Felix Millet y Jordi Montull durante el juicio por el saqueo del Palau de la Música / EFE

Felix Millet y Jordi Montull durante el juicio por el saqueo del Palau de la Música / EFE

¿Quién hace Barcelona?

Arranca el juicio contra Millet por el expolio del Palau de la Música

Millet y Montull charlan durante 15 minutos antes de entrar al juzgado

1 marzo, 2017 13:19

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Ocho años después de que los Mossos d'Esquadra accedieran al Palau de la Música y detuvieran a Félix Millet y Jordi Montull, este miércoles ha arrancado el juicio por el desfalco de las cuentas de la entidad, que se prolongará durante tres meses.

Un mes después del registro policial del Palau, Millet y Montull confesaron haberse llevado 3,3 millones de euros del Palau, cifra que desde entonces no ha parado de crecer -hasta los más de 30 millones de euros-, alimentada por nuevos hallazgos que destaparon un desvío sistemático de fondos públicos y privados para todo tipo de gastos particulares, desde el servicio doméstico de toda la familia a la boda de sus hijas y viajes de lujo.

Millet ha llegado a la Ciudad de la Justicia tres minutos tarde y en silla de ruedas sin responder a las preguntas de los periodistas que le esperaban a la entrada. Montull se ha presentado a tiempo en los juzgados acompañado de sus abogados y de su hija, a la que intenta exculpar pactando con la fiscalía.

En un elocuente aparte, los dos saqueadores confesos del Palau han mantenido durante cerca de un cuarto de hora una discreta pero intensa conversación privada -a juzgar por sus muecas-, agazapados tras unas mamparas que se han instalado en el sótano de la Ciudad de la Justicia para enmarcar la entrada al Auditorio, donde se celebra la vista oral.

Por su parte, aprovechando el revuelo de cámaras y fotógrafos que captaban la entrada de los Montull, el extesorero de Convergència Daniel Osàcar, para quien el fiscal pide 7 años y medio por su papel clave en el supuesto pago de comisiones a CDC por parte de la constructora Ferrovial, ha accedido al juzgado solo y discretamente.

PROBLEMAS DE SALUD Y PACTOS CON LA FISCALÍA

El juicio se ha iniciado con un Fèlix Millet postrado en silla de ruedas, tras haber advertido en los últimos días que su estado de salud es precario, por lo que su defensa ha anunciado que pedirá que pueda ausentarse en parte de las sesiones de la vista oral por sus achaques de salud y su avanzada edad.

También sobrevuela el juicio el pacto que Jordi Montull, mano derecha de Millet al frente del Palau, está buscando con la Fiscalía para que rebaje sustancialmente la pena a su hija Gemma, que afronta 26 años de cárcel, a cambio de dar toda la información de que dispone sobre el presunto pago de comisiones a CDC.

En el juicio, que se celebra en el Auditorio de la Ciudad de la Justicia, la Fiscalía pide 27 años y medio de cárcel para Millet y Montull y otros siete años y medio para el extesorero de CDC Daniel Osàcar, por el supuesto pago de comisiones ilícitas de la constructora Ferrovial a la formación nacionalista a cambio de la adjudicación de obra pública durante la etapa de Jordi Pujol.

LA FAVB PIDE CAMBIOS EN EL PALAU

La Federación de Asociación de Vecinos de Barcelona (FAVB), acusación popular en el caso del Palau de la Música, ha denunciado que la "estructura" orgánica de la entidad permanece igual ocho años después de la destitución de Fèlix Millet, sin que se hayan enmendado los "errores" que propiciaron el saqueo.

La presidenta de la FAVB, Ana Menéndez, el vicepresidente, Albert Recio, y el abogado del caso, Àlex Solà, han comparecido este martes en rueda de prensa en vísperas del juicio y han afirmado que no se plantean oponerse a una eventual petición de la defensa de Fèlix Millet de ausentarse en parte de las sesiones de la vista oral por los achaques que el saqueador confeso del Palau de la Música afirma sufrir, aunque posteriormente han precisado que deben valorarlo en profundidad.

Los responsables de la FAVB han opinado que el juicio por el saqueo "bombardea el concepto del oasis catalán" porque pone en tela de juicio "la forma de operar de la burguesía catalana" y de determinadas constructoras en toda España, al tiempo que demuestra que "las élites catalanas no son tan diferentes de las españolas".