Confirmado. Barcelona no acogerá la Agencia Europea del Medicamento (EMA). La inestabilidad política de los últimos meses y la escasa implicación de Ada Colau han fulminado las opciones de la capital catalana, eliminada en primera ronda, para sustituir a Londres.

Técnicamente, Barcelona era la mejor candidatura, según un informe de la Unión Europea, que también valoraba positivamente su amplia oferta hotelera y sus buenas conexiones. Las tensiones de los últimos dos meses, sin embargo, han tenido un efecto devastador para una ciudad que necesita reinventarse y, sobre todo, liderazgo.

El fiasco reactivará los recelos de los principales agentes económicos de la ciudad respecto al gobierno de la ciudad. Colau no estuvo ni en la presentación de la candidatura ni en la votación final. Su papel ha sido indigno, tal vez para no molestar a unas bases que mandan mucho en Barcelona en Comú y que hace una semana optaron por finiquitar el pacto de gobierno con el PSC.

Colau, posiblemente, no compartirá la decepción de muchos sectores. La EMA no era una prioridad para la máxima autoridad, aunque su elección hubiera acogido a 900 altos funcionarios y una inversión de 300 millones de euros. Barcelona, además, ha perdido la gran oportunidad de ser el gran punto de referencia de la investigación científica.

Barcelona necesita nuevos estímulos. En un mundo cada vez más global, cuesta entender, por ejemplo, que Colau y los suyos recelen incluso del Mobile World Congress, el certamen que ha convertido nuestra ciudad en la gran capital de la tecnología. Lamentablemente, Jaume Collboni tiene razón cuando denuncia que la alcaldesa “no tiene un modelo de ciudad”.