El escritor Toni Iturbe, autor del libro 'La Playa Infinita', en la redacción de Metrópoli Abierta / PABLO MIRANZO

El escritor Toni Iturbe, autor del libro 'La Playa Infinita', en la redacción de Metrópoli Abierta / PABLO MIRANZO

¿Quién hace Barcelona?

‘La playa infinita’, el mejor homenaje a la Barceloneta más auténtica

Toni Iturbe recrea en esta novela sus vivencias de la infancia en un barrio que ha sufrido una gran transformación

28 agosto, 2021 00:00

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La Barceloneta es el barrio marinero de Barcelona. Un barrio con mucho sabor y tradición que seduce a los turistas que, año tras año, se desplazan a la capital catalana en busca de sol y fiesta. De pequeño, Toni Iturbe (Zaragoza, 1967) jugaba en sus calles y descubrió un nuevo mundo. Escritor y director de la revista Librújula, Iturbe es el autor de la novela La playa Infinita, cuyo protagonista se plantea la posibilidad de volver a casa tras una vida anodina y despersonalizada en Suiza. La Barceloneta que se encuentra nada tiene que ver con aquel barrio duro y auténtico de los años 70 y 80.

La playa infinita es un libro de aventuras sentimentales y de hacerse preguntas a cierta edad”, recalca Iturbe en la redacción de Metrópoli. Superados los 50 años, el autor reflexionó sobre su pasado y quiso inmortalizar sus vivencias en un libro “superpersonal”. “En la vida hay una época en la que te quieres marchar de casa, que estás harto de sus padres, y el barrio en el que has nacido se te queda pequeño porque quiere ir al gran mundo. Luego hay una etapa en la vida en la que te das cuenta de que quieres volver. Yo estoy en esta fase”, explica el autor barcelonés. “De la Barceloneta”, remarca.

Toni Iturbe, en la redacción de Metrópoli Abierta, para hablar de su último libro / PABLO MIRANZO

Toni Iturbe, en la redacción de Metrópoli Abierta, para hablar de su último libro / PABLO MIRANZO


EL NUEVO BARRIO

“Al personaje le presté mi apellido (Iturbe). Nació en la Barceloneta, pero ha vivido en Estados Unidos, Canadá, Japón y, recientemente, en Suiza, donde trabaja en un centro internacional y come en un self-service impersonal”, remarca Iturbe. “De repente tiene ganas de volver al barrio de pescadores, de los trabajadores del puerto que él conoció. Cuando regresa, se encuentra un barrio nuevo, con muchos turistas, con patinetes que te atropellan si te descuidas un poco, lleno de gente con tangas y chancletas, con bares rotulados en inglés e inmobiliarias, en ruso”, añade.

El autor de La Playa Infinita recalca que el protagonista “se pierde en su propio barrio”. Por suerte, se encuentra con un amigo (González) de la infancia dispuesto a explicarle la gran transformación de la Barceloneta.

VIVENCIAS DE LA INFANCIA

En La Playa Infinita, Iturbe rememora algunas vivencias de su infancia en La Barceloneta, barrio al que se trasladaron sus padres cuando él solo tenía seis meses. Los recuerdos que le marcaron como persona. “En los años 70 era un barrio duro y no quiero idealizarlo demasiado. Tenía sus problemas, con mucha gente que llegó del sur y, en nuestro caso, de Aragón. La gente hacía piña porque no era fácil la vida”, relata el escritor.

Toni Iturbe, con la portada de La playa infinita, su última obra / PABLO MIRANZO

Toni Iturbe, con la portada de La playa infinita, su última obra / PABLO MIRANZO


“Era un barrio con códigos reconocibles. Se decía que había muchos chorizos y era verdad. A la gente que no era de la Barceloneta le robaban muchas veces los radiocassettes de sus coches”, admite. A él también le pasó cuando se compró un automóvil. Frustrado, se lo contó a su padre en un bar. Al cabo de media hora, el radiocassette ya estaba en la barra del local. Aquel día comprendió el significado de las pegatinas que se enganchaban algunos vecinos en sus vehículos. “Soy del barrio”, decían.

LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Iturbe también recuerda que los vecinos de la Barceloneta “nunca veían, oían ni decían nada” cuando la policía les preguntaba. “La plaza de Sant Jaume quedaba muy lejos, a miles de kilómetros. Las cosas se arreglaban en la calle y nadie entraba en la comisaría, que estuvo un tiempo cerrada”, agrega.

La historia de la Barceloneta, como la de Barcelona, cambió con los Juegos Olímpicos. Entonces se desmontaron los tinglados del puerto y se derribaron los chiringuitos de la playa. “Los merenderos a pie de playa, con sus ganchos charlatanes en la puerta eran cutres y destartalados. Los nuevos locales son tan caros que la gente del barrio no puede acceder a ellos. Son mucho más limpios pero menos auténticos. Todo es tan perfecto y aséptico que han perdido interés. Y me duele ver cómo la gente come sushi, el pescado crudo de Japón, en nuestro barrio marinero”, lamenta Iturbe.

LOS BOTELLONES

Desde entonces, la Barceloneta es sinónimo de “botellones, okupaciones y tráfico de drogas”, admite el autor, convencido de que, una vez más, el barrio “es la cloaca de Barcelona”, que aboca a sus calles a los turistas con menos recursos y más ganas de juerga que visitan la ciudad.

Toni Iturbe, durante su conversación con el director de Metrópoli / PABLO MIRANZO

Toni Iturbe, durante su conversación con el director de Metrópoli / PABLO MIRANZO


La Barceloneta actual, posiblemente, tenga menos encanto que la de los años 70 u 80. Algunos locales, sin embargo, perduran. También, su esencia. Iturbe cita La cova fumada, el Electricitat, el vaso de oro, el Jaica y la Bodega Fermín, donde él iba a comprar el vino y el coñac a granel cuando era pequeño. La transformación de este local, regentado ahora por los hijos de los antiguos dueños, simboliza el gran cambio de la Barceloneta, el barrio en el que abrió su famosa librería (Negra y Criminal) Paco Camarasa, devorado también por las grandes cadenas y que falleció en 2018.

Iturbe es una enciclopedia de la Barceloneta. Tal vez se fue, pero siempre estuvo en el barrio de su infancia, el mismo en el que su personaje se enamoró de su compañera de clase y se montó por primera vez en unos autochoques. Una etapa en la que cada día descubría alguna cosa y cuyo recuerdo evoca, sin nostalgia pero sí con mucha melancolía, en La playa infinita, el mejor homenaje a la Barceloneta más auténtica.