No soy muy dado a hablar bien de la clase política, no es una especie que me produzca especial admiración.  Pero pasados ya los días de mayor agitación mediática quiero hablar de un hecho que ocurrió el 24 de marzo en el Parlament.

Los diputados de JxCat, ERC, la CUP y los del ‘sí pero no en Comú Podem’ se pusieron en pie para aplaudir a las familias de los presos. Un gesto que fue celebrado por los medios de aquí, por la gente de redes y por los dioses del Olimpo.

Los que no se levantaron para secundar un acto tan noble y valiente fueron acusados de miserables, se puso incluso en duda la existencia de su alma, y todas las fuerzas tenebrosas se conjuraron para demostrar su inexistente humanidad.

Pero pensándolo bien, no es habitual aplaudir a la familia de un preso, de un delincuente, salvo que uno considere que aquello de lo que se le acusa es falso, y su encarcelamiento una injusticia.  Creo que en eso estaremos todos de acuerdo. No veo yo largas colas en los juzgados aplaudiendo a los que desfilan hacia su interior.

Pero no aplaudirles no impide en ningún caso que a nivel personal pueda haber un acompañamiento de esas familias, e incluso que el más alejado de sus tesis políticas pueda prestarles su hombro para llorar o su tiempo para tomarse una cerveza. Los amigos están para esto, para estar siempre, pero no para aplaudirlo todo.

Y llegados a este punto la pregunta que me hago es si el acto valiente era aplaudir a las familias o permanecer sentado sabiendo que la sociedad está tan idiotizada que no entendería la diferencia anteriormente explicada.

Los de sí pero no y después quizás Podem haciendo gala de la fama que les precede no dudaron en ponerse en pie y aplaudir como los que más. Cs, PSC y PP se quedaron sentados. Un gesto noble que no va contra las familias sino que justamente se opone a la instrumentalización que se ha hecho de ellas.

Y a esos que tanto aplauden les irían bien saber que lo que necesita esa gente no son aplausos y minutos de silencio, es sentarse y pensar si todo esto ha valido la pena, si tenía un sentido y si ahora estamos mejor. Y estas cosas, con tanto ruido de palmas, es difícil pensarlas.