Letrero de la calle de l'Arc del Teatre en el Raval / PABLO MIRANZO

Letrero de la calle de l'Arc del Teatre en el Raval / PABLO MIRANZO

Vivir en Barcelona

Calle de l'Arc del Teatre

Fue conocida por ser espacio de fiesta y placer, siendo su máximo exponente el burdel Madame Petit

6 febrero, 2021 00:00

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Una de calles de Barcelona con una entrada muy singular es la calle de l’Arc del Teatre. El último de los arcos de la fachada que decora el Teatro Principal es uno de sus accesos. Esta vía del Raval, que une la Rambla con la Avinguda de les Drassanes, debe su nombre al teatro más antiguo de la ciudad: el Principal. Sus orígenes datan de 1597 cuando el Hospital de la Santa Creu mandó construir la Casa de Comèdies. Después de infinidad de representaciones teatrales, operas, zarzuelas, partidos de pelota o incluso sede del Ateneu Barcelonès cayó en desuso, un abandono que ha llegado a nuestros días a la espera de ejecutar un proyecto que pretende reabrirlo como centro cultural y empresarial.

Gente paseando por la calle de l´Arc del Teatre en el Raval / PABLO MIRANZO

Gente paseando por la calle de l´Arc del Teatre en el Raval / PABLO MIRANZO


Esta estrecha y oscura calle se denominó hasta el 1854 d’en Trenta Claus, por estar adornada la puerta que cerraba el portal de la calle con treinta llamativas llaves, y, después, d’en Gaspar, propietario del solar en donde se erigió el Principal.

Un hombre camina por la calle de l´Arc del Teatre / PABLO MIRANZO

Un hombre camina por la calle de l´Arc del Teatre / PABLO MIRANZO


Fue conocida por ser espacio de fiesta y placer, siendo su máximo exponente el burdel Madame Petit (1889-1956) en el que cristaleras modernistas, hoy en el MUHBA, se mezclaban con mobiliario oriental en medio de un centenar de chicas. La fama de esta calle cruzó fronteras, era normal ver a los marines que atracaban en el puerto en bares de citas como el Kentucky. La fiesta flamenca también estuvo representada por el Tablao Villa Rosa en el que Carmen Amaya se inició en el baile. Autores como Jean Genet o González Ledesma plasmaron en sus obras ese ambiente de bohemia nocturna que era frecuentado por propios y extraños.