Plaza de La Puntual en Ciutat Vella / INMA SANTOS

Plaza de La Puntual en Ciutat Vella / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

La Puntual, un guiño a Santiago Rusiñol

En 2001, Barcelona rindió homenaje al artista colocando su busto en una plaza con el nombre del negocio del protagonista de 'L’auca del Senyor Esteve'

7 octubre, 2021 00:00

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En la Barcelona más antigua, aquella que quedaba dentro de las murallas, el crecimiento demográfico acumulado a lo largo de los siglos dio lugar a un aprovechamiento máximo del espacio que llevó a la acumulación de viviendas y dejó un mapa urbano de calles estrechas. Ante esta situación, los barceloneses se acostumbraron a llamar “plaza” a lo que, en otras circunstancias, no sería más que el ensanchamiento de una vía.

Ese podría ser el caso perfectamente de la plaza de La Puntual, situada al final de la calle Princesa, un espacio ganado al entramado urbano con el esponjamiento del barrio que supuso la apertura de la calle de Allada-Vermell, a mediados de los años 90 del siglo pasado. Justo en ese cruce de calles, casi apoyado en la medianera de un edificio, destaca un pedestal con el busto de Santiago Rusiñol. Hierático sobre el pedestal, su mirada se pierde en dirección al árbol que, unos metros más allá, completa el atrezzo mínimo con el que ese rincón parece justificar la categoría de “plaza” en la placa colocada a la derecha del ilustre artista.

La plaza de la Puntual fue bautizada así en homenaje al negocio familiar del protagonista de la novela L’Auca del Senyor Esteve, publicada en 1907 por Rusiñol. Y no es una casualidad que esté ubicada justamente en este punto de la ciudad. Muy cerca de allí, en el número 37 de la calle Princesa, se encuentra la casa natal del polifacético artista, donde pasó sus primeros 25 años de vida (¡ahí es nada!), a pesar de que siempre se le relaciona mucho más con Sitges que con Barcelona. Una austera placa sobre la entrada del edificio lo corrobora.

Un recordatorio demasiado discreto para la magnitud del personaje. Barcelona estaba de alguna manera en deuda él, y le compensó por fin en 2001, con motivo del 140º aniversario de su nacimiento, colocando el busto del que fuera uno de sus más ilustres hijos en la plaza que a su vez rinde homenaje a una de sus obras más populares. Seis años después se instaló el precioso reloj negro de estilo modernista que corona uno de los laterales de la plaza. Ahora sí, el homenaje estaba completo. ¡Mas vale tarde que nunca!

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