La Carbonería, en el 30 de Comte d'Urgell / Google Maps

La Carbonería, en el 30 de Comte d'Urgell / Google Maps

El pulso de la ciudad

Una promotora inmobiliaria compra La Carbonería

La finca de Sant Antoni está catalogada como patrimonio arquitectónico de la ciudad, por lo que cualquier alteración necesita la aprobación municipal

28 marzo, 2017 16:10

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La Carbonería, el primer edificio del Eixample proyectado por Cerdà y catalogado el pasado verano como patrimonio arquitectónico de la ciudad, ya tiene nuevo propietario. Se trata de Leasing LWP Spain, filial de Crédit Agricole, una empresa de arrendamiento financiero que compró esta finca de Sant Antoni en enero. Como se detalla en su página web, la compañía se dedica al alquiler de inmuebles (y otros servicios) “a empresas y profesionales”, e incluye una opción de compra al acabar el contrato, por lo que no se prevé un uso habitacional de la finca dirigido a familias. 

La información de esta compra se ha conocido a través de un correo anónimo enviado a la plataforma vecinal Fem Sant Antoni. En este e-mail se adjunta la documentación del registro de la propiedad que da constancia del cambio de propietarios del bloque situado en Comte d’Urgell con Floridablanca. Según afirma la asociación, de momento aun están valorando las posibles consecuencias de la noticia y permanecen a la espera de conocer algunos de los detalles de la compra de un edificio que hasta ahora era propiedad de la entidad financiera Barclays.

 

BIEN DE INTERÉS URBANÍSTICO 

En julio del 2016 el pleno municipal aprobó incluir el edificio en el catálogo de patrimonio arquitectónico de la ciudad y le concedió un nivel de protección C que lo convertía en un 'bien de interés urbanístico'. Consecuentemente, aunque el interior de la finca puede remodelarse, tanto su derribo como la alteración de su volumetría con cualquier tipo de cuerpo añadido queda estrictamente prohibida. Por lo tanto, en la actualidad cualquier intervención en el bloque de pisos necesita de un estudio previo y de la aprobación del consistorio.

Una protección que, sin embargo, no dice nada sobre el emblemático graffiti que decora su fachada. Aunque en su momento el gobierno local lo consideró como una muestra de la memoria social de lo que fue La Carbonería, una finca okupada hasta febrero de 2014, no se sabe si las intenciones de los nuevos propietarios pasan por eliminar el mural.

La inclusión del edificio en el catálogo de patrimonio arquitectónico llegó cuando todo apuntaba a que el consistorio no podría truncar los planes de Barclays de derribarlo. Por eso, este giro de los acontecimientos se leyó por parte de los vecinos de Sant Antoni como una victoria frente a la especulación que vive el barrio y la medida fue celebrada por el tejido asociativo.

UN BARRIO MOVILIZADO CONTRA LA ESPECULACIÓN

Precisamente esta noticia llega cuatro días antes de la protesta prevista para este sábado 1 de abril contra la especulación inmobiliaria en el barrio y la elitización de algunas de sus calles. Desde la asociación 'Fem Sant Antoni' han convocado un 'Viacrucis' (al que han bautizado como 'Viacrisis') que partirá a las 12 del mediodía de los Jardinets de l'Alguer e irá parando frente a los espacios que mejor representan las consecuencias de la gentrificación. Pero la retórica religiosa y el tono humorístico de esta “pasión de Sant Antoni” no le quita hierro al asunto de fondo. Para dar constancia de que lo que están viviendo es un auténtico “calvario”, la plataforma vecinal repite algunas de las cifras más alarmantes.

Por ejemplo, que el barrio suma 500 pisos turísticos legales y 400 ilegales. O que del total de inmuebles que se alquilan en Sant Antoni, el 15% son para visitantes. Las consecuencias de estos datos, explican desde 'Fem Sant Antoni', son la subida del precio del alquiler -tanto de viviendas como de locales comerciales- y la alteración de la convivencia vecinal ante el volumen de apartamentos turísticos. Factores que provocan que la fisonomía del barrio esté mutando, advierten, tanto en la composición de los que viven en él como en la pérdida de tejido comercial de proximidad