Pasaje de Sant Felip del barrio de El Putxet i el Farró / INMA SANTOS

Pasaje de Sant Felip del barrio de El Putxet i el Farró / INMA SANTOS

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Pasaje de Sant Felip: un paseo a finales del siglo XIX

En apenas 100 metros se concentran 17 casas, construidas entre finales del siglo XIX y principios del XX, con motivos típicos del modernismo y del novecentismo

7 febrero, 2022 00:00

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¿Lo escucháis? Silencio… Es un rincón de paz con un toque romántico en el barrio de El Putxet i el Farró, en Sarrià-Sant Gervasi, un viaje relámpago en el tiempo en solo 0,1 kilómetros, la distancia que separa (o une, según se mire) las calles de Gleva y de Saragossa a través del pasaje de Sant Felip

Los cuatro pilares de piedra de ambos accesos, los soportes de las farolas de gas en la entrada de Saragossa y las rejas de forja con detalles de plomo son solo algunos vestigios del proyecto urbanístico inicial que dan la bienvenida al visitante. En su interior, 17 casas de estilos arquitectónicos diferentes, desde finales del siglo XIX a principios del XX, se alinean a ambos lados en un curioso desfile colorido de motivos típicos del modernismo y del novecentismo.

URBANIZACIÓN DEL TERRENO

El origen del pasaje se remonta al 4 de marzo de 1875, cuando Francesca Pou, viuda de Volart y propietaria de un terreno que había pertenecido a Silvestre Farró, solicitó al Ayuntamiento de Sant Gervasi de Cassoles un permiso para la urbanización de un pasaje, en un terreno dedicado al cultivo de cereales y huertos.

El proyecto, del arquitecto Manuel Gispert, fue aprobado por el Ayuntamiento en 1875, aunque las primeras casas se empezaron a construir en 1877 bajo la dirección de diferentes maestros de obra (Lluís de Miguel i Roca, Joan Camps i Prats, Ramón Jané...). En el pasaje, de cuatro metros de ancho, estaba previsto levantar 24 casas (12 a cada lado), de unos 6,3 metros cada una, excepto las cuatro situadas en las dos entradas. Finalmente, fueron 17 casas de planta baja y azotea, con patios y jardines delanteros y traseros.

CASAS "A LA CATALANA"

En general eran casas de planta baja con azotea “a la catalana”, sobre las cuales, en algunas de ellas, destacaba un pequeño torreón con compartimento para los depósitos de agua y el palomar. Algunas de estas casas han desaparecido y se han sustituido por edificios mucho más modernos, otras se han rehabilitado y conservado manteniendo el estilo original y en algunos casos se han ampliado con una remonta.

Pero quien tuvo, retuvo, y el pasaje sigue conservando parte de su esencia, además de ese aire entre modernista y novecentista impregnado de cierto romanticismo.

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