Pep Sala ha vivido toda su vida rodeado de música

Pep Sala ha vivido toda su vida rodeado de música

¿Quién hace Barcelona?

La Barcelona de Pep Sala

"Me gusta la Barceloneta auténtica, la de la gente del barrio"

28 enero, 2018 09:46

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Hablar de Pep Sala es hablar de música, de pasión por la composición, de una vocación que empezó tan temprana que es difícil ponerle fecha. Obtuvo su momento de mayor éxito cuando con su amigo Carles Sabater se lanzaron a la aventura de crear SAU, uno de los grandes grupos de la música catalana del siglo XX.

Junto a Carles Sabater y Joan Capdevila fue el creador del que podríamos denominar como uno de los himnos de la canción catalana, 'Boig per tu'. Seguro que a todos nos viene a la cabeza algún momento mágico que hemos vivido escuchando esta balada, versionada por muchos artistas entre los que destacan Josep Carreras, Dyango, Luz Casal o Shakira.

De la mano del tristemente desaparecido Carles Sabater descubrió también su lugar favorito de Barcelona, la Barceloneta auténtica, la de pequeños locales que no han cambiado mucho con el paso de los años, la de los ambientes de pescadores y vecinos que compartían charla y tapas en cualquiera de sus pequeñas tabernas.

La Barceloneta es tu lugar de la ciudad.
Sí, me gusta la Barcelona del mar, pero intentando huir de las grandes aglomeraciones, de los turistas. No tengo nada contra ellos, todo lo contrario, pero donde me siento a gusto es en la Barceloneta de toda la vida, en la de las callejuelas que carecen de interés para los visitantes y la de los bares donde parece haberse detenido el tiempo.

Tú eres de Vic. ¿Cómo descubres esta Barcelona que tanto te gusta?
Ya de muy pequeño solía bajar con mis padres todos los domingos, que era cuando el trabajo lo permitía. Mi padre tenía dos grandes aficiones, los libros y el ajedrez. Cuando podían, me cogían y nos veníamos a Barcelona y, mientras mi padre pasaba interminables horas en el Mercat de Sant Antoni mirando libros de segunda mano o en clubs de ajedrez como el Oro Negro o el Luga, mi madre y yo paseábamos por la ciudad. Cuando nos reencontrábamos, nos centrábamos en otra de las pasiones de mi padre, la gastronomía. El Abrevadera, Ca L’Agustí, Casa Leopoldo o el Amaya, que todavía existen, eran lugares a los que íbamos regularmente en esa época, en los años 70, cuando yo tenía unos 10 años.

Junto a Carles Sabater, su gran amigo con el que fundó el mítico SAU

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Y viniendo de tu ciudad, muy distinta en aquella época a la gran Barcelona, ¿qué es lo que más te sorprendía como niño?
Pues te parecerá mentira, pero dos cosas que no deben ser las habituales: el olor y los sonidos. El olor de Barcelona era muy distinto al de Vic, más de naturaleza, de campo, de granja. Y había sonidos que me fascinaban. Debo decir que, desde que tengo uso de razón, he tenido una sensibilidad especial para los sonidos. Era y es mi sentido más desarrollado con diferencia. En esa época, la mayoría de calles de Barcelona estaban adoquinadas y el sonido de los coches pasando por los adoquines, ese traqueteo, tenía algo hipnótico para mí. Ya ves, con todo lo espectacular que Barcelona podía ofrecer a un niño que venía de una ciudad mucho menos cosmopolita, ¡me quedaba con el traqueteo de los coches!

Pero hay algo muy fuerte que te une a la Barceloneta
Por supuesto, Carles era del barrio y me lo pateé centenares de veces con él. Pasear por un barrio como la Barceloneta con alguien que es de ahí, es totalmente distinto de cuando vas por tu cuenta. Me enseñaba las calles y plazas donde jugaba de pequeño con sus amigos y, como no, un montón de bares y restaurantes de los que no frecuentan los turistas, aunque en aquella época todavía eran pocos los que se aventuraban por el barrio. Nos encontrábamos con amigos suyos por todas partes, íbamos a bares como La Cova Fumada, la cuna de la bomba de la Barceloneta, o al mítico Jaica a picotear y a charlar con la gente. Y, por supuesto, los chiringuitos de la playa, que en ese momento todavía existían y ofrecían unos arroces espectaculares.

