El primer exoesqueleto infantil del mundo se pone a prueba en el Hospital Sant Joan de Déu

El primer exoesqueleto infantil del mundo se pone a prueba en el Hospital Sant Joan de Déu

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Barcelona estrena el primer exoesqueleto infantil del mundo

El hospital de Sant Joan de Déu lo incorpora a su servicio de rehabilitación

29 noviembre, 2017 16:45

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El Hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona ha sido elegido para poner en marcha un programa pionero a nivel mundial. Se trata de las utilzación en pacientes del primer exoesqueleto infantil del mundo que podrá ser usando en niños que padezcan una atrofia muscular espinal, una enfermedad degenerativa que les impide caminar. El hospital infantil tendrá a prueba este dispositivo durante el próximo año.

Este exoesqueleto ha sido desarrollado por la doctora en robótica Elena García, en colaboración con el del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el propio hospital, y está diseñado no para rehabilitar a los enfermos, sino para “retrasar la degeneración que conlleva este tipo de afecciones neuromusculares”. Además, el exoesqueleto es capaz de ir adaptándose de forma automática tanto a la evolución de la enfermedad como al crecimiento del niño.

El aparato está fabricado con titanio y aluminio, lleva baterías de litio recargables y unos sensores y motores que, gracias a unos soportes denominados órtesis, imitan el trabajo que hace el músculo, permitiendo a los usuarios obtener la ayuda necesaria no solo para mantenerse en pie, sino para caminar.

SIETE MÁS

La especialista Elena García, cofundadora de la empresa madrileña Marsi Bionics y principal impulsora del exoesqueleto, que pesa unos 12 kilos, ha asegurado que están fabricando siete nuevas máquinas para que otros tantos hospitales puedan probarlos en pacientes durante algún tiempo. Cada unidad cuesta unos 30.0000 euros.

En los ensayos realizados hasta el momento, el resultado ha sido muy satisfactorio, confirma la creadora del exoesqueleto. No se han descrito efectos secundarios y los niños, además de tener movilidad, obtienen otras efectos positivos, sobre todo a nivel psicológico. Todo ello ayuda a los pacientes a retrasar el desarrollo de la enfermedad, sobre todo porque el ejercicio de los músculos retrasa los efectos negativos de la dolencia, dentro de lo que supone convivir con la atrofia muscular espinal. Por ello, los menores podrán moverse de manera autónoma, sin depender de una silla de ruedas, y podrán ir con ella al colegio.