El mítico bar Tequila convertido en una panadería 365 / TWITTER HISTÒRIES DE BARCELONA

El mítico bar Tequila convertido en una panadería 365 / TWITTER HISTÒRIES DE BARCELONA

Vivir en Barcelona

Así es como el mítico bar de rock El Tequila del Gòtic se convirtió en una panadería franquicia

Repasamos la historia del rincón predilecto del 'heavy', el primer local que introdujo el rock en Barcelona y que acogió a la Sexta Flota de los Estados Unidos

26 noviembre, 2022 00:00

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Durante muchos años la calle Escudellers del Gòtic fue, por excelencia, el epicentro del heavy y del rock en Barcelona. Un punto de encuentro donde jóvenes, estudiantes, turistas y amantes del rock y el heavy de todas las edades convergían. En los años 60 la familia López Serna compró dos locales en esta arteria de la ciudad. Al primero lo bautizaron como Tabú en calle de Escudellers 26 y el segundo, ubicado en el número 28, recibió el nombre de Tequila. Lejos de imaginar el éxito que tendría en Barcelona, el Tequila se convirtió en uno de los primeros locales que introdujo el rock y el heavy en la capital catalana. Además de acoger a la Sexta flota de los Estados Unidos, fue un punto donde confluyeron diferentes nacionalidades albergando la riqueza cosmopolita que representaba Barcelona en aquella época.

Un conjunto de peculiaridades hicieron de este local un clásico de las noches barcelonesas. En honor a su nombre, se llegaron a servir más de una veintena de tipos de tequila distinto. El paso de los marines por este local condicionó su fisionomía: los taburetes se anclaron al suelo para evitar trifulcas violentas que habían terminado más de una vez con sillas volando por los aires. Las luces rojas iluminaban las noches en el Gòtic y un cartel donde se podía leer "pide tu disco" atraía a los turistas. Los vinilos de la época decoraban las paredes y la barra de un lugar que, tras más de 60 años siendo un icono emblemático para los amantes del rock, ha terminado convirtiéndose en una panadería franquicia que ahora sirve bollería industrial y cafés. Un final para El Tequila, el que tuvo en 2016, que no dista mucho de sus orígenes.

Calle de Escudellers en los años 60-70 / CEDIDA

Calle de Escudellers en los años 60-70 / CEDIDA

LOS PRIMEROS AÑOS DEL TEQUILA

"Cuando compraron el local del Tequila, mi abuela era quien lo regentaba. Era una cafetería de alterne en el Gòtic donde las prostitutas se encontraban con los hombres que pasaban por la calle", explica Álex López a Metrópoli. Álex es nieto del fundador del Tequila e hijo del anterior propietario, Francisco López Serna. "El porqué del nombre no tiene misterio... un mexicano le regaló un burrito a mi padre que se llamaba Tequila y le gustó tanto que así se quedó", explica Álex. Esta era solo una simbólica muestra de cómo las influencias internacionales fueron las que crearon el concepto de este mítico bar. "Con 15 años sacaron a mi padre del colegio y lo pusieron a trabajar en el Tequila. Fue lo mismo que hicieron conmigo cuando crecí, es un negocio que se ha mantenido por el compromiso de generación tras generación". 

Tropa de americanos en el tequila / CEDIDA

Tropa de americanos en el tequila / CEDIDA

Lo que empezó siendo un negocio familiar, terminó convirtiéndose en uno de los lugares más emblemáticos de Barcelona: "La cafetería de alterne no daba mucho dinero, así que cuando empezaron a venir los marines allá por los años 60, mi padre se adaptó a sus gustos y puso música para ellos. Los marines trajeron su cultura y el bar se hizo muy famoso gracias a ellos, mi padre tenía trato con todos los capitanes" asegura Álex. Así es como pasó de cafetería de alterne a un local de rock donde las camareras servían copas y acompañaban a los marines que atracaban en Barcelona. 