En los años que hace que nos conocemos, nunca te lo he preguntado. ¿Cómo os conocisteis Carles y tú?
¡Ahora te reirás! Carles me vino a hacer una entrevista. Yo tenía junto a un amigo una escuela de música moderna, que en aquella época no era habitual. Había muchas escuelas de música tradicionales, pero casi no existían las de música moderna. Carles estaba preparando un programa para la televisión, que nunca se llegó a emitir, y querían mostrar qué hacía la gente joven de Vic. Se enteró de nuestra escuela y me quiso entrevistar. ¡Fue algo surrealista! ¡Nos pasamos toda una tarde para hacer dos preguntas! Nos reímos mucho, cuando no estropeaba la toma un camión que pasaba por la calle, alguien del equipo le daba una patada a un foco y había que volver a empezar. Pasadas ya horas consiguió hacerme la pregunta sin contratiempos: ¿Cuéntame qué hacéis exactamente en vuestra escuela de música? A lo que yo respondí: Disculpa, ¿me puedes repetir la pregunta? Nos entró un ataque de risa brutal y dimos por terminada la entrevista. Y ya que estábamos, nos fuimos a cenar juntos. Y fue en esa cena donde me comentó que su ilusión era cantar. Él era actor, no cantante, y nunca había cantado en público. Le dije que lo podíamos intentar y que le llamaría. Lo hice al cabo de quince días y se llevó una gran sorpresa porque pensaba que no le había tomado en serio. Le propuse hacer un intensivo, que se instalara en mi casa de jueves a domingo para ensayar. Fue pura intuición lo que tuve con él, no tenía ni idea de cómo cantaba. Y desde ese momento hasta que el grupo desapareció a causa de su muerte, ensayamos de jueves a domingo.

Pep, en un concierto de su gira OPS! Mireu què he fet

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Volvamos atrás, ¿cuándo decidiste que querías ser músico?
Yo siempre digo en broma que cuando nací, me cogieron por los pies y me dieron un cachete, como a todo recién nacido, pero con la diferencia que yo berreé intentando afinar. En serio, no tengo consciencia de haber querido ser nunca otra cosa. Como te he comentado antes, me entusiasmaban los sonidos. Me acostumbré a escuchar música clásica porque a mi padre le encantaba y como regalo de la primera comunión pedí las nueve sinfonías de Beethoven. Ya ves que lo mío venía de nacimiento. Fui creciendo y llegó el momento en que mi afición se tornó peligrosa a ojos de mi padre: yo no podía ser músico, debía ser ingeniero como él. Me prohibió ser músico, pero su muerte cuando yo tenía 18 años, me dejó el camino libre para hacer lo que me gustaba, lo único que había querido desde que nací.

¿Y qué es para ti la música?
La música es el lenguaje con el que mejor me expreso. La magia de la música es que nos seduce. No sabemos porqué una melodía es triste o es alegre, pero nos transmite estas emociones, aunque no entendamos como. Recuerdo una vez, escuchando en directo la 9ª Sinfonía de Beethoven, que me pasé toda la obra llorando. ¡Y no sé porqué! No me pasaba nada especial, sólo sentía la necesidad de llorar. Eso es la música.

Volvamos a tus inicios. ¿Cómo empiezas profesionalmente en la música?
Fue en el año 75. Con un grupo de amigos formamos una banda de rock, a la brava, sin haber estudiado música, de forma autodidacta. Era una inconsciencia, la osadía de juventud que te hace verlo todo fácil, todo posible. Enseguida nos dimos cuenta que la cosa no era tan sencilla y que necesitábamos formación, aprender a andar antes de correr. Como aquí el tipo de música que yo quería hacer todavía no estaba en plenitud, decidí marcharme al extranjero y, lo que me quedaba más a mano, era Gran Bretaña. Llegué allí y, claro, de algo tenía que vivir y en algún sitio debía dormir. Una vez más, la juventud que te hace actuar impulsivamente, me llevó a instalarme a vivir en un convento budista en Londres. En principio estaba allí porque me ofrecían una cama y comida, pero poco a poco, me fui introduciendo en su cultura, me gustó su filosofía de vida y, la verdad, es que aprendí muchas cosas, fue muy interesante. En el año 82 entré a formar parte de un grupo musical de Glasgow y estuve con ellos durante 2 años. Creo que se puede considerar que fue mi primer proyecto serio en el mundo de la música.

