Fachada intacta de la antigua camisería Bonet en la Rambla / INMA SANTOS

Fachada intacta de la antigua camisería Bonet en la Rambla / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

Bonet: tres generaciones vistiendo a la burguesía

El emblemático comercio de moda de la Rambla cerró en 2002, pero ha conservado la decoración modernista

24 octubre, 2021 00:00

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A finales del siglo XIX y principios del XX, las tendencias de Londres y París marcaban la moda y mucha gente con visión de negocio viajaba a estas dos capitales europeas para estar al día en las últimas tendencias, comprar productos e importarlos. Así lo hizo la familia Bonet, que, entre viaje y viaje, vio la oportunidad y abrió en 1890 la camisería Bonet.

LA TIENDA DE MODA DE LOS BURGUESES

Ubicada en la Rambla, muy cerca del Teatre del Liceu, este comercio emblemático vistió a la burguesía barcelonesa “a la última” durante más de un siglo. La créme de la créme cruzaba la puerta en busca de elegancia, glamour, un toque recatado y a la vez moderno para su vestuario.

Tres generaciones de los Bonet estuvieron al frente del negocio, al pie del cañón tras el mostrador, hasta que bajaron la persiana en 2002. Actualmente las camisas, corbatas, vestidos y trajes han cedido su lugar a las elegantes figuras de porcelana de la firma Lladró. Sin embargo, pese al cambio de actividad, se ha conservado la decoración modernista original.

Rótulos esgrafiados intactos de la antigua camisería Bonet / INMA SANTOS

Rótulos esgrafiados intactos de la antigua camisería Bonet / INMA SANTOS


DECORACIÓN INTACTA

Así, en el interior, destacan las vitrinas de madera y los relieves con cenefas del techo. Y en el exterior, el edificio conserva su emblemática fachada con el clásico revestimiento de madera de caoba que ocupa la planta baja y el entresuelo, y también la vitrina original, enmarcada por dos letreros dibujados sobre la lámina metálica, clara influencia del secesionismo vienés, al gusto de la época.

“Bastones”, “guantes”, “géneros de punto”, “camisería y corbatería” anuncian los enormes rótulos esgrafiados sobre vidrio, robándole protagonismo a un discreto Lladró, en letras blancas sobre el toldo negro. Y es que 112 años de existencia, no los borra así como así, de un plumazo, ni la mejor porcelana de decoración.

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