Marcos Muñoz Vera en el 162 de Balmes / A.V.

Marcos Muñoz Vera en el 162 de Balmes / A.V.

¿Quién hace Barcelona?

"Trabajar en la portería me ha permitido acabar mis dos últimos libros"

El 162 de Balmes ha visto a Marcos Muñoz Vera ejercer de periodista, profesor de talleres, conserje y escritor en sus ratos libres

22 mayo, 2017 21:14

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Custodiando la portería del 162 de Balmes encontramos a Marcos Muñoz Vera, una suerte de Clark Kent experto en reciclarse. Empezó como periodista en este mismo edificio del Eixample, en la que fue una de las primeras radios online de España, la World Wide Radio, que con los años acabó reformulándose en la extinta Televisió Comtal. Después de quedarse sin licencia para emitir, los platós dieron paso a la 'Casa de la ràdio i la televisió', donde el mismo Muñoz lideró talleres para niños hasta que la iniciativa tuvo que cerrar sus puertas. Ahora, combina su trabajo de conserje de este mismo bloque mientras aprovecha los ratos libres para seguir escribiendo y editar la versión española de la revista SFX. Sus predilecciones: la ciencia ficción, y más concretamente Doctor Who (la serie a la que ha dedicado dos de sus libros), y los musicales (de los que suma dos ejemplares más). 

¿Cómo empieza en el periodismo?

Antes de estudiar Periodismo, estando en primero de Humanidades, unos amigos me propusieron hacer un programa de radio en la Vila Olímpica. Cuando cierra esta emisora, descubrimos un anuncio de una radio online, World Wide Radio, en la calle Balmes, que en aquel momento era una de las primeras del estado. Les propusimos hacer el programa con ellos y aceptaron. Después me acabé quedando en la parte web, porque había sido de las primeras promociones que habíamos hecho periodismo digital. En aquel momentos eramos pocos que teníamos conocimiento de qué era aquello, muchos de nuestros profesores de periodismo estaban más bien en contra de esta “pérdida de tiempo” que era Internet.

Y de ahí, dan el salto a la televisión.

Sí, primero empezamos a hacer televisión online y después a emitir programación regular, convirtiéndonos en Televisió Comtal. El proyecto dura 4 años y acaba porque no nos conceden la licencia digital. Cuirosamente, se dieron tres y quedamos los cuartos. El tercero fue Planeta y nunca la llegó a usar.

¿Qué ocurre entonces con el 162 de Balmes?

Cuando esto cierra, reconvertimos los platós en 'La casa de la ràdio i la televisió', una especie de museo en el que se explica la historia de los medios y donde se hacen cursos y talleres para colegios. La iniciativa dura tres años, hasta que los gastos se disparan y el proyecto cierra. De un día para otro me quedo sin trabajo y mientras vemos si se puede reconducir, me proponen que me haga cargo de la portería, que hasta el momento la habíamos llevado los que trabajábamos en el museo, porque era una especie de recepción. Después que la situación no tenía visos de reconducirse y entonces pasé a trabajar directamente como conserje de todo el edificio.

Paralelamente, ha ido editando varios libros.

Sí, mientras trabajaba de periodista y hacía de profesor en los talleres del museo, iba buscando espacios para escribir. Como vivía fuera, lo hacía mayoritariamente en el tren. La portería me ha dado más tiempo y me ha permitido hacer un par más de libros. Cuando llegan las entregas te toca quedarte muchas noches sin dormir, pero la mayoría del año supone ir combinando tus tiempos libres con el trabajo, que en este caso, al ser algo que me gusta es como si el ocio formara parte de mi trabajo. Aunque reconozco que esto no es muy sano (ríe).

Empieza escribiendo ciencia ficción pero acaba decantándose por la no-ficción.