EL BAR PREFERIDO DE LA SEXTA FLOTA DE LOS ESTADOS UNIDOS

"El primer barco que nos visitó fue el USS Altair en el año 64, cuando el bar no estaba ni acabado", puntualiza Álex. "Todavía no habíamos ni abierto y ya vino la Sexta Flota de los Estados Unidos a gastar. Cada día venía un hombre del puerto a decirnos cuantos barcos atracaban y cuantos marineros venían. En función de eso, avisábamos a más o menos chicas". Estas declaraciones son de 'El Paquito del Tequila', así es como lo conocen sus amigos. Paquito tiene 73 años pero recuerda como si fuera ayer cuando los marines entraban por la puerta con sus uniformes blancos y largas barbas: "En una semana hacíamos caja para todo el mes, a partir de la una de la madrugada teníamos a más de 200 personas en el local. Los bancos de la barra los tuve que pegar al suelo porque volaban por los aires: peleas de marines, peleas de blancos contra negros... y todo lleno de mujeres". 

Marines de la Sexta Flota con chicas de compañía / CEDIDA

Marines de la Sexta Flota con chicas de compañía / CEDIDA

Esos años de gloria para el Tequila acabaron de golpe. Tras más de 20 años siendo el lugar predilecto de los marines, el 26 de diciembre de 1987 explotó una bomba contra un club de la Sexta Flota en la plaza del Duc de Medinacelli. Murió un militar y desde entonces, Barcelona dejó de ser un destino fijo para la US Navy.  A raíz de ese atentado, la afluencia de marines que frecuentaban la capital catalana se vio drásticamente reducido. Los marines cambiaron de puerto y el público del Tequila empezó a transformarse.

EL LOCAL QUE INTRODUJO EL ROCK Y EL HEAVY EN BARCELONA

Sobre los años 80, los Rockabillys empezaron a ir al local: "Ellos trajeron a los rockeros y luego a los heavies. Fuimos cambiando el estilo y renovándonos pero manteniendo la línea retro y la esencia rockera" explica Álex, "no había nada en Barcelona, tan icónico como el tequila, además estábamos al lado del puerto", añade. Este local ha sido escenario de varios grupos emblemáticos, entre ellos los Scorpions o Green Day. Llegó a reunir a un público diverso pero con un denominador común: la pasión por el rock: "El género del rock and roll es muy amplio, venían desde motoristas hasta universitarios".

El Tequila en la época de Heavy Metal / CEDIDA

El Tequila en la época de Heavy Metal / CEDIDA

El que fue el último propietario del local asegura que el heavy metal subió rápido pero no tardó en bajar: En 2008 llegó la crisis y de entre todos los locales que sufrieron el impacto económico, el Tequila no fue una excepción: "El tequila siempre ha sido el tequila pero en 2009 fue uno de los bares que resistió a duras penas, yo decidí irme de retiro espiritual y a los 4 años volví al bar por mandato de mi maestro", comenta Álex. 

LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL TEQUILA

Después de unos años duros marcados por la crisis, en 2013 Paco, el propietario del local López, decide jubilarse y su hijo Álex, decide tomar las riendas del negocio: "Decido renovarlo todo a nivel tecnológico y el negocio empieza a subir". Álex explica que el aforo permitido en el local era muy inferior al público que quería asistir. Estudió durante unos meses la viabilidad económica de intentar aumentar este aforo pero al final decidió vender el local: "le dije a mi padre que ya habíamos vivido grandes años allí y que era momento de retirarnos espiritualmente". En marzo del 2016, El Tequila bajó para siempre la persiana. El local quedó en manos de una inmobiliaria que años más tarde fracasó en el intento de convertirlo en un tablao flamenco. El turismo volvía a ser el protagonista de esta calle pero nunca volvió a ser lo mismo. El tablao cerró meses más tarde y en agosto de 2022 se adueñó del local la franquicia de panadería low cost 365.

El 365 en la calle de Escudellers, donde estaba el Tequila, en agosto / CEDIDA

El 365 en la calle de Escudellers, donde estaba el Tequila, en agosto / CEDIDA

Escudellers se ha convertido en una calle del Gòtic en la que se respiran sensaciones de todo índole. Desde el turista que pasea por el casco antiguo de Barcelona ajeno a la realidad que se vivió allí unos años atrás, hasta los nostálgicos que miran con una sonrisa ladeada a través de la puerta automática de la que ahora es una panadería. En el número 28 de la calle de Escudellers ya no se sirven tequilas ni se escucha rock bajo una luz roja y tenue inundada de vinilos. Ahora los turistas, en lugar de un Tequila Sunrise, degustan un café con leche y algún apetecible croissant que consiga llamar su atención a través de la vitrina.