Imagen de la visita de Alexander Fleming a Barcelona en la primavera de 1948 / BCN.CAT

Imagen de la visita de Alexander Fleming a Barcelona en la primavera de 1948 / BCN.CAT

Vivir en Barcelona

La visita de Fleming a Barcelona, una inspiración en pleno 2020

Así fue el impactante paso del descubridor de la penicilina por la ciudad condal en 1948

13 abril, 2020 00:00

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En la primavera de 1948, el contexto de las personas que vivían en Barcelona era muy desagradable. En lo político, la ciudadanía se encontraba en plena dictadura franquista con una total falta de libertades individuales y colectivas como consecuencia de la victoria de los golpistas en la Guerra Civil Española. Y, en lo sociosanitario, destacaba la pandemia de la tuberculosis, que arrasaba por allá donde pasaba.

Sin imaginar este contexto no se puede uno figurar la importancia de la visita de Sir Alexander Fleming por aquellas fechas a la ciudad condal. Y es que durante los últimos días de mayo y los primeros de junio de ese año se sintieron aplausos y vivas en algunas calles de la capital catalana.

Lo más interesante de todo fue que éstos no iban dirigidos a ningún artista o deportista de élite de la época, sino que la ciudadanía vitoreaba un científico que vino a visitar Barcelona, en respuesta a la invitación del Dr. Lluís Trias de Bes, director del Hospital Municipal de Infecciosos. El ilustre visitante que aclamaban por las calles era, ni más ni menos, que el premio Nobel Sir Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina.

LA IMPORTANCIA DEL DESCUBRIMIENTO

Este descubrimiento fue, en parte, fruto de una casualidad al contaminarse una placa de cultivo, algo que ya había ocurrido en otras ocasiones. El acierto de Fleming fue fijarse y estudiarlo. Esto pasó en 1928, pero hasta el 1941 no se hicieron ensayos como utilidad clínica.

La Segunda Guerra Mundial y las necesidades médicas generadas por la misma hicieron que se extendiera el uso de la penicilina con rapidez a partir del año 1943. Un par de años más tarde, en el 1945, Sir Alexander Fleming recibió el premio Nobel de Medicina y Fisiología por su descubrimiento, junto con Howard Walter Florey y Ernst Boris Chain, con los cuales colaboró en las investigaciones sobre la penicilina.

Para los barceloneses de aquella época, el descubrimiento de este fármaco supuso un gran alivio porque pasó a ser la salvación de muchos ciudadanos atacados por la tuberculosis durante los años de posguerra.

EL HÉROE VIENE A LA CIUDAD

El científico y su esposa estuvieron un total de 12 días en Barcelona, entre el 26 de mayo y el 8 de junio del 1948, hace 72 años. Y, según afirman crónicas de la época, como por ejemplo la de La Vanguardia, quedaron gratamente sorprendidos del recibimiento de la gente. Ya estaban acostumbrados a las recepciones de las autoridades de los lugares donde iban, pero la acogida de la muchedumbre que se agolpó en las calles de la ciudad fue impresionante.

Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, visitó Barcelona con su mujer en 1948 / BCN.CAT

Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, visitó Barcelona con su mujer en 1948 / BCN.CAT


Así lo explicó el mismo Fleming en el discurso que ofreció el 5 de junio con motivo de la inauguración del Departamento de Investigaciones de l‘Hospital Municipal de Infecciosos, hoy Hospital del Mar: “Lo que nunca nos había pasado todavía en ninguna ciudad de todas las que hemos visitado es la demostración espontánea de aprecio de todas las clases sociales que hemos recibido en Barcelona”, aseguraba el escocés.

OVACIONADO A CADA PASO QUE DABA

Y es que la gente, cuando lo reconocían al encontrárselo por la calle, lo aplaudían y lo vitoreaban. Así lo narraba La Vanguardia en su edición del 28 de mayo de aquel año: “Pasaron también los señores Fleming por la Rambla, que recorrieron a pie entre ovaciones constantes del público.”

Y el mismo periódico, al día siguiente, explicaba la visita del descubridor de la penicilina en el Institut Britànic e indicaba que “al salir del Instituto, el profesor Fleming recibió el homenaje de una masa compacta de barceloneses que, informados de la recepción que se celebraba en el edificio, esperaron a los entornos para poder mostrarle su afecto y simpatía, cosa que hicieron con grandes aplausos que no pararon hasta que los señores Fleming subieron al coche.”

EL MOTIVO DE LA VISITA

Sir Alexander Fleming visitó Barcelona invitado por su amigo, el Dr. Lluís Trias de Bes, para la inauguración del Departamento de Investigaciones del Hospital Municipal de Infecciosos.

Además, durante los 12 días de estancia en la ciudad, el premio Nobel ofreció cinco conferencias: tres en el mismo Hospital, una en la Real Academia de Medicina, donde lo nombraron académico de honor, y otra en el paraninfo de la Universitat de Barcelona. La prensa de la época se hizo eco de la estancia de uno de los científicos e investigadores más importantes del siglo XX en la ciudad.

Sir Alexander Fleming, en su laboratorio / BIOGRAFÍASYVIDAS.COM

Sir Alexander Fleming, en su laboratorio / BIOGRAFÍASYVIDAS.COM


En la actualidad, en Barcelona hay dos lugares especialmente dedicados a la figura del científico escocés. La calle del Doctor Fleming, que va de la avenida de Sarrià al cruce de la ronda del General Mitre con la calle de Lázaro Cárdenas, y los jardines del Doctor Fleming, situados a la esquina de las calles de Carme y de las Floristas de la Rambla, donde hay un busto con una placa en que reza Barcelona a Sir Alexander Fleming.

UN PARALELISMO ATERRADOR

Trazando un paralelismo con la actual situación en la que se encuentra Barcelona y el conjunto del mundo, uno observa como algo destacable la ausencia de referentes en varias disciplinas. Entre ellas, la ciencia. Pero no es la única, ni mucho menos.

Es particularmente triste e injusto que en una época de falta absoluta de referentes a muchos niveles, ahora, justo cuando la pandemia del coronavirus ya está en plena expansión, la sociedad centre sus miradas en los científicos e investigadores.

NINGUNEADOS

Un sector, por cierto, que la clase política ha optado sistemáticamente por dejar atrás, especialmente desde la crisis económica del 2008, que acabó con una increíble fuga de cerebros. Numerosos científicos catalanes y españoles se han visto a lo largo de la última década empujados a la emigración, para intentar tener una vida digna, como una única tabla de salvación. 

Por todo ello, se hace muy difícil encontrar al nuevo Fleming a estas alturas de la película.