado.

Kap, el apodo profesional de Jaume Capdevila, ha hecho un dibujo en el que aparece el restaurante de la calle de la Cera, en el que era habitual ver comer a Manuel Vázquez Montalbán, a punto de ser engullido por un especulador, con traje y corbata, tenedor y unos afilados dientes.

"ELS FONS VOLTORS ES CRUSPEIXEN BARCELONA"

En la caricatura se puede leer Salvem Can Lluís, els fons voltors es cruspeixen Barcelona. La imagen ha sido cedida por la mujer del propietario de Can Lluís, Júlia Ferrer, a Metrópoli con el permiso del dibujante. Can Lluís llevaba 92 años en el barrio del Raval. El titular del negocio es Ferran Rodríguez.

Caricatura de Kap sobre Can Lluís / CEDIDA 

Caricatura de Kap sobre Can Lluís / CEDIDA 


Can Lluís cerró el 14 de marzo de 2020, con la primera ola de la pandemia, pero el coronavirus no es la principal causa de que el establecimiento esté con la persiana bajada, explica Ferrer.

FIN DEL ALQUILER ANTIGUO

La peripecia para Can Lluís se inició en 2014, con el fin de los alquileres antiguos, y ha acabado ante el juez tras un desahucio "sin aviso". Por el camino, Can Lluís ha sufrido una okupación, un robo y el destrozo del techo del lavabo durante el temporal Gloria y que la propiedad no ha reparado.

Los problemas de verdad empezaron en 2017 tras la venta del edificio a un fondo inmobiliario, explica Júlia. Durante nueve meses se estuvo negociando un nuevo contrato, pero éste no se firmó hasta junio de 2018. "Había cláusulas que eran inaceptables", afirma.

3.000 EUROS AL MES

Con el nuevo alquiler, el precio se incrementó notablemente. "Pasamos a pagar 3.000 euros al mes y el contrato se hizo por 10 años". Hasta entonces el alquiler era de 900 euros. "Por el tipo de restaurante que tenemos, muy familiar, y nuestra política de precios, no podemos pagar esas cantidades", sostiene Júlia.

El restaurante Can Lluís, lleno de gente en 2017 / METRÓPOLI - ARNAU MAS

El restaurante Can Lluís, lleno de gente en 2017 / METRÓPOLI - ARNAU MAS


La situación del restaurante se complicó de forma importante en 2020. Júlia explica que la propiedad empezó a rehabilitar la finca para alquilar los pisos. Asegura que los trabajos en la fachada les destrozaron las puertas exteriores de barniz.

EL TECHO, DESTROZADO

En enero del año pasado, durante el temporal Gloria que azotó Barcelona, unas filtraciones de agua del primer piso hicieron caer el techo del lavabo de mujeres. El espacio tuvo que ser apuntalado. Según Júlia, durante 40 días, la propiedad les dio largas para no arreglar los destrozos. "Pretendían que los pagáramos nosotros, pero no nos corresponde", argumenta. Cuando cerraron, la reparación seguía sin haberse hecho.   

Durante el mes de febrero de 2020, el restaurante continuó abierto. "Utilizábamos un solo lavabo. Los clientes [muchos de ellos amigos de la casa] hacían cola. Todo el mundo tuvo mucha paciencia".

INFORME MUNICIPAL

Paralelamente, la familia Rodríguez-Ferrer presentó una denuncia al Ayuntamiento para que los técnicos municipales inspeccionarán los destrozos. Según Júlia, el informe del consistorio concluyó que correspondía a la propiedad pagar la reparación. El regidor del distrito Jordi Rabassa ha dicho en Twitter que el suyo es un caso de "especulación inmobiliaria". La familia opina que han sido víctimas de acoso.

Con la llegada de la pandemia, Can Lluís bajó la persiana y ya no ha vuelto a abrir. Los titulares del negocio intentaron hacer ver a la propiedad que no podían pagar 3.000 euros con el local cerrado. El suyo fue un diálogo de besugos. "Hemos intentado negociar, pedir ayuda, pero no ha habido manera". Júlia asegura que en abril y mayo de 2020 no les giraron ningún recibo y ellos no ingresaron directamente el alquiler porque asegura que la propiedad les debía 4.000 euros. 

UN COLCHÓN EN EL RESTAURANTE

La epopeya de Can Lluís no acaba aquí. En octubre de 2020, el restaurante sufrió un robo. El asalto acabó con destrozos -entre ellos, toda la parte informática- y pérdidas. "La luz saltó y se perdió todo lo que había en los congeladores". El robo era además una okupación. Dentro del establecimiento se encontraron hasta un colchón. Con este panorama, añade Júlia, "no podíamos abrir. No veíamos como solucionarlo", lamenta.  

El contacto con la propiedad acabó en diciembre de 2020, dice Júlia. Un mes más tarde, un vecino les alertó de que la persiana del establecimiento estaba levantada. "Pensamos que nos habían robado otra vez". Pero no era así. Cuando intentaron entrar, se encendió la alarma.

Collage con el suelo de Can Lluís, con la marca de la bomba, y una imagen de Vázquez Montalbán

Collage con el suelo de Can Lluís, con la marca de la bomba, y una imagen de Vázquez Montalbán


DESAHUCIO "IRREGULAR"

La propiedad había cambiado la cerradura y había dictada una orden de desahucio. De ello, les informaron los Mossos d'Esquadra. "Jamás hemos recibido un aviso de desahucio", asegura. Desde entonces, el caso está ante el juez pendiente de resolución judicial. La familia entiende que el desahucio es "irregular" y espera que el juez le dará razón. "Nos desahucian por dos meses". 

Hasta marzo de 2020, Can Lluís no había cerrado nunca. Ni siquiera durante la Guerra Civil. Solo por vacaciones y los domingos desde 1974.

UN CLÁSICO DE BARCELONA

El restaurante, para quienes no lo conozcan, es un clásico de Barcelona, uno de los mejores de cocina tradicional. Por él han pasado cientos -miles, seguramente- de actores, políticos, periodistas, escritores, intelectuales, músicos... Abrió en 1929, aunque años atrás a esa fecha era conocido como Can Mosques por los toneles con bacalao fresco secándose en las puertas que, en verano, atraían a las moscas.

Entre sus paredes hubo, en enero de 1946, un atentado anarquista. Murieron cuatro personas, entre ellas el abuelo y el tío de Ferran. El impacto de la bomba todavía se podía ver en el comedor interior.