El primer libro que publiqué, autoeditado, es una novela histórica pero también fantástica, y la pensé como la primera de una serie. Se trata de unos personajes que llegan a Cádiz por razones diversas y tienen que sobrevivir a algo que no tenía que pasar. Después la tenía que continuar, pero empecé con los libros de Doctor Who y me acabé pasando 10 años. La segunda parte está empezada, pero la no ficción está ganando la partida.

De hecho, ha dedicado dos libros a Doctor Who.

Sí. El primero, La Bendición de la muerte fatal, se centra en la mitología de la serie. Es una ficción que tiene 50 años (¡ni Star Trek lleva tanto tiempo!) y eso le ha permitido construir una forma de narrar muy propia. A nivel mitológico, los estudios de Humanidades y Literatura Comparada te permiten trazar muchos vínculos. Es muy interesante ver los reflejos de la literatura clásica en los cómics de hoy en día, por ejemplo. Y aunque el libro lo haya escrito yo, lo hice también con mi mujer porque muchas de las ideas surgen a partir de las conversaciones que tenemos sobre la serie.

Y después impulsaron un segundo libro que recoge varios ensayos sobre la serie británica.

Juntamos a gente en España que quizá no escribiría un libro entero sobre Doctor Who pero sí un ensayo. El resultado son doce ensayos sobre doce temáticas y el libro se editó para celebrar los 50 años de la serie y ahora lo reeditaremos.

¿Es posible hacer negocio de la autoedición?

Estos libros no nos permiten ganar dinero, pero te permiten recuperar lo que has invertido en imprimirlo y, como mucho, hacer una segunda edición. En este último recopilatorio de ensayos de Doctor Who pactamos que si había beneficios repartiríamos para todos. Y así fue: tocamos a dos euros.

También es editor de la versión española de la revista SFX.

Sí. Esto surge de un contacto que hice a raíz de uno de mis libros sobre el Doctor Who. Más tarde, derivó en que el editor de la revista británica SFX me propuso llevar la edición española. No hay redacción fija, todo deslocalizado,pero ya llevamos tres números.

Ahora acaba de editar un libro sobre otra de sus predilecciones: los musicales.

Sí, primero empecé con uno sobre teatro musical, que escribía en paralelo al del Doctor Who. Cuando necesitaba despejar la mente, me ponía con esto (Ríe). Ahora acabo de escribir este último, It's Showtime, donde recojo 50 títulos que han marcado el cine musical.

¿Asistiremos al resurgir del género tras el éxito de La La Land?

Personalmente, no me ha gustado mucho La La Land. Creo que es una muy buena película, pero es un musical muy flojo y desperdicia el gran potencial que tiene. Por ejemplo, en la estructura dramática se habla mucho de jazz pero después ninguna de las canciones tienen que ver con jazz. Los números tiene coreografías muy sencillas y el último, el de la realidad alternativa, es un buen homenaje a los musicales, pero sigue estando muy lejos de clásicos como Un americano en París. Es verdad que durante unos años nos volvimos más cínicos y esto de que la gente empezara a cantar de pronto no lo vimos muy claro, pero considero que el musical no es un género obsoleto, en absoluto. Esto en el cine lo ha demostrado recientemente Los Miserables. Incluso Disney está apostando por ellos, con Frozen o la nueva Mary Poppnins.

¿Cómo valora la escena del teatro musical en Barcelona?

Creo que tiene un problema y está perdiendo grandes oportunidades. No acabo de entender por qué no pasan por aquí grandes directores de teatro musical como Ricard Reguant, que hace más de 15 años que no estrena una obra en Barcelona y parece que nos hemos olvidado de él, mientras se infla a hacer musicales por Madrid y otras ciudades europeas. Ahora mismo en Barcelona se está haciendo un musical, en Madrid hay unos seis en la cartelera. Es cierto que Dagoll Dagom o La Cubana están haciendo cosas fantásticas, cada una en su idioma, pero los grupos más pequeños lo tienen muy complicado. Me pregunto dónde se van todos los actores y actrices que se forman en las escuelas de teatro musical de Barcelona, porque la mayoría no puede quedarse aquí.