Un grupo de escolares contempla el T-Rex de Cosmocaixa / JORDI SUBIRANA

Un grupo de escolares contempla el T-Rex de Cosmocaixa / JORDI SUBIRANA

Vivir en Barcelona

Una T-Rex junto al Tibidabo

Cosmocaixa exhibe hasta el 18 de febrero a 'Trix', un esqueleto de tiranousario de 12 metros largo y colmillos de 30 centímetros

17 noviembre, 2017 13:35

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El filántropo multimillonario, John Hammond, instala Jurassik Park en la isla Nublar, en medio del océano, a 190 kilómetros de Costa Rica. Allí quería exhibir distintas especies de dinosaurios clonados a partir de la manipulación genética. Sin embargo, en ocasiones, la realidad supera a la ficción y no hace falta ir tan lejos para encontrarse, cara a cara, con una feroz T-Rex.

Hasta el 18 de febrero, los barceloneses pueden contemplar a Trix, una hembra de T-Rex en Cosmocaixa, junto al Tibidabo, de 12 metros y una cabeza de metro y medio. Vale la pena acercarse a ver a la T-Rex. Barcelona es la única parada española de la gira de exhibición por distintos museos europeos. Pero si van, vayan con tiempo. Una trabajadora de Cosmocaixa explica que "cada sábado y domingo se acercan entre 3.000 y 4.000 personas a ver Trix. La cosa ha aflojado algo. El primer fin de semana, con 6.000 visitantes, fue la locura".

COMO UN AUTOBUS

Trix revive estos días en un altillo de la planta -5 del antiguo Museu de la Ciència. Nada más subir las escaleras, sorprende el tamaño del bicho. Es largo como un autobús de TMB. Y la posición de ataque, con la boca abierta, enseñando las fauces, no ayuda a dejar de sudar. Tenía colmillos de 30 centímetros. Uno se queda algo más tranquilo al ver que sólo son huesos, pero, por si acaso, mejor no perderlo de vista, ni darle demasido tiempo la espalda.

Trix, que toma el nombre de Beatriz, la reina madre de Holanda, fue hallada en Montana, donde vivió hace 67 millones de años. Se calcula que murió con algo más de 30 años (la media entre los de su especie era de 28). En la presentación en Cosmocaixa, el paleontólogo holandés y descubridor de Trix, Anne Shulp, explicó que la T-Rex fue hallada en 2013. Al desenterrar al animal, la sorpresa fue mayúscula. El esqueleto se encontraba cubierto de una fina capa de arena que había mantenido sin deformar la estructura de los huesos.

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Trix, en la exposición de Cosmocaixa / JORDI SUBIRANA

La dinosauria fue desenterrada por un equipo de 15 científicos en apenas dos semanas. Fue una tarea relativamente fácil. Primero encontraron la mandíbula, pero pronto comprobaron que el esqueleto estaba casi completo. Sólo faltaba la pata trasera izquierda.

Ahora, en Cosmocaixa, el animal se muestra entero porque la pata que le faltaba se ha reproducido de forma fidedigna con impresoras 3D y se ha completado con el pie de un dinosaurio que donó el Museo de Chicago. Trix es el dinosaurio mejor conservado del mundo.

MORDISCOS EN LA MANDÍBULA

Los estudios realizados han permitido comprobar que Trix era una hembra y que su vida fue algo accidentada. El esqueleto tiene múltiples heridas, incluso un mordisco en la mandíbula, fruto, seguramente, de los encontronazos y peleas que mantuvo con los de su especie u otros animales igual de feroces que ella.

En Jurassic Park, el T-Rex puede correr a unos 60 o 70 kilómetro por hora. Sin embargo, la realidad es otra. Shulp opina que estos animales superaban por poco los 20 kilómetros por hora, algo que se ha podido detallar por la distancia entre las huellas encontradas. Este viernes era día de visitas escolares y algunos chicos quedaban algo decepcionados. "En la peli va más rápido", soltó Xavi, de 11 años.

Junto a Trix, Cosmocaixa ha instalado una actividad con una bicicleta estática para comprobar si se puede ir más rápido que un T-Rex. La atracción incluye dos pantallas, una delante que simula un camino en la selva, y otra detrás, en la que se proyecta un T-Rex. La conclusión es sencilla: de haber vivido hace 67 millones de años y tener que haber corrido algunos kilómetros, hasta Dennis Kimmetto, que ostenta el récord mundial de maratón, con 2:02:59, lo hubiera tenido complicado para escapar a sus fauces.

Otra de las actividades permite pintar con sprays electrónicos la piel de un T-Rex en una pantalla. La ciencia no sabe del cierto cúal era el color de su piel. Aunque a los más jóvenes les gusta más otras atracción, junto a la de la bici. Se trata de una báscula que calcula el tiempo que estaría un T-Rex sin comer después de haber dado buena cuenta del que se está pesando. 

Sin duda, el futuro profesional de Shulp estará marcado por este importante descubrimiento. Ahora mismo, el científico trabaja en analizar una infección que padecía el animal y más adelante quiere conocer más cosas sobre su alimentación, por los restos encontrados en los dientes, y de su respiración, gracias al buen estado de la caja torácica.