Las dos caras de la Casa Comalat

La luna tiene dos caras, una visible dominada por planicies cubiertas de lava, y otra oculta más montañosa. Pues bien, la Casa Comalat vendría a ser algo así como una luna arquitectónica, ya que tiene... ¡dos fachadas!: la principal es simétrica y de aire más formal y la trasera presenta un estilo más libre y colorido. Nadie diría que ambas pertenecen al mismo edificio, y no solo porque dan a calles diferentes, sino también por el tratamiento recibido por cada una.

La Casa Comalat es un capricho que el industrial textil Joan Comalat Aleñá encargó a Salvador Valeri i Pupurull. Construida entre 1909 y 1911, está considerada un ejemplo de modernismo tardío por su tendencia decorativista de llevar la ornamentación hasta el último rincón.

ENTRADA POR LA DIAGONAL

La entrada principal está en el número 442 de la avenida Diagonal. La fachada es de piedra, pero, pese al fondo gris y liso, no pasa desapercibida por el trabajo escultórico sobre las ventanas y en las ménsulas de los balcones. Por no hablar del espectacular frontón con aberturas ovales y los relieves de guirnaldas, coronado por una cúpula decorada con cerámica verde vidriada, un toque de aire rococó.

Pero la sorpresa, lo inesperado está detrás, en la fachada posterior, en el número 316 de la calle Còrcega. Allí se acaba el formalismo y empieza la libertad, la originalidad de una fachada colorista, ondulante y sinuosa: tribunas irregulares, persianas enrollables, vitrales... Los mosaicos conquistan los alféizares de las ventanas sobre unos bajos elaborados en piedra artificial de tonos diferentes; una una fiesta de formas orgánicas y parábolas a lo Gaudí. Y cerámica, una abundante decoración cerámica policromada a cargo de Lluís Bru, que también se encargó la decoración interior. Una explosión de color que le da a esta esquina del Eixample un toque de fantasía.

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