Ada Colau es una alcaldesa nefasta para Barcelona. Sus obsesiones y su incapacidad castigan a una ciudad que necesita más estímulos y menos prohibiciones. Más apoyos y menos impuestos. Su decisión de cortar la calle Aragó, el domingo 8 de marzo, fue un despropósito mayúsculo que colapsó el Eixample e indignó a miles de barceloneses.

Mientras en la calle Aragó disfrutaban de una jornada festiva, con improvisados juegos de mesa y partidas de bádminton de lo más surrealistas, en las calles Diputació y Mallorca tragaban humo y los decibelios subían de tono. El atasco era monumental y los conductores tocaban el claxon para mostrar su malestar. La circulación era muchísimo más lenta de lo habitual y las discusiones, acaloradas. Sólo había cuatro o cinco pasos para cruzar la calle Aragó y muchos vehículos encallaban.

Los coches y las motos tenían que dar una vuelta inmensa para pasar de un lado a otro de la calle Aragó. La tranquilidad de esta artería contrastaba con la confusión de la calles paralelas, ignorada por Colau al más puro estilo Goebbels, por su manera de distorsionar la realidad. Mientras en una calle las familias hacían el vermut, en otras se palpaba mucha tensión. En Aragó no había tanta polución, pero en Diputació y Mallorca los índices, como mínimo, se triplicaban. Más de uno imploraba que Eloi Badia no sacara su furgoneta Volkswagen. El panorama ya era suficientemente oscuro para ellos.

Colau no midió las consecuencias que comportaría el corte de una vía rápida como la calle Aragó. O, tal vez, sí, obcecada como está en presumir de alcaldesa ecológica y sostenible a bordo de su coche oficial. Un coche, por cierto, que también desea cambiar para contaminar menos y porque ya no baja al metro, ni tan siquiera para hacerse la foto de rigor de otros años.

Erre que erre, Colau seguirá con sus cortes y los barceloneses sufrirán nuevas incomodidades. La movilidad es otra asignatura pendiente del actual gobierno municipal, que solivianta por igual a ciclistas, motociclistas y conductores de vehículos de cuatro ruedas, incapaz de mejorar las prestaciones del metro mientras activa la conexión del tranvía por la Diagonal en contra del criterio de los técnicos y del sentido común. Las mejoras de una vía irán chocarán con la obstrucción de muchas calles adyacentes.