El espectáculo de ballet 'Giselle', en el Liceu / LICEU

El espectáculo de ballet 'Giselle', en el Liceu / LICEU

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'Giselle' versión Blade Runner

Llamar 'Giselle' a un espectáculo de danza contemporánea en el Liceu, que está más cercano a una película de ciencia ficción que a un ballet, resulta un despiste

12 mayo, 2022 00:00

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Disfrutar de Tamara Rojo en una de las últimas actuaciones de su impresionante carrera acompañada por quien fue galardonado en 2018 como el mejor bailarín del mundo, Isaac Hernández y estando flanqueados por todo un ex bailarín principal del American Ballet, Jeffrey Cirio, es, de entrada, un lujo. Pero titular Giselle a un espectáculo de danza contemporánea inapropiado para un teatro de ópera es, simplemente, una nueva constatación del despiste e incapacidad de la dirección del teatro.

Este interesante espectáculo de danza contemporánea ni ha pisado ni pisará un teatro de ópera en esta su última gira. Y desde su estreno en 2016 esta producción del English National Ballet se ha representado en muy pocos teatros de ópera, el Real de Madrid, entre ellos. Solo la presencia de Tamara Rojo y el hambre de ballet puede justificar que una obra con gran parte de su música enlatada se represente en el teatro de las Ramblas.

MÚSICA IRRECONOCIBLE

La obra construida por el coreógrafo anglo-bangladesí Akram Khan con vestuario del chino Tim Yip, mundialmente reconocido por sus trabajos para cine de ciencia ficción y de artes marciales, Óscar al mejor vestuario incluido, resulta en un espectáculo interesante pero extraordinariamente alejado de una de las principales obras de ballet blanco de la historia en la que se supone se inspira. La música de Adam queda escondida y casi irreconocible en un arreglo de Vicenzo Lamagna con profusión de música electrónica y, sobre todo, un volumen excesivo. En algunos momentos los monstruosos bafles que coronaban el escenario rugieron a más de 100 decibelios, haciéndonos sentir como los patos de la Ricarda, tanto por el fragor del ruido, que no música, como por el despiste que produce llamar Giselle a un espectáculo más cercano a una película de ciencia ficción que a un ballet. En el inicio del segundo acto, con unas Willis permanentemente de puntas y un persistente latido electrónico, solo faltaba la voz del replicante Roy Batty para pensar que estábamos dentro de la genial película de Ridley Scott.

Una imagen del ballet 'Giselle' / LICEU

Una imagen del ballet 'Giselle' / LICEU

Giselle es amor, traición, arrepentimiento y perdón. Con mucha imaginación se puede encontrar esa esencia en la obra de Khan, aunque en el libreto se empeñan en hablarnos de demasiadas cosas, desde la danza india, el kathak a los movimientos migratorios, la resiliencia y las desigualdades de nuestra sociedad. Tanta cosa recuerda a los chefs que se empeñan en hacer platos con 30 ingredientes de todos los lugares del mundo y al final les queda algo tan poco reconocible que tienen que explicar demasiado el plato.

SITUACIÓN INCÓMODA

El Liceu se llenó porque ver a Rojo, Hernández y Cirio es un lujo que no se puede desaprovechar. Pero de nuevo la “sensibilidad” del Liceu con sus pacientes abonados brilla por su ausencia. Se supone que hay un abono de danza, todavía más maltratado que el abono de ópera o el general. Esta temporada solo ha habido tres espectáculos, o dos y medio ya que el de otoño, Winterreis, fue simplemente un insulto, y ahora a los abonados del turno de danza les privan del primer reparto. Increíble. Como increíble fue la rápida caída del telón. En demasiadas ocasiones el telón no para de subir haciendo incómoda la situación tanto para el público que va abandonando sus butacas como para los artistas. En esta ocasión, especial por ser la despedida de Tamara Rojo tanto del escenario como del Engligh National Ballet, alguien tenía prisa.

Esta temporada del 175 aniversario va camino, parafraseando al protagonista de Blade Runner, de desaparecer de nuestras memorias como lágrimas en la lluvia. Con suerte nos quedará para el recuerdo que vimos una de las últimas actuaciones de Tamara Rojo sobre los escenarios.