Una imagen de War Requiem, en el Liceu / LICEU

Una imagen de War Requiem, en el Liceu / LICEU

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War Requiem… requiem por el Liceu

War Requiem es más bien una misa, un concierto, pero no una ópera, con lo que la temporada real del Liceu no comenzará hasta el Rigoletto, en diciembre

29 octubre, 2021 00:00

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Si comenzar la temporada con una ópera minoritaria, Ariadne auf naxos, en la que no intervenía el coro fue un despropósito, dedicar ocho funciones del calendario operístico a una pieza sinfónico-coral, sin argumento definido y dedicada a un público todavía más minoritario, es casi un suicidio, especialmente cuando el aforo ya puede ser, por fin, del 100%, cifra que no se alcanzará ni de lejos. Probablemente nunca conoceremos el número de entradas vendidas y, además, siempre estará el covid como excusa. Y eso a pesar de que el 30% de entradas se han puesto a un precio que, dicho sea de paso, ofende a los abonados a quienes el Liceu maltrata, asignando asientos sin orden ni concierto y ahora vendiendo entradas a la cuarta o quinta parte de su precio. Si hasta la fecha War Requiem solo se había representado en dos ocasiones en el Liceu, por algo será.

Esta es una obra para ver en una iglesia, tal y como se diseñó, o en una sala de conciertos, en el Auditori o en el Palau, pero no para ocupar un “slot” en nuestro calendario operístico. Si tanto le gusta al programador la obra, interesante sin duda, con un día o dos de concierto hubiese sobrado, especialmente cuando, de nuevo, no se programa Wagner ni zarzuela o cada vez hay menos ballet clásico de calidad. De mal, en peor. Probablemente que el Liceu esté cayendo en barrena a la vez que lo hace el Barça no sea casualidad, todo se engloba en la decadencia de nuestra ciudad. ¡La alcaldesa debe estar encantada!

La representación es, no obstante, más que correcta. Como deseaba el autor se ha elegido a un inglés, el tenor Mark Padmore, a un alemán, el barítono Matthias Goerne y a una rusa, la soprano Tatiana Pavlovskaya, porque esto va de la Guerra Mundial y este montaje se diseñó para conmemorar los 100 años del final de la primera Guerra. Todos los solistas más que notables, lo mismo que la orquesta, el coro titular y el coro de voces blancas, nada que objetar, más bien al contrario. Hay quien dice que a Josep Pons le gustan más estas obras que la Traviata o Carmen. Sea cierto o no la dirección musical brilla en su conjunto. Si acaso hay demasiado ajetreo en el escenario producido por los artificiosos movimientos de las más de las 120 personas que hay en escena, siguiendo las pautas de Ann Yee, que en ocasiones llegan a deslucir el trabajo de orquesta y coros, vestidos estos de una manera más bien gris y plana. La obra de Britten se entiende mucho mejor en un concierto, con un coro, sin adornos. Una sucesión de escenas sin conexión no aporta nada porque se trata de una obra sin libreto.

Una escena de 'Ariadne auf Naxos', la primera obra de la nueva temporada del Liceu / LICEU

Una escena de 'Ariadne auf Naxos', la primera obra de la nueva temporada del Liceu / LICEU


La base es una misa de requiem (con las clásicas estrofas de Dies irae, agnus dei, Sanctus,…) a la que se añade poemas de un soldado, Wilfred Owen, fallecido días antes de acabar la primera guerra mundial. Una misa de réquiem, ni más ni menos. Algo que abunda en la historia de la música y que tiene su culminación en el sublime Requiem de Mozart, en las antípodas musicales de este requiem de la segunda mitad del siglo XX. El montaje actual no solo es superfluo sino que distrae e incluso confunde en una obra que no es, ni mucho menos, apta para el gusto de todos los públicos.

La temporada de ópera del Liceu no se merece esta obra. Esto es no es ópera, es una misa, un concierto. En resumen, la temporada de ópera del 175 aniversario no empezará, de verdad, hasta diciembre, cuando podamos ver Rigoletto que, ojalá, sea bueno. Los preludios, de momento, decepcionantes o, más bien, en la línea descendente de un teatro que parece cómodo en la tercera división de la lírica. Parece que para escuchar buena ópera también habrá que irse a Madrid.