El cinismo del independentismo empieza a hacerse insoportable para quien no se encuentra absorbido por sus tesis. ERC y Junts no están de acuerdo en prácticamente nada más allá de su delirio separatista. Aunque uno empieza a no tener claro ni la unidad de criterio entorno a ese supuesto objetivo común. Cada día es más fácil empezar a pensar que todo iba de sillones y poco más.

Pero sus ejercicios de contorsionismo para tratar de aparentar unidad de criterio empiezan a ser complicados. El último ejemplo lo hemos encontrado en el debate de la ampliación del Aeropuerto de Barcelona. La estrategia ha sido la de siempre. Ante la incapacidad para ponerse de acuerdo la respuesta ha sido la de echar la culpa a otro. En este caso al gobierno de España, como casi siempre.

Un breve resumen de los hechos. El ministerio de Transportes Mobilidad y Agenda Urbana que depende del Partido Socialista inició conversaciones con la Generalitat para buscar el modo de llegar a un acuerdo sobre la ampliación del Aeropuerto. De ahí surgieron varias reuniones en las que se contó con AENA y con los municipios a los que afectaba de un modo u otro la ampliación. El día 2 de agosto el vicepresidente Puigneró anunciaba un acuerdo entre el Gobierno de España y la Generalitat, el President Aragonés lo celebraba en su twitter y al día siguiente la Cup amenazaba con que la ampliación del Aeropuerto suponía una línea roja y dejaba entrever que esto podía dejar a la Generalitat sin presupuestos.

Al poco, ERC anunciaba que participaría de una manifestación contra la ampliación del Aeropuerto. Contra la ampliación que ellos mismos habían acordad con el Gobierno del país. Evidentemente para ellos el desarrollo de Barcelona es secundario. Lo verdaderamente importante es el apoyo de la CUP para los presupuestos.

Evidentemente, la memez de salir a manifestarse contra una acuerdo que ellos habían adoptado nos dejó atónitos a muchos. Incluidos los postconvergentes de Junts que afirmaban que ese tipo de aseveraciones eran tremendamente irresponsables.

Pero el daño ya estaba hecho. La ampliación llegó a vía muerta por culpa de las declaraciones del partido que gobierna la Generalitat. El Gobierno de España no contaba con el apoyo de la Generalitat para realizar el proyecto, y un gobierno no puede iniciar ningún tipo de ampliación de una infraestructura como el aeropuerto sin el consenso con la administración autonómica correspondiente.

Y a partir de aquí empieza la maquinaria de invención de excusas. Aragonés, tras la negativa de la ministra de transportes a incorporar en el DORA (documento de regulación aeroportuaria) por sus propias declaraciones, decidió cargar contra AENA y contra el PSOE. Se atrevió a afirmar que AENA y el gobierno español no habían querido escuchar al ejecutivo catalán. Nada más lejos de la realidad. Ha habido múltiples reuniones en las que en ningún momento la Generalitat ha planteado ningún tipo de alternativa. En este tema no se ha impuesto absolutamente nada. Se ha buscado el modo de dialogar con una administración que tiene por norma únicamente hipergesticular. Nada de trabajo de fondo.

Ahora a falta de días para la aprobación del DORA parecen empezar a reaccionar. Pero esa es una reacción que no sirve para nada. Del mismo modo que no servía para nada la proposición de Junts per Cataluña en la última comisión de economía.

Esa proposición no era más que una trampa para tratar de hacer ver que la derecha conservadora independentista está preocupada por una ampliación que acabará en el cajón de los recuerdos por culpa de su gobierno. Porque es allí donde residen las competencias para volver al acuerdo del día 2 de agosto. Nada tiene que ver el Ayuntamiento. Esto se decide entre Generalitat y Gobierno de España, así que en lugar de lanzar propuestas en una administración no competente para la decisión podrían dedicarse a exigir a sus socios de gobierno que recapaciten.

Evidentemente les es más cómodo tratar de intoxicar allí donde les sale gratis. Y flaco favor hacen aquellos que queriendo la ampliación son incapaces de darse cuenta de que esa proposición no era más que un intento de blanquear responsabilidades. Es por eso que no entiendo que algunos partidos votaran a favor de una proposición que pretendía que el Ayuntamiento pidiese al gobierno de España que consignase una inversión sin acuerdo para hacer una ampliación que no quiere la Generalitat. Más ridículo aún sonaba aquello de no generar ningún impacto en la Ricarda, como si las infraestructuras no tuviesen afectación en el territorio ni impacto ambiental. Votar esta carta a los reyes magos es una irresponsabilidad. En primer lugar porque es una estupidez pedir que se incluya en el DORA una acción que no tiene respaldo institucional en el territorio afectado, y en segundo lugar porque se trata de una proposición que no es seria. Ni en su planteamiento ni el fondo de la cuestión, porque es simplemente un intento de justificar su incapacidad para actuar desde la Generalitat. Lo pusieron muy fácil para que quienes quieren la ampliación les recriminasen esta forma de actuar, pero algunos cayeron en su trampa y acabaron enzarzándose con el gobierno municipal en lugar de dejar morir esa proposición evidenciando a Junts que su intento de justificación no colaba.

Junts per Cataluña lo tiene muy fácil si quiere ayudar a que la ampliación sea una realidad. Que haga el favor de exigir donde corresponde. Que exija a su gobierno que se comporte con algo de dignidad institucional. Que no rompan acuerdos cerrados. Que vuelvan al acuerdo del 2 de agosto. Eso es lo único que haría posible la ampliación.  Todo lo que no sea eso no vale para nada. Pero claro, ¿cómo van a imponerse si han sido incapaces de imponerse para mandar a la mesa de diálogo a quienes ellos querían?