Y después viene el encuentro con Carles y empieza SAU
Sí, seguí con varios grupos para ir cogiendo experiencia e incluso trabajé gratis para algunos grupos cuando hacían grabaciones de discos en estudio, sólo para ir aprendiendo. Pero el primer disco de verdad mío, fue ya con SAU. ¡Fue un fracaso total, vendimos sólo 70 discos! Para decirlo de forma suave, digamos que la discográfica no es que apostara muy fuerte por nosotros. Tuvimos que recomprar el primer disco y pagarnos el segundo, que ya fue un poquito mejor, aunque tampoco fuera una maravilla. Y para el tercer disco decidimos que, o lo hacíamos bien o mejor no hacerlo. Nos fuimos a Londres a trabajar en estudios de grabación que yo conocía, con ingenieros de primer nivel, gastándonos lo que no teníamos, mucho dinero. Y nos fue muy bien, aunque fuera un acto muy suicida, acabamos vendiendo más de 140.000 copias, fue un éxito. Creo que hicimos la música adecuada en el momento adecuado y conectamos con el público.

¿Fue difícil vender un producto cantado en catalán?
La verdad es que fue difícil y siempre nos preguntaban en las entrevistas por qué cantábamos en catalán. La gente pensaba que era algo reivindicativo, pero para nosotros no era así, era nuestro idioma y cantar en catalán era normal para nosotros. Cuando nos preguntaban, siempre respondíamos con un toque de impertinencia: ¿a Bruce Springsteen le preguntas porqué canta en inglés? Tiene mucha dificultad porque es un mercado pequeño y, además, los catalanes somos muy auto-depredadores, no nos queremos demasiado y somos tremendamente autocríticos con lo nuestro.

En los últimos años estás muy metido en el teatro ¿no?
Sí, y me encanta. Acabamos de estrenar 'Rouge, fantastic love', con dirección de Ricard Reguant y Gisela como protagonista. Yo he sido el director musical y, a pesar de que el proceso ha sido agotador, estamos muy satisfechos con el resultado y he disfrutado mucho. Es un musical ambientado en la Belle Epoque, con canciones muy conocidas de todos los tiempos y 10 actores en el escenario y música en directo. Prácticamente no hay diálogo y las letras de las canciones van contando la historia. Un gran montaje del que me siento orgulloso de haber podido participar. Ahora estoy preparando otro proyecto de teatro, pero me perdonarás porque no te puedo contar absolutamente nada de él.

¿Te gusta estar detrás del escenario o echas en falta al público?
La verdad es que a mí me gusta mucho estar detrás, no soy un animal de escenario, aunque lo he tenido que ser durante muchos años. Se tiene que ser de una manera especial para estar en el escenario, para fundirte con el público, y también se tiene que ser de una manera especial para ser el que estás detrás, el que la gente no ve. Aunque para un músico, la pieza es igual de suya estando en el escenario que detrás.

Después de SAU tuviste otro grupo, ¿verdad?
Sí, al morir Carles la historia de SAU tenía que llegar a su fin. Monté la Banda del Bar, pero más como un divertimento que con verdadera vocación de que fuera un proyecto de largo recorrido. Disfrutamos mucho haciendo conciertos de pequeño formato, que son los que me gustan. En una sala pequeña, la conexión con el público es auténtica. En los grandes escenarios, la gente ya va muy predispuesta a pasarlo bien, ya viene animada de casa, por decirlo de alguna manera. En las salas pequeñas, con el público pegado a ti, todo empieza de una forma más fría y tienes que ir, poco a poco, haciendo que la gente se implique. Pero tiene algo mágico, y es que ves las caras de la gente, ves cuando les has emocionado, compruebas su reacción en vivo y sabes que has transmitido algo, que has conectado de verdad con esa persona, no con una multitud entregada a la que no puedes ni distinguir desde el escenario. Cuando en una sala pequeña empiezas los acordes de, por ejemplo, 'Boig per tu' ves inmediatamente la reacción en la cara de la gente, antes siquiera de soltar la primera palabra. Es la magia de la música.

Pep Sala junto a su gran amigo Carles Sabater, se convirtieron en una de las referencias del rock catalán y fueron los autores de una de las canciones más conocidas que tenemos. Es difícil imaginar que, en cualquier fiesta, con gente de cualquier edad, empiece a sonar 'Boig per tu' y la gente no se ponga a cantarla inmediatamente. Pep ha seguido su carrera de músico en solitario, más detrás el escenario que encima de él, como le gusta, pero siempre le unirá algo muy especial con el que fue su compañero y amigo, quien le enseñó la auténtica Barceloneta.