Claire Cunningham en 'Give me a reason to live' / Hugo Glendinning

Claire Cunningham en 'Give me a reason to live' / Hugo Glendinning

Vivir en Barcelona

Claire Cunningham enseña los límites de su discapacidad en el Lliure

La coreógrafa y bailarina británica se inspira en los tullidos y mendicantes pintados por El Bosco para mostrar "lo que no puede hacer"

11 febrero, 2017 12:00

La coreógrafa y bailarina británica Claire Cunningham pone su discapacidad física al límite en la pieza 'Give me a reason to live' en el Teatre Lliure de Barcelona.

Si en su anterior visita a la capital catalana demostró hasta dónde era capaz de llegar con su cuerpo, en esta propuesta exhibe incluso hasta dónde no llega: "Antes mostraba hasta dónde era capaz de saltar, por ejemplo, pero ahora muestro hasta lo que no puedo hacer".

Adentrándose en la obra del pintor medieval El Bosco, Cunningham propone una pieza cruda sobre el juicio del alma y el cuerpo en base al imaginario de tullidos y mendicantes como posibles símbolos de pecado.

El relato trata de cuestionar la perspectiva del público sobre la alteridad y la diferencia, e invita a considerar la propia empatía, simpatía o indiferencia de cada uno.

Además de la creación y dirección, Cunningham interpreta esta pieza de cuarenta minutos, en la que también yace la historia de las víctimas discapacitadas del programa de eutanasia nazi Aktion T4 y las "actuales víctimas discapacitadas de la reciente reforma del Estado del Bienestar de Reino Unido.

DUALIDAD EMOCIONAL

A su juicio, estos episodios conectan con la idea de la discapacidad como gente "que no merece nada", conectada con la visión de los mendicantes como codiciosos.

La bailarina ha criticado que en Reino Unido, los discapacitados sujetos a los programas de bienestar deben demostrar constantemente que son discapacitados, mientras que por otro lado, tienen que demostrar a la sociedad que no lo son, "un círculo" en el que viven inmersos.

Esta "dualidad emocional" es la base de este espectáculo-memorial, que incluye música clásica -como la Cantata de Bach- en homenaje a la formación clásica de la coreógrafa, que entró en el mundo de la danza a raíz de un casting en el que buscaban a una bailarina discapacitada para un dueto.