Este gran edificio de Barcelona esconde una casa modernista: más de 100 años de historia

Barcelona es una ciudad con mucha historia. Las calles esconden edificios que hablan del pasado de la capital catalana. Su divulgación es imprescindible para mantener viva la memoria de nuestros antepasados, latente en la arquitectura barcelonesa.

En el distrito del Eixample se encuentran edificios de gran valor patrimonial. En la calle València, hace más de 120 años, el arquitecto Jaume Bayó i Font construyó una casa modernista, cuya fachada sigue intacta en el edificio de cuatro plantas en el que se encuentra “incrustada”.

Casa Josefa Playa

Su diseño no pasa desapercibido a los ojos de los barceloneses, que se detienen para tomar fotografías de lo que en 1901 fue bautizada como la Casa Josefa Playa. Jaume Bayó i Font (1873-1961), arquitecto barcelonés, estudió en la Escuela Técnica Superior de Barcelona, donde se graduó en septiembre de 1900. Posteriormente, fue ayudante de grandes genios modernistas como Lluis Domènech i Montaner y Antoni Gaudí, con quien colaboró en la Casa Batlló y la Casa Milà.

Casa Josefa Playa, de 1901, construida en el Eixample de Barcelona Històries de Barcelona

Este colaborador de importantes genios hizo su propio camino en solitario y llevó a cabo grandes obras, principalmente de estilo modernista, como la Casa Baurier, en la calle Iradier de Barcelona. La Casa Josefa Playa, en el número 572 de la calle València, es una de sus primeras obras. 

Detalles modernistas

En la planta baja destacan dos grandes entradas, una de ellas biforada, con una esbelta y delgada columna que la divide en dos. En la primera planta, destaca el balcón corrido, sostenido por dos ménsulas con detalles florales, que une las dos aperturas.

Detalles decorativos modernistas de la Casa Josefa Playa, de 1901, en el Eixample de Barcelona Històries de Barcelona

La barandilla es de piedra muy trabajada y en ella montan guardia ocho pequeñas bestias esculpidas con la boca abierta y las alas desplegadas. Por encima de las ventanas del primer piso, tres aperturas ciegas con decoraciones en piedra se refugian entre las pequeñas columnas, que simulan sostener tres arcos apuntados. Otros cuatro arcos, pero estos lobulados, y colocados boca abajo, forman el original coronamiento de la antigua casa, justo donde ahora arrancan las cuatro nuevas y modernas alturas que ha ganado el edificio.