La Casa Arnús, un auténtico castillo en la parte alta de Barcelona, a los pies del funicular del Tibidabo / INMA SANTOS

La Casa Arnús, un auténtico castillo en la parte alta de Barcelona, a los pies del funicular del Tibidabo / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

Un castillo a los pies del Funicular del Tibidado

Enric Sagnier proyectó en 1903 un palacio de inspiración medievalista con torres y tribunas a los cuatro vientos para el médico y banquero Manuel Arnús

4 agosto, 2021 00:00

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Es uno de los mejores ejemplos del modernismo de inspiración medievalista que triunfó en Cataluña entre los siglos XIX y XX. La Casa Arnús, emergí como un auténtico castillo en la parte alta de Barcelona, a los pies del funicular del Tibidabo, en mitad de un bosque de pinos en el interior de la montaña de Collserola. De ahí que sea conocida también como El Pinar.

Fue proyectada por Enric Sagnier en 1903 como residencia particular para el médico y banquero Manuel Arnús Fortuny, que fue director de la banca fundada por su tío, Evarist Arnús y posteriormente fundó la Sociedad Anónima Arnús-Garí.

UN AUTÉNTICO PALACIO

El resultado fue un auténtico palacio de grandes dimensiones organizado en torno a una estructura en forma de cruz con tejados a dos aguas, cubiertos con cerámica coloreada. Destacan las tribunas a los cuatro vientos y dos puntiagudas torres, una octogonal y otra cuadrada, rematadas por una cubierta cónica, que se alzan imponentes en la cara oeste y le dan un particular aire de castillo de cuento de hadas. La fachada es de piedra –como la caseta del guarda que recibe al visitante en la entrada principal– y está decorada con esgrafiados.

No se puede visitar, pero el diseño del interior fue realizado por Joan Busquets y, según la documentación, los motivos vegetales cubren paredes y techos. Y, por supuesto, cuenta con una amplia y noble escalinata de mármol que conduce a los pisos superiores.

La casa no salió muy bien parada de la Guerra Civil. Como otras mansiones de la época, en 1936, fue ocupada y destinada a acoger a los refugiados que huían de los fascistas. Después del conflicto, quedó abandonada y se fue degradando tanto por dentro como por fuera hasta que pasó a manos de las Hijas de la Caridad de Sant Vicenç de Paül. La Fundación Asepeyo la compró en 1976 y se encargó de restaurarla para instalar su sede corporativa.

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